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Rinden homenaje a una fundadora agustina recoleta al cumplirse 400 años de su nacimiento

Los homenajes comenzaron el pasado 12 de junio en Medina Sidonia (Cádiz), lugar donde falleció. El programa incluía un acto muy especial, que se debe entender en el contexto de un proceso jurídico de canonización. La fama de santidad de Antonia de Jesús se ha mantenido a través de los siglos y llevó a la apertura, en octubre de 2000, de su causa de canonización. La fase diocesana quedó concluida en mayo de 2005 y mereció la aprobación de la Santa Sede dos años más tarde.

Faltaban por cumplimentarse dos cosas de vital importancia: una es la biografía crítica y documentada del personaje, que ya está muy adelantada; la segunda tiene que ver con el acceso de los fieles al “santo”, a su cuerpo, para rezar ante él, solicitando favores.

Sin embargo, el cuerpo de la madre Antonia, enterrado en el monasterio de Jesús, María y José de Medina Sidonia (Cádiz), estaba sepultado en el interior de la clausura, en el patio interior, y sólo era accesible a las monjas. De forma que se quiso aprovechar la efeméride del cuarto centenario de su nacimiento para trasladarlo a la iglesia conventual.

Traslado de los restos para el culto público

En la mañana del día 12 de junio se llevó a cabo la exhumación, reconocimiento y traslado de los venerables restos. Fue un acto jurídico y público, al mismo tiempo. Lo presidía el tribunal eclesiástico nombrado al efecto por el obispo de Cádiz-Ceuta, Rafael Zornoza Boy. Asistía el postulador de las causas de los santos de la Orden, Samson Silloríquez, y estaba también presente el prior general de los agustinos recoletos, Miguel Miró. Entre una multitud de devotos, como testigos de excepción, se hallaban las 27 monjas recoletas representantes de los cuatro monasterios fundados por la Madre.

Los momentos se sucedieron según establece el ritual propio. Primero, en el claustro y a la vista del tribunal, los operarios desenterraron el ataúd de la Madre, que fue llevado en procesión hasta el coro bajo del convento. Allí intervino el perito médico, encargado del reconocimiento del cuerpo. Otros exámenes se le habían realizado en 1837, 1871, 1875 y 1987 y el cuerpo siempre había aparecido incorrupto; esta vez, seguía intacto, aunque la cara y manos se hallaban ya bastante deteriorados. Una vez completado el reconocimiento y después de que las monjas lo vistieran con hábito nuevo, el cadáver fue depositado en el mismo ataúd y expuesto junto a la reja a la vista de los fieles.

En la tarde de ese día se celebró una solemne eucaristía que presidió Miguel Miró, prior general de los agustinos recoletos. En su homilía recalcó las admirables virtudes de fe, celo incansable de la gloria de Dios, esperanza segura y constancia de la Madre, que llevó adelante la reforma, un modo de revitalización en que la Orden está empeñada, hoy más que nunca. Al final de la misa, se concluyó el acto jurídico de la mañana con la lectura y firma de las actas. A continuación, el juez delegado lacró y selló la caja, que con toda solemnidad se trasladó a la nueva tumba en una capilla situada a la entrada de la iglesia.

Jornada de acción de gracias

El 13 de junio fue la jornada de acción de gracias, también en Medina Sido Madre Antonia Retrato, de Antonio Molina Torres ros del convento recoleto. La presidía el obispo diocesano, monseñor Rafael Zornoza Boy, al que acompañaban el prior general de la Orden, el exgeneral Javier Guerra y varios priores provinciales.

Primero se celebró un acto cultural, consistente en una conferencia a cargo de Juan Manuel Gutiérrez Díaz, agustino recoleto. El ponente, que actualmente desempeña el cargo de asistente de las monjas agustinas descalzas, trazó el perfil biográfico de la madre Antonia, presentando la segunda edición, ampliada y mejorada, de la obra del difunto Domingo Bohórquez Jiménez Madre Antonia de Jesús. O morir o ser buena.

Acto seguido se pasó a la eucaristía, presidida por el Obispo de Cádiz, con el que concelebraron 38 sacerdotes religiosos y diocesanos. Armonizaba la coral polífónica Sancti Petri, de la vecina localidad de Chiclana de la Frontera.

Homenaje en la ciudad natal

Además de los actos programados en el lugar de su muerte, Medina Sidonia, se habían previsto otros en la ciudad que había visto nacer a Antonia de Jesús, Pastrana (Guadalajara). Curiosamente, y al contrario que en Medina, en su pueblo Antonia era una ilustre desconocida. Hasta el día 23 de junio, en que ante sus paisanos se inauguró el Cuarto Centenario de su nacimiento.

El escenario elegido no podía ser más noble, la colegiata e iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Primero dictó allí su conferencia Manuel Gutiérrez, presentando la biografía de la Madre en su segunda edición. Y, a continuación, se celebró la eucaristía, que presidió monseñor Mario Alberto Molina, agustino recoleto arzobispo de Los Altos, Quetzaltenango-Totonicapán, en Guatemala, quien se encontraba de paso por España camino de Roma para recibir el palio arzobispal de manos del Papa. A su lado, y en ausencia forzosa del ordinario de la diócesis, estaba el vicario diocesano, Eugenio Abad; además del prior general Miguel Miró y un nutrido grupo de religiosos y sacerdotes diocesanos.

En el momento de las ofrendas, se presentó el tomo quinto de bautismos de la parroquia, en el que figura la partida de Antonia López Jiménez, nacida el 12 de junio de 1612. Y, concluida la eucaristía y tras recitar todos la oración pidiendo la pronta canonización, se trasladaron a visitar la pila bautismal en la que la fundadora recoleta fue regenerada un 24 de junio de hace 400 años.

Monjas agustinas recoletas, más de 400 años de historia

Como fecha oficial de fundación de las monjas agustinas recoletas suele darse la de 1603, cuando la madre Mariana de San José toma posesión del monasterio de Éibar (Guipúzcoa, España). Y justamente a la madre Mariana se la suele considerar fundadora de la Recolección femenina.

Pero no fue sólo ella. Algunas de sus hijas heredaron su mismo impulso fundador, siendo llamadas por Dios para erigir conventos o grupos de conventos, incluso. La principal de ellas fue Antonia de Jesús, que ha recibido ahora un merecido reconocimiento.

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