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Nueve jóvenes de cinco países se consagran a Dios como agustinos recoletos

Coincidiendo con la fiesta de san Ezequiel Moreno, cuyos restos mortales se encuentran en este monasterio, nueve jóvenes nacidos en México, Brasil, China, Perú y Venezuela prometieron públicamente en una solemne y alegre celebración litúrgica y ante una numerosa concurrencia vivir como religiosos agustinos recoletos observando los tres votos de la vida religiosa: pobreza, castidad y obediencia en la vida común, siguiendo el ejemplo de san Agustín.

A las 17.30 horas se puso en marcha una procesión que abría la cruz y a la que seguían los nueve novicios: Efraín, Pedro, Francisco, Marcos y Carlito, pertenecientes a la Provincia agustino-recoleta de San Nicolás de Tolentino; y Marino, Marlon, Reynaldo y Jeremías, pertenecientes a la Provincia agustino-recoleta de San José. Detrás de ellos más de cincuenta sacerdotes agustinos recoletos, llegados de diversos puntos de la geografía española y residentes muchos de ellos en el extranjero: Costa Rica, Estados Unidos, México, Perú, Venezuela… Cerraban la procesión Javier Jiménez García-Villoslada y José Ramón Pérez Sáenz, priores provinciales de San Nicolás de Tolentino y San José respectivamente.



Después de la homilía, cada uno de los nueve novicios leyó ante la asamblea la fórmula de su consagración al Señor como agustinos recoletos.
Abrazos y cánticos

Después de la homilía, cada uno de los nueve novicios leyó ante la asamblea la fórmula de su consagración al Señor como agustinos recoletos. Un momento de júbilo intenso es siempre la acogida de los neoprofesos en la comunidad. En la Orden de Agustinos Recoletos se expresa esta acogida con un abrazo a cada uno de los neoprofesos por parte de cuantos religiosos agustinos recoletos están presentes en la celebración.

El coro de novicios, bajo la batuta de Ricardo Mediavilla, maestro de novicios, interpretó magníficamente los cantos apropiados al momento litúrgico que estaba viviendo la asamblea. Especial emoción contenida produjo la interpretación del canto a voces "Madre mía, que estás en los cielos…" durante el ofertorio, y el canto de acción de gracias con música y letra chinas entonado por los chinos presentes en la misa, incluidos los neoprofesos Pedro, Francisco y Marcos.

Se cerró la celebración litúrgica con la entonación del himno a san Ezequiel, mientras los celebrantes abandonaban el templo para unirse de inmediato al resto de los asistentes en el tentempié preparado para todos.

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