Ordenado sacerdote recientemente, el joven fraile agustino recoleto habla de las necesidades de la juventud, de su vocación y de la realidad de Venezuela a donde ha sido destinado
Fr. Tiago Coelho aprovecha sus últimas semanas en Granada (España) después de su ordenación sacerdotal la pasada semana. La Orden le ha destinado a Venezuela, donde ahora deberá realizar la labor pastoral en una situación complicada socialmente. Lo toma como un paso más en su vida después de haberse entregado por completo a Dios. (Puedes ver la entrevista completa aquí)
Nació en Marajó (Brasil), donde los Agustinos Recoletos tienen una enorme presencia y es uno de los lugares más relevantes. “Cuando yo no conocía la Orden, me llamaba la atención los curas de mi pueblo que iban siempre de negro; después me di cuenta de que iban de negro porque eran frailes”, cuenta Fr. Tiago: “La labor importante de Haren Alde (ahora ARCORES) y de las JAR (Juventudes Agustino Recoletas) fue lo que más me sedujo”.
Su testimonio es el de un joven que pronto decidió entregarse a Dios haciéndose fraile agustino recoleto. Realizó el noviciado en Monteagudo (Navarra, España) y posteriormente en Granada completó su formación. Su vocación y entrega a Cristo la define así: “Ser sacerdote y fraile agustino recoleto es algo que marca mi vida. Es una gracia indescriptible”.
El carisma agustino recoleto, dice, encaja con los jóvenes. Es una llamada a la interioridad, algo de lo que la juventud está necesidad. “Los jóvenes estamos sedientos de esta interioridad, de encontrarnos con uno mismo y con Dios”, afirma.
En Venezuela comenzará su labor
Después de su ordenación deberá marchar a Venezuela. Allí comenzará su labor pastoral y misionera. “Ir a Venezuela es un nuevo paso en mi formación permanente”, dice. “Es un cambio de realidad sin salirse de mi vida de misionero”. Para él es una suerte estar en los tres focos de la Orden de Agustinos Recoletos: Brasil, España y Venezuela.
Fr. Tiago afirma sin tapujos que “en Venezuela hay una dictadura”. “Es un contexto difícil económica y políticamente”, opina. Además, añade que “se encuentra al borde de una crisis humanitaria”.
La solución la encuentra precisamente en el carisma agustiniano. “En Venezuela hay que retornar a la vida comunitaria de San Agustín; hace falta unidad y esta necesidad posibilita el crear comunión”, indica. Asimismo, cree importante la labor que están llevando a cabo los laicos. “Están muy comprometidos dentro de la fe”.