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Los restos mortales de Monseñor Gallegos ya descansan en el santuario de Guadalupe

El día 24 de marzo a las nueve de la mañana se exhumaron los restos mortales del Siervo de Dios Monseñor Alfonso Gallegos en el cementerio católico de Santa María en Sacramento California para trasladarlos al santuario de Nuestra Señor de Guadalupe. Estaban presentes los miembros del Tribunal designados por el obispo Jaime Soto. Fueron el P. Timoteo Nondorf, juez delegado, el P. Mark Richards, promotor de justicia, el P. Eliseo González, OAR, notario actuario, Frank Espinosa, encargado del cementerio, Patrick Gormley, representa la agencia fúnebre, Francisco Aguirre, perito medico y el P. Samson Silloríquez, postulador General. Acudieron también los padres James McGuire y Michael Stechmann.

Del cementerio se trasladó el ataúd de madera bien conservado a la funeraria W.F. Gormley & Sons situada en el centro de la ciudad para el reconocimiento del cuerpo y su traslado a la nueva caja de zinc. Por la tarde del mismo día monseñor Francis Quinn, ordinario de la diócesis de Sacramento cuando murió Gallegos, celebró la misa en la catedral con el cuerpo presente. Hubo una vigilia por toda la noche en la misma catedral. Por la mañana del día siguiente se trasladó el cuerpo al santuario de Nuestra Señora de Guadalupe donde fue recibido por monseñor Willian Weigand, obispo emérito de Sacramento. Después de la misa se colocó el ataúd en la capilla del Santísimo donde permaneció hasta el sábado por la mañana. Acudió un gran número de fieles para manifestarle sus respetos, pedir su intercesión y rezar para su canonización.



Tumba de Mons. Alfonso Gallegos.
Al mediodía del 27 de marzo monseñor Jaime Soto presidió la misa junto con monseñor Quinn y el padre general, Javier Guerra. Concelebraron también algunos frailes recoletos, legionarios de Cristo y sacerdotes diocesanos. Entre un buen número de los familiares de monseñor Gallegos estaban presentes sus dos hermanos. Después de la misa se depositó el ataúd con los restos mortales en la nueva tumba a la que ya tienen acceso los fieles para rezar y pedir su intercesión.

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