El pasado día 2 de abril, el cardenal Dionisio Tettamanzi, arzobispo de Milán, bendecía en Cassago Brianza la primera piedra de lo que ya se denomina Ciudadela Agustiniana. Es una muestra más de la pervivencia del Santo de Hipona aun después de haber transcurrido casi 16 siglos desde su muerte, que tuvo lugar en la actual ciudad de Annaba (Argelia) el año 430.
Esta población de Cassago Brianza, de poco más de 4000 habitantes, está llena de resonancias agustinianas. El cardenal Tettamanzi fue recibido por las autoridades religiosas en el Parque Histórico Arqueológico San Agustín.
En Cassago tiene la sede una Asociación Cultural San Agustín fundada en 1967 y que desde 1991 organiza Semanas culturales agustinianas de relieve nacional. Esta asociación (https://www.cassiciaco.it/default.html) edita sus propias publicaciones en relación con el Santo de Hipona. Y ha tenido interesantes iniciativas relacionadas con él, como la del Camino agustiniano que desde allí conduce a Milán, la ciudad donde residió y se bautizó Agustín, y a Pavía, donde el santo está enterrado.
Cassago Brianza, el pueblo en el que inicia su conversión
El actual pueblo de Cassago Brianza corresponde, en opinión de muchos, al antiguo Casiciaco, la casa de campo no lejos de Milán donde san Agustín se retiró en el otoño del 386, cuando ya había decidido hacerse cristiano. La finca era propiedad de su amigo Verecundo, y el santo se trasladó allí con todo un séquito de personas, amigos y familiares, entre los cuales se contaban su hijo y su madre, santa Mónica. El objetivo que todos perseguían era descansar del bullicio de la ciudad y entregarse a la lectura de la Sagradas Escrituras, a la reflexión y a la oración. De ello habla san Agustín en las Confesiones, y la vida que aquí llevaron, sus reuniones y conversaciones las plasmó más adelante en el libro de los Diálogos.
En ese lugar fue feliz Agustín. Durante unos meses pudo llevar a cabo un ideal de vida que antes no había podido realizar. Lo realizará plenamente más adelante, cuando ya esté en África y viva como religioso, en comunidad de hermanos. Por eso, Casiciaco es para todos los agustinos un punto de referencia; ofrece la fórmula que cada comunidad agustiniana intenta hacer realidad. De ahí, en fin, que Cassago Brianza y el interés que pone en la recuperación de su patrimonio agustiniano, sea para toda comunidad agustina un espejo en que mirarse.