P.- El pasado 20 de noviembre Benedicto XVI recibió en audiencia a la Congregación y pronunció un discurso sobre la vida monástica. ¿Cuál fue el motivo del encuentro?
R.- La Congregación para la Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica celebró dos encuentros muy importantes en el mes de noviembre pasado. Uno, la conmemoración del primer centenario de la Congregación; el otro fue la celebración de la Congregación Plenaria de nuestro dicasterio, los días 18 a 20 de noviembre de 2008, que trató precisamente sobre la “Vida monástica y su significado en la Iglesia y en mundo de hoy”. Con ocasión de estos dos acontecimientos, el Santo Padre nos recibió en audiencia y nos ofreció una hermosa reflexión sobre ellos.
P.- ¿Qué es la Congregación Plenaria?
R.- Constituye el momento más importante y significativo de la vida de la Congregación. En este encuentro participan los miembros del dicasterio que son cardenales, obispos y superiores generales nombrados por el Santo Padre y que proceden de diversos países. Se suele celebrar cada dos años y en él se estudian los temas de mayor relevancia y actualidad de la vida consagrada. Fruto de estos encuentros han sido los documentos publicados por la Congregación, como: “Vida fraterna en comunidad”, “Caminar desde Cristo” y últimamente “El servicio de la autoridad y obediencia”.
La Plenaria con el Papa Benedicto XVI. Análisis
P.- Dentro de ese título general de la vida monástica, ¿cuáles fueron los asuntos principales que trataron?
R.- En primer lugar se reflexionó sobre los elementos característicos de esta forma de vida consagrada, como son: la búsqueda radical de Dios y el amor apasionado por Cristo, la centralidad de la Palabra de Dios, de la liturgia de la horas, de la Eucaristía, la vida fraterna en común y la apertura a aquellos que desean participar de alguna forma a la vida espiritual de la comunidad. Se hizo una presentación panorámica de la situación sociológica y estadística de la vida monástica hoy. Se presentaron algunos testimonios iluminadores de monasterios femeninos, con vida pujante y otros con dificultades, de países y de espiritualidades diferentes. Se reflexionó, también, sobre algunos aspectos de carácter jurídico y estructural.
P.- Hace unos años la Congregación pidió a la Orden de Agustinos Recoletos información sobre los monasterios de las monjas de vida contemplativa. ¿Tiene alguna relación con la Plenaria?
R.- Sí, la Congregación está interesada y sigue con mucha atención el caminar de la vida contemplativa. A petición de una plenaria precedente se juzgo que era necesario saber cuál era la situación de la vida monástica, especialmente femenina, en España. En el 2005 se hizo una encuesta a través de los superiores generales y de los obispos que tienen alguna relación con estos monasterios de vida contemplativa. No podemos olvidar que España es el país con mayor número de monasterios y religiosas contemplativas que existe en el mundo. De sus numerosos monasterios salieron también muchas monjas a fundar otros, especialmente en América Latina. Hoy día, sin embargo, la escasez de vocaciones y el envejecimiento está obligando a cerrar algunos monasterios.
España, a la cabeza
P.- ¿Cuál es pues la situación numérica mundial de la vida monástica?
R.- En el mundo hay 3.511 monasterios, 44.982 monjas (2006) y en España hay 850 monasterios (el 24,1 % del total) y 10.568 monjas (el 21,8 %). Es la nación con el mayor número de monasterios y de monjas del todo el mundo. El segundo país es Italia con 523 monasterios y 6.446 monjas. En Europa en total hay 2.229 monasterios (en 1985 eran 2.321) con 28.798 religiosas de votos solemnes (en 1985 eran 40.321). En cambio en Asia, Africa y América Latina hay un aumento muy significativo de monasterios y de hermanas profesas. En los países del centro y el sur de América hay 646 monasterios (en 1985 eran 552) y 9.155 religiosas profesas solemnes (en 1985 eran 8.418).
En Europa y, especialmente, en España, vemos que habrá que acompañar el cierre de algunos monasterios. P.- ¿Piensan publicar alguna instrucción o documento sobre este tema?
R.- La Congregación ha recogido toda la documentación, la está estudiando y está intentando ver cuál sería el camino mejor para ayudar, alentar y acompañar esta maravillosa forma de vida consagrada. Hace diez años precisamente se publicó la instrucción “Verbi sponsa”. Ahora se está considerando si es necesario ofrecer alguna otra indicación.
Desafíos
P.- ¿Cuáles son los desafíos más urgentes que tienen que afrontar?
R.- En Europa, y especialmente en España, vemos que habrá que acompañar el cierre de algunos monasterios, por la escasez de vocaciones y el envejecimiento de las hermanas; una decisión seguramente dolorosa, pero necesaria. Otro asunto que exige un interés particular es el de la formación inicial y continua. Hoy se insiste en la necesidad de ofrecer a la religiosa contemplativa una formación cultural, humana, religiosa y espiritual completa: teología, liturgia, biblia, carisma, vida consagrada, etc. Comprendemos que esta riqueza formativa difícilmente se puede dar en cada uno de los monasterios; de ahí la necesidad e importancia de las federaciones como organismos de comunión y de servicio a favor de los monasterios de monjas. La misma vida litúrgica, que constituye el núcleo central en la vida monástica, se ve limitada y empobrecida cuando el número de hermanas es muy reducido.
P.- ¿Y no pueden ir a España monjas de otros países para evitar el cierre de más monasterios?
R.- El trasladar monjas a otros países implica un riesgo enorme, a no ser que sean profesas de la misma federación o espiritualidad carismática. Diría que hay que compaginar armoniosamente la autonomía del monasterio con las exigencias del nuevo contexto socio-cultural. No podemos olvidar tampoco que tantas personas del mundo se acercan a los monasterios buscando una respuesta a sus inquietudes existenciales y espirituales, buscando a Dios. Estas y otras situaciones nos obligan a prestar una atención especial a este género de vida. Hay que tener en cuenta el significado profundo y la riqueza espiritual que la vida contemplativa comporta para toda la Iglesia y para toda la vida consagrada. En ella brilla la transparencia del primado de Dios, el “quaerere Deum”, la vida fraterna en comunidad, y constituye una fuerte llamada de los bienes futuros.