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José Manuel Durán: “Si amamos lo que somos lo cantaremos”

P. ¿Cuál ha sido el ámbito al que hasta ahora has dirigido principalmente tu actividad musical?

El ámbito de la música religiosa; un campo bastante amplio en el que caben múltiples orientaciones. En mi caso comencé durante mi etapa de formación: siendo estudiante fui creando temas para interpretarlos en nuestras eucaristías y en las veladas artísticas que celebrábamos. También empecé a poner música a algunos textos de san Agustín.

Años más tarde, llegó la oportunidad de grabar discos que, en buena medida, respondían a circunstancias concretas; por ejemplo, en 1999 salió a la luz Camino de Santiago, con cantos para la marcha y el encuentro, como un modo de acompañar con música religiosa la peregrinación a la tumba del Apóstol Santiago, en la ciudad de Santiago de Compostela (España). Y el año 2000 publiqué Vendremos a él, con temas que hacían referencia a las realidades que la Iglesia convocaba a vivir de una manera más profunda: la eucaristía y el jubileo; aquí mis canciones se fueron acercando hacia los textos de la palabra de Dios y a los que la Iglesia proponía a los fieles. Luego llegaron los discos Confieso tu amor (2006) y Agustín íntimo (2010), en los que he tenido la satisfacción de poder desarrollar un ámbito tan querido para nosotros como es el de la vida y escritos de San Agustín, de modo particular el libro de sus Confesiones.

Así pues, creo que ámbitos como la propia existencia, la palabra de Dios, la vida de la Iglesia, la liturgia, y el carisma agustino recoleto son los que, hasta el momento, van configurando mi actividad musical.

  

«Si amamos lo que somos lo cantaremos; y si cantamos lo que somos más lo amaremos»

 

 

P. ¿Crees de verdad que la música religiosa puede ser un factor de renovación de la Orden y de sus comunidades? ¿De qué manera?

Creo que sí; un factor humilde, uno más entre otros, pero uno que, ciertamente, puede ayudar en nuestro camino personal y comunitario de revitalización. Por ejemplo en el fortalecimiento de la propia identidad carismática: cantar textos agustinianos y recoletos ayuda a interiorizar, a profundizar y crecer en aquello que hemos sido llamados a ser y, a la vez, nos da la posibilidad de poder compartirlo con otros. Sentido de identidad, de pertenencia, de comunidad y comunión, de evangelización…; en eso y en mucho más la música puede ofrecer su humilde pero necesaria colaboración. La música es y ha sido siempre un importante instrumento de creación de identidad para todos los pueblos y culturas y una forma de expresarla; también para las religiones y, por supuesto, para la Iglesia y su tarea evangelizadora. Decía san Agustín que cantar es propio de quien ama. Si amamos lo que somos lo cantaremos; y si cantamos lo que somos más lo amaremos.

El modo de potenciar esto en nuestras comunidades ya resulta más complicado. No es fácil en comunidades tan diversas, con una media de edad elevada y, en muchas ocasiones, con escasez de personal, concienciarse de la importancia de la música para nuestra vida personal y comunitaria. Ojalá que aún haya religiosos con deseo y ánimo de expresar nuestra fe y nuestro carisma a través del canto en comunidad. En los ministerios, en la pastoral, con los laicos, hay una buena oportunidad para avanzar y compartir nuestro carisma a través de la música. Las nuevas tecnologías pueden ser, en este aspecto, grandes aliados.

 

P. ¿Y qué me dices de las comunidades de monjas agustinas recoletas?

El amor que profesan nuestras hermanas contemplativas por todo lo relacionado con la Orden y su deseo de aprender sobre ello y de vivirlo, es de sobra conocido para cualquiera que se haya acercado siquiera un poquito a sus comunidades. En este sentido, me consta el aprecio que ellas tienen por mi música y cómo les sirve y la escuchan en distintos momentos de su vida diaria. También son buenas divulgadoras de todo lo agustino recoleto, así que seguro que también esta música la difunden en su entorno.

El canto apenas se practica ya en nuestras comunidades masculinas; en alguna que otra casa de formación aún se cantan las vísperas de los domingos pero poco más; se van olvidando melodías tradicionales, himnos a San Agustín o la Virgen de la Consolación… Las comunidades de monjas agustinas recoletas son como un oasis donde se puede ir a beber esta tradición musical, donde perdura y donde se sigue cultivando. Para mí es una alegría y un acicate saber que mis composiciones van a encontrar en ellas un hogar donde serán acogidas y donde se les dará vida, larga vida, espero.  

 

«Cada canción de este proyecto dibuja una huella que los pies de los descalzos hemos ido imprimiendo en la historia de la Recolección agustiniana»

 

P. ¿Puedes explicarnos en qué consiste tu último proyecto, “Descalzos”?

La culminación de un esfuerzo en el que he estado envuelto durante más de un año: el proyecto musical “Descalzos”. Al celebrarse en la Iglesia el año de la vida consagrada, pensé que sería un buen modo de agradecer el don que hemos recibido los consagrados, volver la vista hacia nuestra propia familia, la agustiniana y recoleta, como parte de dicho don que Dios concede a la Iglesia. Y, poco a poco, “Descalzos” fue cobrando vida.

Se trata de un proyecto centrado en la musicalización de distintas realidades que han ido configurando nuestra identidad carismática. Desde, por ejemplo, la Regla de Nuestro Padre San Agustín hasta nuestra aportación y presencia en la evangelización de América y Filipinas, pasando por la Gran Unión de 1256 que dio origen a la Orden de San Agustín; o por el Capítulo de Toledo de 1588, en el que vio la luz la Forma de Vivir, el “acta de nacimiento” de nuestra Recolección Agustiniana; y pasando también por personalidades tan significativas como fray Luis de León, santa Magdalena de Nagasaki, la madre Mariana de San José o san Ezequiel Moreno, entre otros.

Cada canción de este proyecto dibuja una huella que los pies de los descalzos hemos ido imprimiendo en la historia de la Recolección agustiniana. Lo que quiero es admirar y agradecer el camino recorrido; pero también deseo que nos ayude a vivir con mayor intensidad nuestro presente y nos impulse hacia el futuro.

El álbum quiere ser, igualmente, un recuerdo agradecido y un sentido homenaje a quienes, atentos a la voz del Espíritu, han recorrido durante más de cuatro siglos un camino apasionado y comprometido de amor a Dios y de seguimiento de Jesucristo al estilo de san Agustín: los agustinos recoletos.

Espero que “Descalzos” llegue al mayor número posible de personas, sobre todo dentro de la extensa familia agustiniana y recoleta: religiosos y religiosas, jóvenes que se forman en las casas de formación, monjas contemplativas, misioneros y misioneras, fraternidades seglares, juventudes agustino-recoletas… Y ojalá también, esta sencilla aportación musical nos ayude a todos a conocer, celebrar, renovar, vivir y compartir el carisma agustino recoleto, en comunión con otros consagrados y consagradas dentro de la Iglesia, desde la alegría del Evangelio.

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