Los agustinos recoletos llegaron a Coro, en el estado venezolano de Falcón, el 17 de julio de 1899, pero tuvieron que abandonarla los primeros días de octubre de 1906, volviendo definitivamente el 15 de febrero de 1912. Entre estos últimos religiosos llegados estaba el hoy beato Julián Moreno. Mucho han trabajado, antes y ahora, los religiosos en esta hermosa ciudad colonial y primera diócesis venezolana.
La misa de la tarde del domingo 13 de junio adquirió un relieve especial con la presencia del arzobispo de Coro y de diez agustinos recoletos para presidir la solemne celebración. El pprior provincial de la provincia de San José, José Ramón Pérez, pronunció una homilía llena de recuerdos y sentimientos de gratitud y reconocimiento hacia los fieles de Coro, para terminar leyendo el oficio correspondiente del gobierno provincial con el que se entregaban al arzobispado las parroquias de San Francisco y San Antonio, las capillas de la Sierra coriana, las residencias anejas a uno y otro templo, los utensilios litúrgicos y distintos enseres. Tampoco faltó el recuerdo a los frailes que han trabajado por estas tierras, y los deseos de que la despedida de Coro, al igual que ocurrió hace unos años con los ministerios de Puerto Cabello, sea sólo temporal.
Tristeza y gratitud
Los actos de agradecimiento comenzaron el 5 de junio en una eucaristía presidida por monseñor Roberto Lückert. Veinte sacerdotes, tres diáconos y un buen número de acólitos precedían al señor arzobispo en la procesión de entrada. Dos sentimientos predominaban en el ánimo de Lückert: tristeza y gratitud. Los agustinos recoletos iban a salir de Coro, hecho que motivaba su tristeza: habían trabajado generosa y incansablemente a lo largo de ciento diez años por la iglesia de esta ciudad y región, y ello merecía toda su gratitud.
Los actos de agradecimiento comenzaron el 5 de junio en una eucaristía presidida por monseñor Roberto Lückert. Más despedidas
El día 11 de junio, fiesta del Corazón de Jesús, las hermanas agustinas recoletas fundadas por la beata María de San José, y presentes en la Casa Hogar Nuestra Señora de Coromoto, rindieron un sentido homenaje a los recoletos presentes con canciones, discursos, obsequios varios y una comida fraterna. En la tarde monseñor Lückert, al que acompañaron los agustinos recoletos, un buen número de sacerdotes diocesanos y varios religiosos de la vecina comunidad salesiana, presidió la eucaristía en la parroquia de San Francisco con la finalidad de entregar la parroquia al clero diocesano.
En la mañana del sábado fueron las comunidades que dependen de la parroquia de San Antonio de Padua las que rindieron en pleno un homenaje de agradecimiento y despedida a los agustinos recoletos. Para ello organizaron una solemne y larga eucaristía presidida por el vicario agustino recoleto de Venezuela Ricardo Riaño. También estuvieron presentes dos de los últimos párrocos: Manuel Lerena y Jairo Servitá. Al final de la celebración se descrubrió una placa -igual que en la parroquia de San Francisco el día anterior- donde se expresa la gratitud de los fieles hacia los agustinos recoletos por su presencia centenaria en esta ciudad.