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Por primera vez el Papa impone el palio arzobispal a un agustino recoleto

Coincidiendo con la festividad de los santos Pedro y Pablo, patronos principales de Roma, se ha celebrado un año más en la basílica de San Pedro la ceremonia de entrega del palio a los arzobispos nombrados durante el año. En esta ocasión se distinguió a 46 arzobispos noveles con el “palio arzobispal”, una especie de estola que se cierra en torno al cuello y sirve para distinguir a los arzobispos metropolitanos, que son los pastores que están al frente de toda una región eclesiástica, compuesta de varias diócesis.

Los arzobispos concelebraron la eucaristía con el Papa, con el que entraron al templo en procesión. Fueron presentados a la asamblea y, en nombre de todos, uno de ellos hizo juramento de fidelidad y obediencia al Pontífice. A continuación, el diácono retiró los palios de junto al sepulcro del Príncipe de los Apóstoles, donde previamente habían sido depositados. Luego el Santo Padre los bendijo, tras lo cual, uno a uno, los arzobispos fueron postrándose delante de él, que les iba imponiendo el correspondiente palio. Después siguió la celebración eucarística.

El significado del palio y su imposición lo explicó el Papa en la homilía de la misa y lo resumiría durante el ángelus que siguió después. Según Benedicto XVI, “pone de relieve la íntima comunión de los pastores con el sucesor de Pedro y el profundo vínculo que nos liga a la tradición apostólica”. Mensaje de comunión éste que, en aquella celebración eucarística, quedó singularmente destacado por la presencia de una delegación del Patriarcado ortodoxo de Constantinopla y la participación, unida a la Capilla Musical “Sistina”, del coro anglicano de la Abadía de Westminster.

Resonancias entre los agustinos recoletos

El grupo de agustinos recoletos que acompañó a monseñor Mario Molina, con el prior general, Miguel Miró, a la cabeza, sintió con especial intensidad este mensaje de comunión.

Hasta Mario Molina, la Orden sólo contaba con un arzobispo, José Aranguren, que ocupó la sede de Manila a mediados del siglo XIX (1846-1861), sin que nunca llegara a visitar Roma ni recibir el palio arzobispal.

A los recoletos tampoco les pasó desapercibida la coincidencia providencial de recibir, en la persona de monseñor Molina, este honor y este espaldarazo de comunión el mismo año en que celebran el Centenario del breve Religiosas familias, en virtud del cual la Santa Sede reconocía su mayoría de edad, declarándolos Orden independiente.

19 obispos misioneros

En la actualidad, la Orden cuenta con 19 obispos. De ellos sólo monseñor Eusebio Hernández tiene su sede en Europa. Los demás pastorean diócesis de distintos países americanos: cinco en Brasil, tres en Colombia, tres en Perú, tres en Panamá, uno en Estados Unidos, uno en México, uno en Guatemala y uno en Costa Rica. La mayor parte podrían denominarse “obispos misioneros”, al corresponderles demarcaciones eclesiásticas en fase de constitución o de desarrollo.

De todos ellos sólo monseñor Molina es arzobispo. Tomaba posesión de la sede metropolitana de Los Altos, Quetzaltenango–Totonicapán, en Guatemala, el pasado 17 de septiembre.

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