El 9 de octubre se celebra la festividad del Beato Antonio Patrizi. Fue un fraile agustino que vivió entre finales del siglo XIII y XIV. Se caracterizó por su profundidad en la vida contemplativa
Antonio Patrizi, cuya festividad celebramos hoy, siempre se caracterizó por su santidad. Perteneció a la congregación observante de Lecceto, cuyo centro era el yermo del mismo nombre, situado en las cercanías de Siena. De este yermo se ha escrito: «Leceto, viejo illicium de santidad». El beato Antonio nació y vivió en Siena. No obstante, se le conoce con el apelativo de Antonio de Monticiano, porque murió en ese yermo toscano (1311) mientras se dirigía al de Camerata a visitar a su hermano.
La dimensión contemplativa de la Orden, que era casi exclusiva entre los grupos eremíticos anteriores a la Gran Unión, alcanzó especial auge en las monjas y en algunos religiosos y conventos particulares. Las congregaciones observantes que surgieron a partir del siglo XIV y los movimientos reformistas de los siglos XVI y XVII han enriquecido la historia de la santidad de la Orden acentuando una dimensión tan esencial de la espiritualidad agustiniana.
Esta dimensión contemplativa tiene en Antonio Patrizi un exponente claro. En el beato, ésta se traduce en una fuerte pasión por Dios y un incansable servicio a sus hermanos. De esta forma entendió que se debía responder a las necesidad de la Iglesia. Siguiendo el modelo de San Agustín, otro gran ejemplo de vida contemplativa y espiritualidad profunda, Antonio Patrizi cultivo la interioridad, en donde se encuentra con Dios.
El yermo de Lecceto, origen y cabeza de la primera congregación observante, puede ser, por su historia, un buen símbolo de esta dimensión contemplativa. Tras su muerte, muy pronto floreció su fama de santidad. Dos años después de que falleciera sus restos fueron exhumados y colocados en un altar para su veneración dada la devoción que causaba.
En 1313 se creó una fraternidad que llevaba su propio nombre. Cinco siglos más tarde, en 1804, el papa Pío VII confirmó su culto.
En el Año de la Santidad Agustiniano nos paramos a pensar en el beato agustino cuya profundidad fue un gran ejemplo para sus fieles por su continuo encuentro con Dios.