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Jaime Domínguez: “Mi trabajo no es una pintura, es una meditación”

Jaime asiste diariamente a misa en la parroquia de Nuestra Señora de Czestochowa de México (Lomas de Tecamachalco), atendida por los agustinos recoletos. Ha pintado siete cuadros que reflejan los iconos de la espiritualidad de la Orden: san Agustín, santa Mónica, san Nicolás de Tolentino, santa Rita, Fray Luis de León, santa Magdalena de Nagasaki y san Ezequiel Moreno. Además, tiene preparado el boceto para pintar a la Virgen de la Consolación, santo Tomás de Villanueva y san Alonso de Orozco. Anteriormente ya había pintado un Via Crucis y el Encuentro de Jesús con la Samaritana, obras que se pueden ver en la iglesia Madre de Dios de Czestochowa de México.

P.- ¿Cómo definiría su obra artística?
R.- Mi obra artística se percibe “fresca” y “luminosa”, con un contenido rico en los valores del Evangelio y en las experiencias de los santos que represento en ellas.

P.- ¿Qué aspectos de la espiritualidad ha buscado plasmar en sus pinturas?
R.- Aquellos que motiven al observador a encontrarse con un código simbólico-religioso, esto le provoca para enterarse de aquello que desconoce y con ello a adentrarse en los misterios que ofrecen las Sagradas Escrituras. Es de alguna manera un arte catequético.

P.- ¿Cómo expresa en los rostros los rasgos de la persona y los valores evangélicos?
R.- El arte neobizantino no busca valorar la forma sino el fondo, lograr que el espectador se encuentre con el contenido y no con el contenedor, por lo que paso muy de largo los valores formales de la estética y me concentro en destacar aquellas claves simbólicas que lleven al conocimiento de los valores contenidos en cada representación. En sentido formal, tal vez sean los ojos los que logren el contacto de este mundo con el mundo trascendente, puertas, ventanas y espejos del alma.



Encuentro de Jesús con la Samaritana .
P.- ¿Podría darnos unas pistas para “contemplar” sus cuadros y “leer” su mensaje?
R.- La mejor forma es leer la Sagrada Escritura e ir viendo al mismo tiempo “el mapa” que viene siendo la obra pictórica, el icono. Cuando se trata de un santo, los símbolos que denotan origen y pertenencia a una orden, la virtud personal representada por algún ademán o símbolo, etc. Aquí es importante subrayar los contenidos de las Escrituras y la tradición de la Iglesia. En mi caso no busco hacer una interpretación personal, pues eso podría de alguna forma deformar el fondo; y no busco la perfección formal, porque esto podría distraer al espectador, quedándose en el aspecto exterior y no alcanzar el misterio contenido en ese icono que sería la vivencia de la espiritualidad.

P.- ¿Cómo puede la pintura ayudarnos a vivir la espiritualidad?
R.- Imágenes, colores, textos, símbolos… El primer objetivo es darle gloria a Dios con este humilde trabajo. El segundo, es lograr el encuentro con Nuestro Señor Jesús en la ilustración de los pasajes de las Sagradas Escrituras y en la representación de sus ángeles y sus santos. En resumen mi trabajo no es una pintura, es una meditación.

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