P.- ¿Por qué un documento de autoridad y obediencia?
R.- Estos dos conceptos han sufrido en los últimos años unos cambios muy importantes, sea en el campo cultural, con aspectos positivos y negativos, como en el ámbito eclesial y religioso. En la Iglesia, como por ósmosis, se siente el influjo de la cultura de hoy. En la vida religiosa la autoridad y la obediencia son consideradas a la luz de Jesús y de su Evangelio.
El Concilio había hablado de que “la obediencia religiosa, lejos de menoscabar la dignidad de la persona humana, la lleva, por la más amplia libertad de los hijos de Dios, a la madurez” (PC 14). El documento habla de la obediencia como expresión de la libertad, porque es una obediencia filial, no de esclavo. Obedecer al Padre significa reconocerse hijo, como Jesús; sentirse hijos amados por el Padre.
Diría que la buena salud de la vida religiosa depende en gran parte de la buena salud de la obediencia y la autoridad.
En siete idiomas
P.- ¿Cómo se ha gestado el texto?
R.- En mayo de 2004, en un consejo con 16 superiores y superioras generales se trató el tema del servicio de la autoridad dentro de la vida comunitaria. La exposición despertó interés y se consideró de gran utilidad para la vida consagrada. A continuación la Congregación “Plenaria” del Dicasterio, formada por Cardenales (19), Obispos (7) y Superiores Generales (8) afrontó el tema. La “Plenaria” se tuvo del 28 al 30 de septiembre de 2005. Como preparación al encuentro se elaboró un “instrumentum laboris”, que presentaba el tema e indicaba algunas pistas de reflexión. Durante la Plenaria se presentaron dos ponencias y se discutió sobre el tema. Toda esta documentación fue examinada y se comenzó a preparar el documento. Hubo varios esquemas, propuestas; se preparó un proyecto de documento, se reformuló, se hicieron algunas consultas a diversos niveles, etc. Finalmente a principios de año se llegó a una redacción definitiva; se envió a la Congregación de la Doctrina de la Fe y al Santo Padre para su aprobación. El 5 de mayo Benedicto XVI aprobó el documento y ordenó su publicación, con fecha de 11 de mayo, solemnidad de Pentecostés. El documento fue presentado en la Asamblea General de los Superiores Generales (asistieron 94 Generales y, como invitadas, 85 Superioras Generales). El documento ha sido traducido a siete idiomas: italiano, español, inglés, francés, alemán, polaco y portugués.
Buscar la voluntad de Dios
P.- ¿Qué clave propone para leer el documento?
R.- El mismo título del documento da la clave de lectura: “Tu rostro buscaré, Señor”. Todo cristiano, toda persona busca, de alguna manera, la verdad y la felicidad. ¿Cuál es el diseño, la voluntad de Dios sobre mi persona?. En la vida consagrada esa búsqueda se hace en comunidad, en compañía de los hermanos y guiados por el superior. El documento habla del superior, del hermano y la comunidad que viven y trabajan, como peregrinos, por buscar el rostro de Dios, es decir, la voluntad de Dios. Solo Él puede llenar nuestro corazón, como día N.P. San Agustín. Por ello la autoridad y obediencia tienen que buscar juntas esa voluntad de Dios y ambos tienen que escuchar y obedecer a esa voluntad. La Palabra de Dios guía esta búsqueda y esta ansia de felicidad y paz.
Modelo de escucha y obediencia es Jesús. La voluntad del Padre es el alimento que sostiene a Jesús; en Él todo es escucha y acogida del Padre, “obediente hasta la muerte, y una muerte en cruz”. No obstante este aspecto dramático, Jesús se siente amado por el Padre. De ahí que el aspecto cristológico ilumine y fundamente todo el documento.
Voto de obediencia
P.- ¿Qué aspectos destacaría del documento?
R.- Entre los temas importantes del documento señalaría: el de las mediaciones humanas (n. 9), el discernimiento comunitario (n. 20,e), y los números 13, 20 y 25 que dan una serie de indicaciones pastorales de cómo debe comportarse el superior en la búsqueda de la voluntad de Dios, en la vida fraterna comunitaria y en la misión. También es importante el tema de las obediencias difíciles (n. 26), la objeción de conciencia (27) y la difícil autoridad (28).
Sería interesante considerar también el voto de obediencia en perspectiva contracultural, como reacción al individualismo y a la autonomía anárquica o libertaria absoluta.
Resumiría diciendo que constituye una completa y positiva presentación de un argumento complejo y difícil, como es el servicio de la autoridad y la obediencia. Me parece un documento concreto y profundo, original y extraordinariamente abierto a la situación actual; sugestivo y entusiasmante.
La comunidad
Eusebio Hernández ha participado activamente en la elaboración de este documento. P.- ¿Qué importancia tiene hoy la autoridad y la obediencia en la vida de comunidad?
R.- Hoy día no se puede hablar de autoridad y obediencia sin hacer referencia a la comunidad. El documento alienta a construir comunidades fraternas, donde se escuche, se dialogue, se cree confianza, aprecio, corresponsabilidad entre los hermanos, donde todos contribuyan a las decisiones finales, donde se compagine el bien del individuo con el servicio a la obra. En este proceso será muy importante el discernimiento comunitario para descubrir juntos la voluntad de Dios.
Problemas
P.- Usted que conoce tantas órdenes y congregaciones religiosas, ¿cuáles son los principales problemas de la congregaciones religiosas y qué se está haciendo para superarlos?
R.- No me gusta hablar de problemas. Diría que el documento afronta la situación actual con realismo y optimismo.
Sí, hoy se habla con frecuencia de la crisis de la vida religiosa, de la disminución de vocaciones, de la reestructuración de provincias, de obras… Diría que el primer examen que debemos hacer es sobre la “calidad” de nuestra vida consagrada. Por ello la autoridad está presentada en el documento como servicio al religioso: para ayudarle a que viva su consagración con coherencia y entusiasmo; para animarle a que disfrute y colabore a construir comunidades fraternas; para que continuando la misión de Jesús lleve al pueblo de Dios el apostolado específico de su instituto.
Pienso que con estas disposiciones humanas y religiosas se podrán superar algunas de las situaciones que la vida religiosa debe afrontar en este providencial momento histórico que tenemos la gracia de vivir.
Ecos positivos
P.- ¿Cómo ha sido recibido el documento?
R.- Han pasado todavía pocos días para dar un juicio global, pero puedo anticipar que ha sido acogido muy positivamente. Durante la reunión de los Superiores y Superioras Generales (28-30 de mayo) hubo variadas intervenciones sobre el documento, ponencias, conferenciantes de diversas culturas, de los cinco continentes, y todos manifestaron un profundo agradecimiento a la Congregación para la Vida Consagrada. También los teólogos que intervinieron y los mismos grupos de trabajo, formados por superiores generales, lo han valorado muy positivamente. Consideraron que era necesario, que reflejaba muy bien la realidad actual de la vida religiosa, que era positivo, alentador, que daba un profundo respiro. Fue muy valorada la dimensión cristológica que guía toda la reflexión, así como las citas bíblicas que iluminan el texto.
Agustinos Recoletos
P.- ¿Cómo puede ayudar este documento a la familia agustino-recoleta?
R.- El documento arranca de la inquietud más profunda de la persona humana: “Quaerere Deum”, como diría San Agustín. Esta búsqueda de Dios constituye el programa de toda existencia humana, sedienta de absoluto y de eternidad.
“Ante todo, queridos hermanos, amemos a Dios; después, también al prójimo”. Estas palabras de la Regla de san Agustín constituyen también los primeros renglones del segundo capítulo del documento: El amor a Dios y al prójimo. Toda la vida religiosa para san Agustín se fundamenta en estos principios fundamentales. Estamos llamados “a edificar en Cristo una comunidad fraterna en la cual se busque a Dios y se le ame sobre todas las cosas”. Diría que el aspecto comunitario condiciona la misma autoridad y obediencia. La vida fraterna comunitaria constituye un compromiso fundamental y “toda fecundidad de la vida religiosa depende de la calidad de la vida fraterna”.
Además de este principio, basado en la espiritualidad de comunión, pienso que los agustinos recoletos podríamos asumir del documento hermosos consejos siguiendo las orientaciones pastorales y prácticas que nos ofrece el número 20, sin olvidar el 13 y el 25. En estos números podemos descubrir cómo vivir en intensidad y armonía esa fraternidad, esa unión de corazones.
Eusebio Ignacio Hernández Sola |
Nació en Cárcar, Navarra (España) el 29 de julio de 1944. Ingresó en el Colegio San José, Lodosa (Navarra), de los agustinos recoletos. Profesó en Monteagudo (Navarra) 30 de agosto de 1964. Realizó los estudios teológicos y fue ordenado sacerdote en Marcilla (Navarra) el 7 de julio de 1968. Obtuvo la Licenciatura en Derecho Canónico en la Universidad de Comillas, Madrid (1968-1971) y realizó cursos de doctorado; Estudió “Abogacía” (1969-1974) en la Universidad Complutense de Madrid e hizo cursos de práctica jurídica en la Universidad Complutense y Secretariado de Sociedades Anónimas (1974-1975) en la misma universidad madrileña. Después de su ordenación, el año 1968, residió en Madrid, un año en la parroquia Santa Rita y seis de director espiritual en la residencia universitaria Augustinus. Durante todo este tiempo realizó estudios universitarios. En 1975 fue destinado a Roma, en la Curia General, como oficial de la CIVCSVA. Con este encargo permanece hasta la fecha. |