Sacerdote y educador por vocación, Francisco Javier Lopeandía ha formado a cerca de 4.000 alumnos en Panamá, muchos de los cuales han ocupado altos cargos públicos y del sector privado a lo largo de estas cuatro décadas, según explicó en la ceremonia el rector del centro educativo, P. José María Aguerri.
Por su parte, el alcalde Navarro se mostró "honrado por poder entregar este reconocimiento a nombre de todos los ciudadanos de la capital al padre Lopeandía, quien lo tiene bien merecido por todos los frutos que ha dado su labor entre los jóvenes panameños".
Lopeandía, por su parte, dijo que recibe "con humildad" el reconocimiento, aunque consideró que "no me lo merezco" y añadió que es un reconocimiento a la labor de todos los sacerdotes agustinos, los profesores de su colegio, los estudiantes y padres de familia que "siempre están allí" apoyándole.
Francisco Lopeandía, nacionalizado panameño, estudió Psicología en la Universidad de Panamá y su tesis "La comprensión lectora en función del incremento del vocabulario" es muy valorada, "más todavía en estos tiempos, donde las dificultades en la comprensión de la lectura dan a esta tesis valor de actualidad", resaltó Aguerri.
Además de vicerrector y educador, el sacerdote navarro dirige la Comisión sobre la Acreditación de Calidad Educativa en el Colegio San Agustín, proceso que es desarrollado con apoyo de la organización de colegios privados de México.
Agradecimiento
El padre Lopeandía, en tono emocionado por el reconocimiento de su trabajo en Panamá, agradeció, en primer lugar, al Señor por haberle concedido estar allí en ese momento tan especial; al alcalde por haberle considerado digno de la distinción de las llaves de la ciudad y por el gesto de haber ido a entregárselas en persona al colegio; a sus compañeros agustinos recoletos José María Aguerri y Benjamín Ayechu por las gestiones silenciosas para conseguirle la condecoración y a Manuel José Paredes por servir de mediador ante el señor alcalde; a todos los religiosos presentes y a todos los que habían trabajado con él en tiempos pasados; a los educadores y profesores agustinianos presentes y pasados, dijo, quiero hacerles llegar mi más profundo agradecimiento por su dedicación, abnegación y entrega al servicio de los alumnos; a los padres de familia de todas las generaciones, especialmente a ese grupo que ha sabido estar siempre en cada momento especial.
A las Asociaciones de padres y madres de familia por su positiva disposición y dedicación; a los alumnos y ex alumnos: “Todos ustedes son la razón de nuestra vida. Ustedes son la mejor explicación y testimonio a esta condecoración, que se la brindo de todo corazón”.
Les recordó la alegría que había experimentado tantas veces al vivir la calurosa acogida que había encontrado en tantos ex alumnos cuando se encontraba con ellos en los distintos lugares de trabajo. Y terminó con una frase encontrada en Internet: “Si la única oración que dijera en toda mi vida fuera “gracias”, bastaría”.