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Una vida dedicada a san Agustín

Solía contar la historia de su vocación. Al principio, su madre le había consagrado a Dios pensando quizá más en los jesuitas que en los agustinos recoletos. Pero, como lo contaba Francisco, muchos muchachos de Cáseda, su pueblo natal en Navarra (España), iban al seminario de los agustinos recoletos y él quiso estar con ellos.

Las fechas significativas de su vida (la profesión solemne en 1931, y la ordenación sacerdotal en 1934) se sucedieron según lo normal en los programas de formación religiosa de aquellos años con la excepción de que a él le eligieron para ampliar sus estudios de Teología en la Universidad Gregoriana de Roma (Italia). Se graduó con honores y, un año después de la ordenación sacerdotal, estaba de camino a los Estados Unidos para comenzar una carrera de 73 años de ministerio en lugares nada corrientes para un joven recién salido de las casas de formación de España y Roma. Iba a participar en el gran proyecto arriesgado y difícil de fundar un seminario en un lugar bien distante de su tierra natal, y aún más distante en cultura, lengua y religión. El joven licenciado de Roma se lanzó a la tarea estudiando inglés, haciendo amigos entre el clero local, y adquiriendo un gran interés por el deporte americano.

Wall Street

Durante los primeros 25 años de dedicación a la formación académica de los candidatos a la vida religiosa y al sacerdocio, tanto en Kansas City (1935-1959) como en Suffern, New York (1959-1983), siempre ayudaba a las comunidades buscando fondos para el mantenimiento de las casas. Todos los años al comienzo de las vacaciones del verano salía del convento cada día para visitar a los bienhechores y pedirles su apoyo económico. Fue un gran ejemplo de humildad y sencillez, en un hombre con unas excepcionales dotes intelectuales.

Estando ya en el este del país, en el convento de Tagaste, se atrevía a visitar los despachos de los grandes de Wall Street con el fin de conseguir fondos para el nuevo seminario. Mientras, servía a la comunidad como profesor al tiempo que ultimaba su gran obra de investigación: el Enchiridion Theologicum Sancti Augustini. Este texto en latín lo preparó Moriones con motivo del certamen internacional organizado para conmemorar el centenario del nacimiento de san Agustín, el año 1954. Francisco redactó su obra con la ayuda de un equipo de mecanógrafas que no sabían nada de latín. Fue un ejemplo más de cómo Moriones se ganaba la confianza de la gente. Su trato con los bienhechores fue siempre muy delicado y agradecido. Jamás buscaba provecho personal.



Firmando uno de sus libros en Union City (New Jersey).
Homenaje en Kansas City

Al volver de Nueva York a Kansas City y al monasterio de San Agustín, fue recibido por las amistades de antes, especialmente, por las familias de los barrios hispanos, y por los conventos y colegios de la ciudad. Inició una etapa de su vida dedicada a la educación de laicos, estudiantes en los cursos preuniversitarios. Se trata de Donnelly College, un instituto de la archidiócesis de Kansas City, Kansas, administrado por las religiosas benedictinas. Es un colegio muy especial donde educaron particularmente estudiantes de las clases pobres de la ciudad con el fin de brindar a estudiantes menos favorecidos una oportunidad para insertarse en la vida académica y profesional. La mayoría de estos jóvenes, y no tan jóvenes, no era católica. A estos estudiantes el padre Francisco, con su conocida dinámica de profesor, les iba abriendo los amplios horizontes de la filosofía. Durante más de 20 años, salió del convento cada día con una disciplina y sentido de responsabilidad muy apreciada por los estudiantes. En las vísperas de un nuevo traslado a Nueva York, Fr. Moriones fue honrado por la ciudad de Kansas City cuando el alcalde de la ciudad declaró que el día 13 de junio 1983 iba a ser El Día de Father Francisco Moriones para toda la ciudad, un reconocimiento de su gran servicio a la educación de los ciudadanos.

Otro gran compromiso que tenia Fr. Francisco fue la formación espiritual y religiosa de las Siervas de María en el convento que tienen en Kansas City. Fueron los años pos-conciliares y, con los documentos de este histórico concilio, les impartió clases semanales. Y no fueron ellas las únicas que iba a beneficiar de estas conferencias sino el incluso el arzobispo de la archidiócesis le consultaba acerca de los mismos documentos.

Fraternidades seglares

Se encontró con nuevas oportunidades del apostolado cuando fue trasladado, primero a la casa provincial y, luego, al convento de Tagaste. Fue nombrado director espiritual de las fraternidades de los Seglares Agustinos Recoletos, un desafío que tomó muy a pecho. No tenía mucho interés en la antigua Tercera Orden, pero comenzó a ver este movimiento de laicos como algo muy importante para el futuro de la Orden. Tan grande fue su dedicación a los seglares que llegó a escribir una obra en tres tomos sobre la “Espiritualidad Agustino Recoleta”. Al lado de su compromiso con los seglares, Moriones, de nuevo, asistió como maestro para las Agustinas Recoletas de clausura del convento de Irvington, la primera fundación de estas religiosas mexicanas en los Estados Unidos.



En el curso de renovación de 2005.
Experto agustinólogo

Hay montones de cosas que uno puede escribir acerca de la persona y la obra de Francisco Moriones. Lo que fascina a sus compañeros religiosos es la generosidad de su entrega a Dios y a su familia religiosa. Su mente clara y profunda nunca descansó. Solía prepararse para cada clase que daba. Supo ponerse en la situación de sus discípulos. Durante los largos tiempos en su celda volvía fielmente a la pasión de su vida, San Agustín de Hipona. Su Enchiridion Theologicum Sancti Augustini estaba presente en las manos de los conciliares del Vaticano Segundo. A la edad de 90 años volvió a editar la obra ahora en español usando por primera vez el ordenador  ayudado por los jóvenes seminaristas, más entrados en esta tecnología. Numerosos artículos suyos han sido publicados en la revista Augustinus y otros más se encuentran en las páginas de los libros: El Pensamiento de San Agustín para el hombre de hoy, y  los tres tomos de Espiritualidad Agustino Recoleta que  todavía actualmente en semplean en las casas de formación y entre los seglares de las fraternidades de la Orden.

El padre Moriones se americanizó desde el principio de su vida en los Estados Unidos. Luchaba para aprender el inglés y lo hizo aunque le quedo siempre en el hablar un fuerte acento navarro. Llegó a apasionarse por el deporte del país, el tenis, el football americano y, sobre todo, el golf. Seguía de cerca la política del país estudiando los discursos de los políticos, y preparándose muy a conciencia para votar en las elecciones. Su manera de tratar a los laicos con delicadeza y gratitud servía como lección viva para los estudiantes de las casas de formación. Le echamos en falta; ha sido un gran ejemplo de verdadero amor por su vocación y por su familia religiosa. Fue una prueba viva de la autenticidad de nuestro carisma agustino recoleto.

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