“La Iglesia tiene confianza en los jóvenes”: esta frase de Benedicto XVI la hace propia el prior general de los agustinos recoletos, Miguel Miró, y con ella comienza su mensaje, fechado el 5 de julio, a todos los religiosos de la Orden. Empieza Miró su circular dando gracias a Dios porque muchos jóvenes “quieren conocer y vivir nuestra espiritualidad y unirse a nuestra misión evangelizadora”. Y, más en concreto, se refiere a los varios cientos de jóvenes que están ya acudiendo a la JMJ de Río de Janeiro (23-28 julio) y participarán en el II Encuentro Internacional de las JAR, los días previos. “Siento una gran alegría –dice‑ de que las JAR rompan fronteras y se unan al Papa Francisco en la tarea de conseguir desde la fe en Jesús un mundo más humano y más solidario”.
A continuación, pasa a presentar el Manual de las JAR, que acaba de aprobar el Consejo General tras ser elaborado por el Secretariado General de Apostolado Educativo de la Orden. Este sencillo Manual, de tan sólo 13 páginas, responde a una ordenación (9, 1) del último Capítulo General (2010), que pedía elaborar y publicar un itinerario formativo. El Manual es el documento inicial de ese itinerario; a él se añadirán otros materiales para las diferentes etapas, hasta concluir el itinerario, previsiblemente, a finales del año en curso.
Compromiso serio
En su mensaje, el Prior General enuncia expresamente el propósito que tiene la Orden de “promover nuestro carisma entre los jóvenes; esto es, que los jóvenes reciban la oferta de vivir la vida laical joven agustino recoleta”. Miró plantea esto como un compromiso serio tanto para los jóvenes como para los religiosos. Las JAR no pueden reducirse a una experiencia ocasional de catequesis o a reuniones esporádicas de formación. “Deben ser vida y personas jóvenes que viven como seglares el carisma de la Orden”.
Y, por lo que se refiere a la Orden, resume su compromiso en tres acciones: ejercitar a los jóvenes en la oración, de manera que vean “a las personas y las cosas desde la perspectiva de Dios”; acompañarles “hacia el encuentro con Dios Trinidad para de este modo construir la comunidad de hermanos que son un alma y un corazón dirigidos hacia Dios”; y ofrecerles, en fin, “un horizonte amplio y un compromiso para que no se encierren en su pequeño grupo, sino que se abran a la comunión con todos los hombres”.