P.- ¿Qué podría decirnos acerca de la realidad social y política de Guatemala?
R.- La solución de los problemas socio-políticos del país excede nuestra capacidad de acción como Iglesia. Sin embargo creo que como Iglesia podemos hacer mucho si fomentamos una actitud positiva hacia proyectos de inversión para la creación de puestos de trabajo digno, si ayudamos a crear una actitud receptiva hacia los proyectos de generación de energía, siempre y cuando se respete a la población y sus derechos; si ayudamos a la formación de líderes políticos locales con valores cívicos, humanos y cristianos.
P.- ¿Cuál es la realidad socio-religiosa de su diócesis?
R.- La Diócesis de Quiché, en Guatemala, tiene una historia y una configuración del todo especial. Está ubicada en la zona occidental, montañosa de Guatemala, pero también tiene tierras bajas, sobre todo al norte, en la frontera mexicana. Tiene un territorio de 8.300 kilómetros cuadrados. La habitan unas ochocientas mil personas, pertenecientes a diversos grupos lingüísticos: quichés, ixiles, quekchíes. Fue el escenario de los capítulos más sangrientos y crueles de la guerra civil guatemalteca. Según sondeos, el 54% de la población se declara católico, un 30% es evangélico y el resto practica otras religiones, principalmente la que proviene de la tradición maya.
P.- ¿Y sus necesidades más apremiantes?
R.- La población es pobre, pues no hay oportunidades de trabajo fuera de la agricultura de subsistencia. Calculo que el equivalente a un 15% de la población trabaja indocumentada en los Estados Unidos. Sin embargo hay regiones con cierto desarrollo económico, como el municipio de Chichicastenango, que es meta turística de quienes visitan Guatemala. En Chajul y el Ixcán encontramos asociaciones de campesinos que han desarrollado la exportación del café orgánico a Europa y del cardamomo al Medio Oriente.
Sectas
P.- ¿Y las sectas, cuál es su situación?
R.- Primero hay que responder a la pregunta de cómo aparecieron las sectas evangélicas en Guatemala. La introducción del protestantismo en Guatemala, a finales del siglo XIX fue obra del régimen liberal, que creía que el protestantismo llevaría consigo el desarrollo de una actitud empresarial en el ánimo de la población. Luego, el otro impulso gubernamental para el crecimiento del evangelismo se dio durante el conflicto armado interno, pues según los análisis estratégicos norteamericanos, la Iglesia católica habría dejado de ser institución de apoyo a los intereses de los Estados Unidos en la región y había que contrarrestar su influencia. Durante la persecución que sufrió la Iglesia católica en Guatemala, y particularmente en Quiché, durante la década de los ochenta del siglo XX, hacerse evangélico era una especie de salvoconducto para conservar la vida. Muchos se hicieron evangélicos entonces. Al parecer, el crecimiento de la población evangélica en el país se ha estabilizado hacia el año 2000.
P.- ¿Cómo se podría contrarrestar el avance de las sectas evangélicas en su diócesis y en Guatemala?
R.- En los últimos tiempos, creo que muchos se han hecho evangélicos, porque encuentran en esas comunidades eclesiales una experiencia religiosa, que no encuentran en la Iglesia católica, a veces más ocupada en resolver los problemas de la pobreza y la salud. Yo no creo que vaya a haber en Guatemala ninguna conversión y vuelta masiva a la Iglesia católica, pero sí es necesario que facilitemos en mayor medida el encuentro con Jesucristo y experiencias de espiritualidad. La V Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Aparecida apunta a ese diagnóstico para el fenómeno del evangelismo en América Latina en general.
Mártires del Quiché
P.- ¿Cómo va la causa de beatificación de los tres sacerdotes y siete catequistas del Quiché, que fueron asesinados durante la guerra civil en el ejercicio de su ministerio pastoral?
R:- Durante el conflicto armado interno y la persecución a la Iglesia católica, tres sacerdotes, Misioneros del Sagrado Corazón, fueron asesinados por miembros del Ejército de Guatemala entre junio de 1980 y febrero de 1981. Junto a ellos, incontables catequistas, directivos de las comunidades de acción católica y ministros de la comunión fueron asesinados, junto a otros miles de la sociedad civil porque la estrategia contrainsurgente los clasificó como colaboradores de la guerrilla. La gente venera la memoria de sus familiares como mártires. Por iniciativa de los Misioneros del Sagrado Corazón y de la Diócesis hemos iniciado la etapa diocesana de canonización de los tres sacerdotes y siete laicos, como representantes de los que murieron en aquellas circunstancias. El proceso está en su etapa inicial. Lo hemos comenzado con gran ilusión. No me atrevo a pronosticar la duración del curso que tenemos por delante.
Agustinos Recoletos
P.- ¿Cómo ve la presencia y trabajo de los agustinos recoletos en Guatemala?
R.- Los agustinos recoletos vamos a cumplir este año 2008 cincuenta años de haber llegado a Guatemala por primera vez, en octubre de 1958. El trabajo que hemos realizado ha sido generoso, competente y sacrificado. Dos adversidades se ciernen sobre nuestro futuro: la falta de suficientes vocaciones en el conjunto de la Provincia de Nuestra Señora de la Consolación y el consiguiente incremento de la edad media de los religiosos. Guatemala, sin embargo, es uno de los lugares en los que los trece religiosos que allí trabajan tienen la edad media más baja. El desarrollo de la pastoral vocacional es un motivo de esperanza para la permanencia y ampliación de nuestra presencia en Guatemala a mediano plazo. Quiera Dios que la Provincia pudiera abrir un ministerio en Quiché. Por ahora lo veo difícil.
Plan Pastoral
P.- ¿Qué proyectos o programas pastorales se están elaborando en su diócesis en la actualidad?
R.- Desde que llegué a la Diócesis en enero del 2005, varios sacerdotes y otros agentes de pastoral expresaron el deseo de que iniciáramos cuanto antes la elaboración de un nuevo plan pastoral, pues el anterior había caducado. Ha sido un proceso largo pues todas las etapas del proceso han sido consultadas y no siempre se aceptaba ampliamente la metodología de trabajo que proponía. Finalmente en abril del 2008 abordaremos ya la etapa de la identificación y especificación de las líneas pastorales que nos guiarán durante los próximos años.
P.- ¿Cuáles serían las ideas fuerza y las líneas de acción en un futuro proyecto de pastoral?
R.- Hemos identificado cuatro núcleos: evangelización (con particular énfasis en el talante misionero de las parroquias); familia (un núcleo que abarca también la pastoral juvenil, la del hombre y la mujer); pastoral social y promoción humana (con especial atención a la pastoral hacia las familias de los migrantes) y comunión eclesial (en referencia a la espiritualidad y unidad interna entre quienes formamos la Iglesia).
Aparecida
P.- ¿Qué repercusión o influencia tendrá en Guatemala el “Documento Conclusivo” emanado de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, reunida en Aparecida (Brasil)?
R.- No lo sé todavía. Sin embargo siento que hay una actitud receptiva hacia el documento, hay interés en conocerlo y espero que esto se traduzca en aceptación de sus propuestas. Creo que será más efectivo lo que ocurra a medio plazo, que los efectos que podamos percibir ahora a los pocos meses de la publicación del documento. El Documento Conclusivo de Aparecida tiene una propuesta muy serena y madura para guiar a la Iglesia y para formar a las personas como discípulos y misioneros de Jesucristo con el fin de darles un sentido de vida y motivarlas para una incidencia en la cultura y la sociedad. Creo que Aparecida nos puede estimular, motivar e iluminar por muchos años, con tal de que sus palabras se transformen en actitudes y en acción.
Preocupación
P.- ¿Cuáles son los temas más importantes del informe que han presentado al Papa?
R.- En la preparación de la visita ad limina Apostolorum, cada obispo por separado responde a un cuestionario suministrado por la Congregación de los Obispos, en el que se inquiere sobre los más variados aspectos de la diócesis y de la realidad de la región. Sólo el cuestionario es un documento de veinticinco páginas. Cada sección del mismo responde al ámbito de competencia de cada uno de los dicasterios de la Santa Sede. En este sentido todos los aspectos son importantes.
P.- ¿Alguna preocupación específica sobre el Quiché?
R.- A mí particularmente, como obispo, me preocupa, desde el punto de vista social la pobreza, la falta de oportunidades, la migración y la consiguiente desarticulación de la familia. Desde el punto de vista eclesial me preocupan las tensiones internas entre los laicos que se denominan a sí mismos como de acción católica y los que se identifican como de la renovación carismática. Estas tensiones favorecen el crecimiento, por traslado, de los grupos evangélicos. Es necesario incrementar el número de aspirantes al seminario; estaría contento si cada año ingresaran uno o dos. Actualmente tengo siete seminaristas. Todavía quedan heridas de la guerra por sanar. Los procesos de reconstrucción de la identidad maya en el nuevo contexto de la globalización y los de la inculturación de la fe requieren atención permanente.