También en esta ocasión –en lo que podría convertirse en una tradición- el Pontífice saludó primero a los fieles que, al no encontrar lugar en la colmada Aula Pablo VI, se reunieron en la Basílica Vaticana. Ya en el aula, el Papa abordó su última catequesis sobre el santo Obispo refiriéndose a su lucha interior, "que lo ha hecho uno de los más grandes convertidos de la historia cristiana".
Confesiones
Al respecto, el Pontífice señaló su deseo de "hacer visible mi personal reconocimiento en relación a una figura a la que me siento muy ligado por el papel que ha tenido en mi vida de teólogo, de sacerdote y de pastor".
El Santo Padre señaló que la lucha interior del Santo puede ser seguida a lo largo de las Confesiones: "quien quiera que se acerque a este libro extraordinario y fascinante, aún hoy muy leído, se da cuenta fácilmente cómo la conversión Agustín no fue de improviso ni plenamente realizada desde el inicio, sino que puede ser definida más bien como un verdadero camino, que se convierte en un modelo para cada uno de nosotros".
"El camino de conversión de Agustín –agregó- continuó humildemente hasta el fin de su vida, tanto que puede verdaderamente decirse que sus diversas etapas, de las que se pueden distinguir fácilmente tres, son una única gran conversión".
Benedicto XVI describió así a San Agustín como "un gran buscador de la verdad: lo fue desde el inicio y luego en toda su vida". De esta forma, "la primera etapa de su camino de conversión se realizó precisamente en el progresivo acercamiento al cristianismo". El Papa recordó que Agustín había sido educado en la fe por su madre Santa Mónica , y aunque vivió una juventud desarreglada, "siempre advirtió una atracción profunda por Cristo".
"También la filosofía, sobre todo la de impronta platónica, había contribuido a acercarlo ulteriormente a Cristo manifestándole la existencia del Logos, la razón creadora", explicó el Papa; pero "sólo la lectura de las cartas de San Pablo, en la fe de la Iglesia católica , le reveló plenamente la verdad".
Toma y lee
Esta fue una experiencia, agregó, que san Agustín recoge en las Confesiones: cuando estando retirado en su jardín escucha una voz infantil que repite "tolle, lege, tolle, lege" ("toma y lee, toma y lee"); y tomando la escritura, se encontró con el pasaje en el San Pablo exhorta a abandonar las obras de la carne y revestirse de Cristo (Rm. 13, 13-14). "Había comprendido que aquella palabra en aquel momento le era dirigida personalmente a él… así sintió disolverse las tinieblas de la duda y se encontró finalmente libre para donarse completamente a Cristo", explicó el Pontífice.
"La fe en Cristo –prosiguió- le hizo comprender que el Dios, aparentemente tan lejano, en realidad no lo era… Solo un Dios que se ha hecho 'tangible', uno de nosotros, era finalmente un Dios al que se le podía rezar, por el cual y con el cual se podía vivir".
El Papa explica que, sin embargo, con el bautismo del Santo en la Vigilia Pascual del no concluyó su camino.
África
Cumpliendo con el sueño de su vida, se retiró a África donde fundó un pequeño monasterio para dedicarse a la contemplación y el estudio.
Pero éste fue, como explicó el Pontífice "un bello sueño que duró tres años, hasta cuando fue, pese a su resistencia, consagrado sacerdote en Hipona y destinado a servir a los fieles, continuando sí a vivir con Cristo y por Cristo, pero al servicio de todos". Y aunque esto le resultó difícil, "comprendió desde el principio que sólo viviendo para los otros, y no solamente para su contemplación privada, podía realmente vivir con Cristo y para Cristo".
Así fue como el Santo aprendió "a comunicar su fe a la gente simple y a vivir así para ella en lo que se convirtió en su ciudad, desarrollando sin fatigarse una actividad generosa y pesada".
Tercera conversión
Benedicto XVI señaló luego la última etapa del camino agustiniano, su tercera conversión: aquella que lo llevó cada día de su vida a pedir perdón a Dios". Agustín creía inicialmente que una vez bautizado, según explicó el Papa, en la vida de comunión con Cristo, en los Sacramentos, en la celebración de la Eucaristía, habría llegado a la vida propuesta en el Sermón de la Montaña.
Sin embargo, el Santo, avanzado en edad, explicó que "sólo Cristo mismo realiza verdadera y completamente el Sermón de la Montaña. Nosotros tenemos siempre necesidad de ser lavados por Cristo, que nos lava los pies, y renovados por Él. Tenemos necesidad de una conversión permanente. Hasta el final tenemos necesidad de esta humildad que reconoce que somos pecadores en camino, hasta que el Señor nos da la mano definitivamente y nos introduce en la vida eterna", explicó el Papa.
"Convertido a Cristo –siguió el Pontífice-, que es verdad y amor, Agustín lo siguió por toda la vida y se ha convertido en un modelo para todo ser humano, para todos nosotros que buscamos a Dios".
Pavía
El Pontífice explicó finalmente que por eso quiso concluir su peregrinación a Pavía el 27 de abril de 2007 volviendo a presentar idealmente a la Iglesia y al mundo, frente a la tumba de este gran enamorado de Dios, mi primera encíclica, titulada Deus caritas est. "Esta, en efecto, debe mucho, sobre todo en su primera parte, al pensamiento de San Agustín".
"También hoy, como en su tiempo, la humanidad tiene necesidad de conocer y sobre todo de vivir esta realidad fundamental: Dios es amor y el encuentro con él es la única respuesta a las inquietudes del corazón humano", concluyó el Pontífice.
"Oremos entonces para que en nuestra vida se nos conceda cada día seguir el ejemplo de este gran convertido, encontrado como él en cada momento de nuestra vida al Señor Jesús, el único que nos salva, nos purifica y nos da la verdadera alegría, la verdadera vida", dijo finalmente.