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La Biblioteca Nacional celebra sus tres siglos de historia con sabor agustino recoleto

La que, desde 1836, se denomina Biblioteca Nacional, en Madrid, fue fundada por el rey Felipe V a finales de 1711 y abrió sus puertas en marzo de 1712. Está celebrando, por tanto, su tercer centenario de existencia. El edificio que la alberga, construido por Francisco Jareño, fue inaugurado en 1896.

Es uno de los edificios más conocidos de la capital española, anexo al escenario que forma la plaza de Colón, en el que se han celebrado actos multitudinarios retransmitidos a todo el mundo, como algunas eucaristías celebradas por Juan Pablo II o Benedicto XVI. Aquí termina el paseo de Recoletos, tramo central de la gran arteria que sale de Madrid hacia el Norte. “Paseo de Recoletos” porque aquí estaba el convento de los agustinos recoletos, sede central de la Orden durante varios siglos. Más aún, la Biblioteca Nacional está emplazada sobre parte del solar que ocupaba aquel antiguo convento. Así lo señalan las dos placas instaladas en la verja que da acceso a la escalinata de entrada. Una lo recuerda explícitamente. La otra advierte que aquí vivió el famoso arquitecto y tratadista fray Lorenzo de San Nicolás, agustino recoleto.

Agustinas Recoletas

Pero no es ésta la única conexión entre esta institución cultural y la familia recoleta. Más bien hay que decir que las dos se acompañan desde el principio, sólo que al principio la relación era con las monjas, no con los frailes; más en concreto, con las agustinas recoletas del monasterio de la Encarnación, junto al Palacio Real.

Cuando Felipe V crea la Biblioteca Nacional lo hace depositando las primeras remesas de libros en el pasadizo que unía el Palacio con el convento. Después la Biblioteca conoció otras ubicaciones; pero volvió de nuevo a La Encarnación en 1835. En esa fecha se empleó la espaciosa enfermería de La Encarnación para reunir allí los libros incautados de todos los conventos masculinos de Madrid, que el Gobierno acababa de suprimir

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