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Los agustinos recoletos felicitan la Navidad con un vídeo “hecho en casa” y dos textos de san Agustín

Esta original y sencilla felicitación se suma a la tradicional tarjeta navideña que este año viene encabezada con la cita del Evangelio de San Juan: «Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros y hemos visto su gloria, la gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad». Las palabras de la Sagrada Escritura vienen acompañadas por el siguiente texto: “El prior general y la comunidad de la Curia General les desean que la venida del Hijo de Dios traiga consigo una Feliz Navidad 2009 y un próspero Año Nuevo 2010”.

Y siguiendo con la costumbre iniciada el pasado año en el portal oficial de la Orden, los frailes proponen algunos textos de san Agustín referidos a la Navidad para su meditación y oración.

Sermón 185

“Se llama Navidad del Señor el día en que la Sabiduría de Dios se manifestó como niño y la Palabra de Dios, sin palabras, emitió la voz humana. La divinidad oculta fue anunciada a los pastores por la voz de los ángeles e indicada a los magos por el testimonio del firmamento. Con esta festividad anual celebramos, pues, el día en que se cumplió la profecía: La verdad ha brotado de la tierra y la justicia ha mirado desde el cielo. La verdad que mora en el seno del Padre ha brotado de la tierra para estar también en el seno de una madre. La verdad que contiene al mundo, ha brotado de la tierra para ser llevada por manos de mujer. La verdad que alimenta de forma incorruptible la bienaventuranza de los ángeles, ha brotado de la tierra para ser amamantada por pechos de carne. La verdad a la que no le basta el cielo, ha brotado de la tierra para ser colocada en un pesebre”.

Salmo 141

“Anunciemos en los pueblos su gloria, en todas las naciones sus maravillas. Yace en un pesebre, pero contiene al mundo; toma el pecho, pero alimenta a los ángeles; está envuelto en pañales, pero nos reviste de inmortalidad; es amamantado, pero adorado; no halla lugar en el establo, pero se construye un templo en los corazones de los creyentes. Para que la debilidad se hiciera fuerte, se hizo débil la fortaleza. Sea objeto de admiración, antes que de desprecio, su nacimiento de la carne y reconozcamos en ella la humildad de tan magna excelsitud por causa nuestra. Encendamos en ella nuestra caridad para llegar a su eternidad”.

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