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José Luis Garayoa: “Pedíamos a Dios que nos matasen de un disparo y no cortándonos a pedacitos”

P.- ¿Qué queda en la memoria y en tu corazón del secuestro de hace diez años?
R.- Fueron días duros. Días en los que solo te sostenía la fe. Días en los que pedíamos a Dios que nos matasen de un disparo y no cortándonos en pedacitos. A partir de esos días aprendí a relativizar más los problemas y las cosas. Aprendí que puedes perder todo lo externo, todos tus recuerdos, pero que nadie te puede robar tu interior. Por ejemplo, me robaron la alianza de matrimonio de mi madre, pero nunca su cariño. Y, sobre todo, aprendí lo que significa sentirte absolutamente indefenso en las manos de Dios. De ese Dios a quien amaba sobre todas las cosas a pesar de haberle fallado una y mil veces. De un Dios que nos quitaba el miedo y nos hacia vivir el día a día con esperanza. Siempre dije que Sierra Leona no me había dejado dolor, sino nostalgia. Nostalgia de volver. He visto con mis propios ojos cometer atrocidades impensables en un ser humano. He estado a 5 segundos de ser fusilado. Y, sin embargo, si me preguntas con qué me quedo de todo aquello te diría que con la sonrisa de los niños. Todo viajero en este país queda prendado de ella. Y, si te asomas a sus ojos, sólo ves esperanza.

Regreso

P.- ¿Por qué has vuelto a Sierra Leona?
R.- Una de las tantas promesas que le hice a Dios en esos días fue que si salía vivo del secuestro, dedicaría no menos de 5 años de mi vida a ayudar al pueblo de Sierra Leona. De las otras promesas mejor no hablo porque necesitaría media docena de conventos de monjas de clausura para rezar todo lo que yo prometí rezar y no he cumplido. Luego te das cuenta de que cuanto más sirves, mas te enriqueces. Al final, no sabes si tu deuda disminuye o aumenta, porque son muchas más las bendiciones. Incluso más joven me siento. Y, lo que es más importante, todavía ilusionado con mi ser religioso. Nunca lo había estado tanto antes. Podría decirte que, mientras se tenga capacidad de soñar, la edad biológica nada tiene que ver con la edad psicológica. Que la misión rejuvenece. Lo que pasa es que uno no se lo termina de creer hasta que lo vive. Incluso puedo entenderlo.

P.- ¿Qué destacarías de los tres años que llevas en una misión tan pobre?
R.- Alguien podría pensar que lo más destacable son las 9 malarias, y 4 tifoideas contraídas, pero no. Eso se arregla con “artesunate” y “amodiaquina”. Para mí, lo más importante es el descubrir lo que dije antes: que cuanto más te das, más recibes. Pero descubrirlo en primera persona, no en los libros. Descubrir que los que se creen ricos no lo son tanto, y que hay muchos pobres con tesoros escondidos en el alma. Vaya, en definitiva, descubrir que el Evangelio es verdad. Te puedo asegurar con toda sinceridad que el vivir con los más pobres tiene más de maravilloso que de heroico.



”Te puedo asegurar con toda sinceridad que el vivir con los más pobres tiene más de maravilloso que de heroico.”
Líderes analfabetos

P.- ¿Cuáles son vuestros proyectos de evangelización?
R.- Por fin, la gran pregunta. Lo he dicho mil veces porque así lo siento: Evangelio significa buena noticia, y dar una buena noticia no es sólo enseñar a rezar (que también lo hacemos), sino dar cultura al que tiene hambre de cultura, y pan al que tiene el estomago vacío. Nada más aterrizar en Sierra Leona puedes darte cuenta de que la necesidad básica de su gente es educación y salud. Se nos morían los niños a racimos (las estadísticas dicen que 4 de cada 10), y nos partía el alma. Algo teníamos que hacer, y lo hicimos: buscar la cooperación exterior para dar atención médica y medicinas gratuitas. Es difícil enseñar a quien no sabe leer y escribir. Para que os hagáis una idea, el 99% de nuestros líderes son analfabetos. En cada correría apostólica debo explicar el evangelio de 4 semanas con ejemplos sencillos y fáciles de memorizar. No pueden tomar apuntes, ni leer, pero luego deberán explicar en sus comunidades lo aprendido. Les hago repetir mil veces lo que les expliqué, pero no quiero ni pensar en qué quedará el mensaje que ellos anuncien a su pueblo. Supongo que Dios les iluminará.

Así que no nos quedó más remedio que comenzar un programa de becas para facilitar, especialmente a la mujer, el acceso a la educación secundaria. Nuestros catequistas no son, como ellos mismos dicen, “sacramental people” (capaces de recibir la eucaristía), porque sus relaciones de pareja no son las más apropiadas. Baste decir, como ejemplo, que el líder cristiano de Kamayeh tiene sus tres mujeres cantando en el coro y que me organiza unas procesiones que envidiaría cualquier pueblo de mi tierra. Sabemos a dónde queremos ir, y deseamos seguir los consejos del primer Sínodo de la diócesis de Makeni, pero todavía nos queda un largo camino que recorrer. Las diferencias culturales son abismales y tenemos que acercarnos a su cultura como a terreno sagrado, descalzándonos los pies, para desde allí cristianizar y anunciar la Buena Nueva de Jesús de Nazareth.

Pequeños milagros

P.- ¿Qué ayuda recibís los misioneros del exterior para realizar tan importante labor humanitaria?
R.- Nada de lo logrado hubiese sido posible sin la ayuda exterior. Una de las sorpresas personales más grandes ha sido el ver cómo el blog que escribo ha desatado una ola solidaria en lugares tan dispersos de España como Extremadura, Valladolid, Madrid, Navarra, Cádiz, Málaga, Murcia, Zaragoza. Muchas veces me planteé dejar de escribir porque me parecía demasiado simple nuestra vida como para ser contada. Incluso quería evitar el que alguno, que siempre los hay, viese en el blog un afán protagónico. Ahora, simplemente escribo como un servicio más y como una vía de comunicación con tanta gente enganchada a nuestros proyectos.

Concretamente te diría que desde nuestro Colegio San Agustín de Valladolid ya han salido 5 contenedores con ayuda humanitaria. El alma de esos envíos es el P. Juan Luis González, al que he tenido la dicha de recibir hace un par de semanas en Kamabai, y que ha sido testigo del bien que se puede hacer cuando se pone el corazón en la mano.

Liza, Yamasita para los amigos, acaba de aterrizar en Madrid para estudiar 5 años en la Universidad CEU San Pablo. Conseguimos una increíble beca que hizo posible nuestro sueño: el que nuestra gente pudiese realizar estudios superiores en el extranjero. Liza es de Kakola, una pequeña aldea, y la Asociación de ex alumnos del Colegio San Agustín de Valladolid le pagó dos años de universidad en Sierra Leona. Ahora es un símbolo: si ella lo hizo, ¿por qué yo no?

En octubre, y gracias a la generosidad de la Junta de Extremadura, llevaré conmigo a España a un niño de 4 años para ser operado de los pies. El fuego se los destrozó, pero con una cirugía reconstructiva podrá volver a caminar. Otro milagro más. Repito: nada podría hacer sin vosotros.



”Siempre oí decir que éramos una Orden eminentemente misionera. Si esto es verdad debieran sobrar voluntarios para el trabajo de primera línea.”
Entusiasmo misionero

P.- Como agustino recoleto, qué posibilidades y necesidades destacarías para la misión evangelizadora. ¿Cómo vivís la vida comunitaria?
R.- Siempre oí decir que éramos una Orden eminentemente misionera. Si esto es verdad debieran sobrar voluntarios para el trabajo de primera línea. Algo nos está pasando cuando preferimos la seguridad y la comodidad al riesgo y a la aventura. Y hablo de la vida en aventura desde la perspectiva de fe. Necesitamos gente entusiasta por la misión. Gente que se comprometa al menos por un tiempo prudencial y no por 7 u 8 meses. No se pueden hacer planes de futuro cuando los miembros de una comunidad cambian constantemente. Entiendo cambios por motivos de salud, pero no por falta de coraje para aceptar las limitaciones de la vida misionera.

No quiero ser crítico con nadie. Simplemente manifiesto lo que siento y lo que veo. Aquí, como en ningún otro sitio, podemos decir que la mies es mucha y los trabajadores pocos, y ya creciditos. ¿Qué significa vivir en comunidad? ¿Rezar juntos? ¿Tomar café juntos? ¿Ver la televisión juntos? Quiero ser sincero: nunca antes como ahora he vivido menos junto a mi compañero, pero tampoco nunca como ahora había sentido auténtica hambre de estar con él. Hacemos lo imposible por alimentar tanto el cuerpo (arroz) como el alma (oración) juntos. Y lo extrañamos cuando esto no es posible. Hasta hace poco ha sido posible el cumplir la letra de las Constituciones viviendo en comunidad tres personas: Manuel, Jamer y un servidor. Pero tanto Manuel como yo nos hemos sentido siempre unidos a la Orden y orgullosos de nuestra pertenencia a ella, a pesar de ser sólo dos.

El obispo

P.- ¿Cómo es vuestra relación con el obispo y la diócesis de Makeni?
R.- Reconozco que siento debilidad por George Biguzzi desde los días de mi secuestro. Se comportó como un autentico pastor en busca de sus ovejas, y a mí me ganó para siempre. Es más, me cuesta imaginar la diócesis sin él. Por lo demás, creo que el cariño es mutuo y sincero porque le atendemos dos comunidades importantes: Kamalu y Kamabai, y hasta ahora no le hemos dado quebraderos de cabeza.

Voluntarios laicos

P.- ¿Podrías explicar la colaboración de los voluntarios en los últimos años?
R.- La colaboración ha sido tal que nos hemos visto obligados a hacer reservas con un año de antelación. Marcos Portillo, está colaborando con nosotros un año haciendo un estudio serio de nuestras escuelas. Nos han visitado durante tres semanas tres odontólogas: Chelo, Maite y Carmen. Fruto de la visita ha sido la donación de un pozo de agua por parte del Colegio de Odontología de Málaga. Irene Moya, ingeniera agrícola, anda en estos momentos levantando un invernadero. Carlos y Aurora estudiaron las aguas y jugaron con los pikines (niños). Y así sucesivamente. Curiosa fue la visita del Alcalde de Viana, Navarra, para inaugurar la escuela que donó su pueblo. Vino acompañado de mi sobrina Laura, periodista. Ahora anda consiguiendo tractores por la Ribera de Navarra.

P.- ¿Cómo se puede colaborar con la misión de Kamabai y Kamalo?
R.- Económicamente apoyando nuestros proyectos, y religiosamente apoyándonos a nosotros con vuestra oración y cariño. Y, aunque parezca increíble, en estos momentos necesitamos más lo segundo que lo primero. No somos mejores que nadie, ni mas heroicos, simplemente vivimos nuestra vocación agustino-recoleta donde la Iglesia nos ha pedido. Y lo hacemos con ilusión renovada cada día. Pero también nos cansamos y nos frustramos ante tanto dolor y tanta miseria. Un simple correo electrónico, una palabra de aliento, hace que nos sintamos menos solos y que nuestro sentido de pertenencia a la Orden se robustezca.

P.- ¿Qué dirías a los agustinos recoletos y a todos los que se acercan al sitio web de la Orden?
R.- Me da pudor dar consejos, porque los he necesitado y los sigo necesitando mil veces. Simplemente que aquí, en este rinconcito del mundo, es un honor el tener un solo corazón y una sola alma dirigidas hacia Dios. Y que nuestro trabajo lo realizamos con ilusión gracias al apoyo de todos vosotros. Y que si alguien se siente tocado especialmente para ofrecerse como voluntario, sería un honor el contar con su ayuda.

Datos personales

José Luis Garayoa Alonso nació en Falces (Navarra, España). Vivió en Pamplona con su familia hasta que ingresó en el seminario menor de Lodosa (Navarra), hizo la profesión en Monteagudo (Navarra) el 13 de agosto de 1972, estudió en Marcilla (Navarra) donde hizo la profesión solemne en 1975 y fue ordenado sacerdote el 11 de julio de 1976. Pertenece a la provincia de San Nicolás de Tolentino.

Comenzó a ejercer su ministerio en México: Chihuahua y México DF. Ha trabajado en la Ciudad de los Niños de Costa Rica durante diez años, en el colegio San Agustín de Valladolid nueve, y después de pasar un breve tiempo en Madrid fue voluntario para la misión agustino recoleta en África, en Sierra Leona. A las pocas semanas de estar en la misión, fue secuestrado por las RUF (guerrilla rebelde) de Sierra Leona el 14 de febrero de 1998 en Lunsar. Fue liberado, junto a sus compañeros (tres hermanos de San Juan de Dios y un voluntario), 15 días más tarde. Después estuvo siete años en El Paso (USA) y actualmente, trasladado a la Provincia de San Ezequiel Moreno, desarrolla su labor en la misión de Kamabai, de nuevo en Sierra Leona.

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