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Los agustinos recoletos de Totonicapán acompañan a las víctimas y abren la parroquia para esclarecer los hechos

“Los testigos de la masacre prefieren declarar en un lugar más tranquilo y por eso han escogido el lugar de la parroquia”, explica el padre Ozuna.

Totonicapán es uno de los seis departamentos con mayores índices de pobreza del país. Sin embargo, sus vecinos pagan una de las tarifas eléctricas más caras. Los cobros excesivos, la baja cobertura rural y la mala calidad del servicio eléctrico, fueron una de las tres demandas que el pasado jueves 4 de octubre llevó a los vecinos de Totonicapán a bloquear la Ruta Interamericana, la carretera más importante del país, con el trágico saldo de ocho muertos y más de 40 heridos, en los enfrentamientos que se produjeron entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad. “Algunos todavía se encuentran hospitalizados e incluso con algún miembro de su cuerpo amputado”, explica el agustino recoleto Max Ozuna, de la comunidad de Totonicapán, que en su comunicación especifica: “todos, heridos de bala”.

La violencia se desató cuando comandos de la policía y del Ejército intentaron desalojar a piquetes de campesinos, que impedían el paso en diferentes puntos de la carretera.

Abogado y psicólogo

La parroquia también ha puesto a disposición de las víctimas un abogado para que pueda acompañar a las víctimas en todo el proceso judicial, junto a otras comisiones que las autoridades indígenas han nombrado. “Esto lo asumimos como pastoral de justicia”, aclara el padre Ozuna. “Se han puesto también a su disposición los vehículos de la parroquia para recoger evidencias de la masacre y trasladar a los testigos. También estamos dando acompañamiento a los heridos de la masacre todavía en el hospital y apoyo a las viudas y niños huérfanos que quedaron”.

“Queremos también contratar a un psicólogo por varios meses, para que pueda brindar asistencia a muchas personas, especialmente, mujeres y jóvenes que vivieron la tragedia o perdieron a uno de sus miembros”, apunta Ozuna, al tiempo que hace sentir el apoyo y solidaridad del resto del clero de la zona con las medidas tomadas por los agustinos recoletos en la parroquia matriz.

Desde 1958

La presencia de los agustinos recoletos en esta zona se remonta al año 1958, cuando se hicieron cargo de las parroquias de San Miguel Arcángel (Totonicapán) y Nuestra Señora de la Soledad del Calvario (Quetzaltenango). Esta última fue devuelta a la diócesis en 1970.

Desde 1996, la arquidiócesis de Los Altos es la circunscripción eclesiástica que abarca los departamentos civiles de Quetzaltenango y Totonicapán. Tiene una extensión de 4.890 km2, y una población de 1.300.000 habitantes. Actualmente la arquidiócesis de Los Altos, que pastorea el agustino recoleto Mario Molina Palma, está conformada por 32 parroquias, y cuenta con 28 sacerdotes diocesanos y 30 religiosos. Trabajan en ella 40 religiosas, 8 religiosos no sacerdotes y 10 laicos consagrados. Tiene 17 seminaristas mayores.

La parroquia de Totonicapán tiene un censo de más de 100.000 habitantes, comprendiendo todo el territorio municipal de la ciudad. Su población, mayoritariamente indígena, se reparte entre la cabecera (12.000 habitantes) y 52 cantones o poblados. En 1998, su iglesia parroquial, que se remonta a 1545, fue declarada co-catedral de la arquidiócesis.

En 1998, los agustinos recoletos se hicieron cargo también de la parroquia de la Sagrada Familia, en Quetzaltenango. Parroquia creada en 1976, con un censo de unos 30.000 habitantes, distribuidos en la cabecera y cinco barrios.

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