El monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe es el único que hay de vida contemplativa en la diócesis de Tianguá y la primera fundación de monjas agustinas recoletas en América del Sur. El monasterio cuenta actualmente con trece religiosas, seis de las cuales son mexicanas procedentes del monasterio de agustinas recoletas de Ahuacatlán (San Luis Potosí, México). El resto de la comunidad lo forman vocaciones nativas, de las cuales tres ya han emitido la profesión simple.
La fiesta de la dedicación de la iglesia pone punto y seguido a un proyecto ambicioso que encontró los cauces adecuados en el apoyo y la ayuda incondicional del propio obispo de la diócesis de Tiangua, Francisco Javier Hernández Arnedo, también agustino recoleto. Junto con él se hallaron presentes en la celebración autoridades de los agustinos recoletos, así como abundantes sacerdotes de la diócesis, que ya ven el monasterio como riqueza propia. Todo ello fue transmitido en directo por internet.
Misioneras de clausura
En junio del año 2000 la Federación de Monjas Agustinas Recoletas de México celebraba su III Asamblea Federal en el convento de Tecamachalco, en el Distrito Federal mexicano.
Un día, por la tarde, llegó a visitar a las monjas allí reunidas el agustino recoleto mexicano Juan Manuel Ramírez Sixtos, en aquel momento miembro de la comunidad recoleta de Guaraciaba do Norte (Ceará, Brasil).
Él expuso a las monjas el deseo que tenía el obispo de su diócesis, el también recoleto Francisco Javier Hernández Arnedo, de fundar un monasterio de clausura en los límites de su circunscripción eclesiástica. Era el modo de tener una “Iglesia completa, con todos los carismas y necesidades espirituales cubiertas”.
A partir de ese momento, los pasos se dieron sin prisas pero sin pausa. En junio de 2002, el obispo Hernández visitó a la comunidd de Ahuacatlán. En diciembre de ese mismo año ya tenía un terreno donado. En mayo de 2003 comenzó la construcción del convento, y el 11 de junio siguiente pisaban por primera vez Guaraciaba las hermanas fundadoras. La erección canónica del monasterio no se llevaría a cabo hasta el 5 de mayo de 2005.
Cuando va a cumplir ocho años de estancia en tierras cearenses, la comunidad de agustinas recoletas se ha convertido ya en un centro de referencia no sólo para la gente de los alrededores, sino para toda la diócesis de Tianguá y todos los agustinos recoletos de Brasil.