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Agustín se bautizó una Pascua como ésta

Este año 2011, la Pascua se celebra el 24 de abril; el mismo día que en el calendario agustiniano se conmemora la conversión de san Agustín. Se dice ‘conversión’, pero sería más claro decir que es el aniversario del bautismo del santo. ¿Por qué se bautizó Agustín ese día? No lo eligió él; ni siquiera se lo planteó. En la Iglesia antigua sólo había una fecha para los bautismos, que era la noche de Pascua, y el año 387 la Pascua coincidió igual que este año en que estamos el día 24 de abril.

Es una fecha que parte la vida de Agustín en dos. Él y los que se bautizaron con él, su hijo Adeodato y su amigo Alipio, habían tenido que interrumpir la estancia en Casiciaco, donde estaban descansando. Comenzaba la cuaresma, que era el tiempo en que se daba la catequesis a los que se iban a bautizar. Durante los meses de marzo y abril debieron de asistir puntualmente a las charlas que les impartía el propio obispo, Ambrosio. Se aprendieron de memoria el padrenuestro y el símbolo de la fe, el credo. Se dedicaron con intensidad a la oración, pidieron la oración de los demás, estudiaron, ayunaron, se mortificaron.

Y llegó la gran noche del 23 al 24 de abril. Toda la Iglesia de Milán se había dado cita en la basílica, que resplandecía de luces y adornos. Todos lucían sus mejores galas. Era la gran fiesta, la celebración de la Luz y de la Vida, el día de la Resurrección de Cristo. La primera parte de la reunión la dedicaron a leer con fruición los principales episodios de la salvación de Dios a favor de su pueblo.

Desnudo

A continuación venía la ceremonía del bautismo. Tenía lugar en el baptisterio, un local a propósito anejo a la basílica. Todavía se conservan las ruinas del antiguo de Milán; son visibles desde una de las estaciones del actual metro, en el subsuelo de la maravillosa catedral gótica, construida entre los siglos XIV y XIX. Era una piscina de forma octogonal, a la que los bautizandos bajaban desnudos, porque desnudo se nace y se renace. Allí eran bautizados por el obispo. Luego salían y se revestían la túnica inmaculada que llevarían durante toda una semana.

No es san Agustín quien nos da todos estos detalles. Al contrario, cuando habla de su bautismo en las Confesiones, él es sumamente lacónico. No dice más que una frase: “Recibimos el bautismo y huyeron de nosotros las preocupaciones de la vida pasada”. De esta forma expresa la ruptura con toda una vida dedicada a los afanes materiales y el nacimiento a nueva vida con la única preocupación de buscar a Dios y seguir a Cristo. Eso, ni más ni menos, es el bautismo.

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