Tres siglos les separan, pero caminan en paralelo hacia los altares. Jenaro Fernández Echeverría e Isabel Ximénez de la Madre de Dios son dos agustinos recoletos españoles. Él falleció en Roma el año 1972 mientras que Isabel concluyó su vida terrena en el convento de La Calzada de Oropesa (Toledo) en 1687. El fraile era doctor en derecho canónico, además de historiador e investigador; la monja, sin embargo, era analfabeta, lo cual no fue obstáculo para que fundara dos monasterios de agustinas recoletas, el de Serradilla (Cáceres) y La Calzada (Toledo).
Aunque se había hecho un primer intento en 1690, en realidad el proceso de canonización de Isabel de la Madre de Dios comenzó en Toledo el 18 de enero de 2008; cinco días después de haber empezado en Roma el de Jenaro Fernández. Los dos se concluyeron con una diferencia de pocos meses: el de él, a 28 de noviembre de 2009; el 28 de junio de 2010 el de ella. Y para favorecer la devoción y el culto, los restos de ambos se habían trasladado a las respectivas iglesias casi al mismo tiempo: el 13 de junio de 2008, en el cementerio de Roma, se había exhumado el cuerpo de Jenaro para trasladarlo a la capilla de la Curia General, y lo propio se hizo el siguiente 3 de julio con los restos de Isabel, colocados en la iglesia del monasterio de La Calzada.
Procesos válidos
Recientemente, en la reunión ordinaria del pasado 4 de marzo, la Congregación vaticana para las Causas de los Santos ha reconocido la validez de ambos procesos. Esto quiere decir que se da por válido todo el material informativo aportado, tanto la documentación personal como los testimonios sobre la vida, virtudes y fama de santidad de los dos religiosos. En este sentido la Congregación ha extendido los correspondientes decretos.
Con esto culmina la primera fase de la causa de canonización, que lleva adelante la oficina del postulador agustino recoleto de las causas de los santos. El paso siguiente es estudiar todo este material y a partir de él demostrar que, a lo largo de su vida, los dos personajes practicaron en grado heroico las virtudes cristianas y religiosas.