P.- ¿Qué resaltaría de su primera visita como obispo al Santo Padre?
R.- Resaltaría la acogida y cercanía no sólo del Papa Benedicto XVI, sino también de sus inmediatos colaboradores en los diversos Dicasterios y Congregaciones Romanas, que sobre todo se han mostrado interesados por disponer de una información de primera mano sobre algunos asuntos de la Iglesia en Panamá, tales como la formación de los futuros sacerdotes, la promoción vocacional, la formación de laicos y catequistas, el desafío de la pobreza a la actividad evangelizadora de la Iglesia, la situación de la familia, etc.
P.- ¿Qué aspectos destacaría del discurso que les ha dirigido el Papa al finalizar la visita?
R.- A mí en particular me ha llamado la atención el interés del Papa por el impacto de los medios de comunicación social (mass media) en la orientación de una cultura que promueve una serie de valores o acaso antivalores, a veces contrarios a los valores específicamente cristianos, y que reclama de la Iglesia y de modo particular a los obispos una respuesta coherente con los valores del Evangelio.
P.- ¿En qué ha cambiado su vida al ser nombrado obispo?
R.- Bueno, es un cambio que requiere tiempo para digerirlo. Creo que en alguna entrevista me he referido a este punto. Debo aprender a ser obispo y mantener, por convicción, en la medida de lo posible, aquello que es característico del carisma agustino recoleto: la vida fraterna y el compromiso apostólico en comunidad.
Mons. Saldaña en compañía de Fr. Miguel Miró, que le entrevistó. Prelatura de Bocas del Toro
P.- Podría describirnos brevemente la prelatura de Bocas del Toro y decirnos qué dificultades encuentran para la evangelización y que proyectos comunes tienen.
R.- Las principal dificultad que he constatado estos primeros meses es: contar con un personal insuficiente para afrontar el desafío de la formación de los laicos, de abordar el tema de la inculturación del Evangelio, de la promoción vocacional. Otro reto es el de la pobreza y pobreza extrema, que afecta sobre todo a los indígenas, que representan el 60% de la población de la Prelatura (cerca 130.000 habitantes)
P.- ¿Cómo afrontan el reto de la inculturación en la evangelización?
R.- En este tema los padres de la Misión han hecho un gran esfuerzo de inculturación comenzando con la presencia continua, el acompañamiento de los pueblos indígenas ngobe-buglé y naso en sus reivindicaciones territoriales, en la recuperación de la memoria histórica que guarda la tradición oral de estas etnias con sus mitos y leyendas, en la traducción a su lengua de oraciones, algunas partes del rito de la Misa…
P.- ¿Cómo tienen organizada la pastoral familiar y vocacional?
R.- Estos son dos puntos en los que se han hecho esfuerzos, pero todavía no han cristalizado ni en mayor consistencia de las familias cristianas, ni en abundancia de vocaciones a la vida consagrada o al ministerio sacerdotal.
P.- ¿Con cuántas comunidades y religiosos agustinos recoletos cuenta la prelatura?
R.- Contamos en la actualidad con diez religiosos sacerdotes agustinos recoletos distribuidos en cuatro comunidades que atienden cinco parroquias. La mitad de estos tienen entre quince y treinta años de servicio misionero en la Prelatura.
P.- ¿Podría indicarnos algunos de sus deseos y su esperanzas como pastor de Bocas del Toro?
R.- Como pastor desearía tener más sacerdotes, más laicos dispuestos a colaborar con la misión evangelizadora de la Iglesia, así como contar con familias bien constituidas que fuera el semillero natural de las vocaciones que la Iglesia necesita.
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Palabras del Papa a los obispos de Panamá |
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Palacio Apostólico de Castelgandolfo. En su País, como en otros lugares, se están viviendo momentos arduos, que generan desazón, y también situaciones que despiertan gran esperanza. En el actual contexto, reviste particular urgencia que la Iglesia en Panamá no deje de ofrecer luces que contribuyan a la solución de los acuciantes problemas humanos existentes, promoviendo un consenso moral de la sociedad sobre los valores fundamentales. Por eso es primordial divulgar el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, que facilita un conocimiento más profundo y sistemático de las orientaciones eclesiales que particularmente los laicos han de asumir en el campo político, social y económico, favoreciendo igualmente su correcta aplicación en las circunstancias concretas. Así, la esperanza cristiana podrá iluminar al pueblo de Panamá, sediento de conocer la verdad sobre Dios y sobre el hombre en medio de fenómenos como la pobreza, la violencia juvenil, las carencias educativas, sanitarias y de vivienda, el acoso de innumerables sectas o la corrupción, que en diversa medida turban su vida e impiden su desarrollo integral. |
