Las dos agustinas misioneras asesinadas en Argel en 1994 fueron beatificadas en Orán junto a los 17 religiosos asesinados durante la guerra civil del país entre 1992 y 2002. «Debemos pensar en las heridas del pasado y crear una dinámica nueva de encuentro y convivencia», dijo el Papa Francisco
El 8 de diciembre de 2018, festividad de la Inmaculada Concepción de María, será un día histórico para la familia agustiniana. Las hermanas agustinas misioneras Caridad Álvarez y Esther Paniagua, asesinadas en 1994 cuando acudían a la eucaristía en Argel, fueron beatificadas en Orán (Argelia). La Iglesia ascendió a las altares a las dos religiosas y a otros 17 religiosos asesinados durante la guerra civil argelina, entre 1992 y 2002.
Fue a las 14 horas aproximadamente cuando la emoción se desbordó en la explana de la Iglesia de Nuestra Señora de la Cruz. El cardenal Angelo Becciu, representando al Papa Francisco para oficiar la solemne eucaristía, dijo en latín: «Pierre Claverei y sus 18 compañeros, fieles mensajeros del evangelio, mensajeros de la paz, merecen que se les llame entre los bienaventurados». Fue entonces cuando los asistentes rompieron en aplausos.
La emoción fue especial para las agustinas misioneras que estuvieron presentes en la beatificación -solo 10-. Entre ellas, Maria Jesús Rodríguez, que andaba diez metros por detrás de las hermanas cuando fueron tiroteadas. El Prior general de la Orden de Agustinos Recoletos, Miguel Miró, estuvo presente en la ceremonia, acompañando a las hermanas de la familia agustiniana.
La capilla a la que acudían Cari y Esther fue cerrada días más tarde de su fallecimiento. 24 años después las agustinas misioneras volvieron a celebrar la eucaristía, recordando a las dos nuevas beatas. El Prior general presidió la íntima celebración. Al terminar, el Santísimo volvió al sagrario para que siga teniendo culto en el barrio de Bab el Oued, donde fueron asesinadas las religiosas mártires.
En la capilla donde acudían cuando fueron asesinadas se les realizó un íntimo homenaje.
En su homilía, monseñor Becciu volvió a recordar que el diálogo es el primer eslabón de la paz y que la iglesia católica «no desea nada más que servir al pueblo argelino». Antes, el cardenal había leído un mensaje del Papa Francisco en el que recomendó no olvidar las lecciones del pasado. «Debemos pensar en las heridas del pasado y crear una dinámica nueva de encuentro y convivencia» como seres humanos, decía el mensaje del Pontífice, que añadía: «Al recordar la muerte de estas 19 víctimas cristianas, los católicos de Argelia y el mundo quieren celebrar la fidelidad de estos mártires al proyecto de paz que Dios inspira a todos los hombres».
«Quieren, al mismo tiempo, tomar en su oración a todos los hijos e hijas de Argelia que fueron, como ellos, víctimas de la misma violencia», subrayó en alusión a un «decenio negro» que segó la vida de más de 300.000 personas y dejó decenas de miles de desaparecidos.