Entrevistas

A la venta ya, el nuevo documental “Agustín de Hipona”, patrocinado por la FAE

— Cuál es el objeto y las características de este documental, “Agustín de Hipona”?

Tras un exhaustivo análisis de cuanto se ha hecho en este terreno de la recreación en imagen de la vida y obra de san Agustín, nos propusimos llevar a cabo un documental histórico riguroso contando su biografía y describiendo su personalidad. Quisimos adoptar una perspectiva periodística que sirviera para su difusión en los medios audiovisuales con un lenguaje y un tratamiento narrativo y visual moderno y de calidad.

Creemos que puede ser de gran utilidad en medios de colegios y universidades. El documental se desarrolla con el ritmo y formato necesarios para satisfacer la atención de las personas interesadas en el personaje. Y, en fin, los medios de producción son los adecuados, dentro de un presupuesto asumible para la institución que lo ha financiado, la FAE.

 

—¿Podríamos decir que se trata de una biografía de san Agustín? ¿de qué elementos se sirve?

Se trata, en efecto, de una biografía de san Agustín, pero al gusto actual, subrayando los asuntos de mayor repercusión intelectual y sobre todo el temperamento y la gran calidad del personaje. Hemos tomado como guía de la narración sus Confesiones, que se encarga de dramatizar un actor profesional. E intercalamos algunas entrevistas muy estudiadas con media docena de expertos en la vida y obra del Obispo de Hipona. Hemos pretendido, en suma, mostrar al hombre Agustín, africano y romano, al intelectual sobresaliente, al obispo con iniciativas geniales de reforma y al monje que siempre llevaba dentro.

 

—¿Qué perfil de Agustín destaca más: el literario, el histórico, el espiritual, el pastoral…?

Todos ellos quedan reflejados en el documental; y también, como decía, su extraordinaria personalidad. Se trataba, en definitiva, de mostrar al hombre que ascendió a lo más alto de la cúspide intelectual de su tiempo: desde el líder activista al escritor fino y dilatado, hasta el santo obispo que se encontraba a sus anchas cuando compartía mesa y actividad pastoral, intelectual o literaria con sus hermanos.

 

—¿Cuál es el plan de distribución: tirada, lenguas, proyección…?

En español, se han hecho ya, vendido y distribuido, varios miles de copias en DVD y se seguirán haciendo en la medida en que lleguen a la FAE las solicitudes correspondientes ([email protected]). De momento, se está realizando la versión brasileña del documental; y quizás se haga en otras lenguas, si se presentaran iniciativas e interés al respecto. En fin, no tardando mucho, será emitido por un canal de televisión en España.

 

—Uno de los grandes atractivos del documental es que, por primera vez, se ha filmado en los lugares donde vivió el Santo. ¿Cuál es, actualmente, el estado de los restos arqueológicos que tienen que ver con Agustín?

El estado de conocimiento, análisis y conservación de esos restos depende de los países en donde se encuentren. Los hemos recorrido precisamente para mostrarlos en el documental. Empezando por la tierra natal de Agustín, Argelia. En Tagaste, la actual Souk Ahras, no queda absolutamente nada de la presencia romana. Las piedras de la bellísima Madaura sólo se mueven cuando la intemperie las castiga. Y los restos arqueológicos de Hipona, hoy Annaba, están casi abandonados y desconocidos. Hubo un tiempo, cuando la colonización francesa, en que los arqueólogos trabajaron mucho aquí,  pero ahora los espigones del puerto están enterrados y cubiertos de maleza, así como su teatro. Las construcciones urbanas de la antigua Hipona están algo mejor cuidadas, pero también sufren la desidia que se impuso en este campo de la cultura tras los graves problemas políticos y religiosos de los años 90 del pasado siglo. En lo alto de la colina de Hipona se yergue, como testigo perenne, la basílica moderna que ha sido recientemente muy bien restaurada y evoca a la original Basílica de la Paz que consagrara el obispo Agustín en el periodo más violento de la disputa con los donatistas. .

A diferencia de Argelia, en Túnez los lugares arqueológicos romanos de Cartago, Dougga y Bulla Reggia, ciudades en las que Agustín predicó, asistió a concilios y hasta fundó monasterios, están en excelente estado de conservación y son visitados por miles de turistas. La ciudad púnica primitiva de Cartago, el Tofet o cementerio númida, las iglesias cristianas y la trama urbana civil del imperio romano han sido estudiadas y recuperadas.

Y queda Italia. De los sitios de Roma, Ostia Antica y Milán hay que decir que han sido muy revalorizados. Quede constancia, por cierto, de la reciente restauración, tras largos años de trabajos e investigaciones, del baptisterio donde Ambrosio bautizó a Agustín, que se encuentra ubicado bajo la catedral de Milán, un entorno subterráneo que evoca espiritualidad y añoranza.

 

—San Agustín es una figura eminente de la antigua Iglesia africana, emplazada en países que hoy día son mayoritariamente musulmanes. Tú los has visitado varias veces. ¿Qué conocimiento hay de Agustín en el mundo árabe?. ¿Qué puede aportar su figura como fermento de convivencia entre la cultura musulmana y la cristiana?

Desde el final del periodo colonial francés, por los años 50 y 60 del pasado siglo, en esas tierras del Magreb, el interés y conocimiento de la personalidad del númida Agustín ha ido decreciendo, especialmente en Argelia. En este país, los obispos católicos de Constantina-Hipona, Argel y Orán, libran una dura batalla por hacer que se oigan las voces de los cristianos de hoy y de ayer, intentando conseguir que los grandes nombres de sus intelectuales entren al fin en las aulas. Por el momento, en Argelia, éste es un objetivo que raya con la utopía, por más que sorprendentemente el Gobierno haya editado hace  poco un folleto reivindicando la “argelinidad” de San Agustín.

En Túnez sí está renaciendo el interés por las grandes figuras del Imperio Romano que nacieron en aquella provincia africana, Apuleyo y Agustín a la cabeza. Reconforta el hecho de que el Gobierno haya financiado la edición de la primera traducción al árabe de las Confesiones, único libro de Agustín que ha sido vertido a ese idioma.

Ese reto de conseguir para estos grandes nombres respeto y reconocimiento en el mundo intelectual musulmán, debe ser llevado adelante. De ello depende que, en efecto, las ideas y la vida de Agustín sirvan para abrir los ojos de la razón y la tolerancia a quienes en estos días calamitosos siguen imponiendo la intransigencia y el fanatismo como reglas odiosas de la relación entre religiones y creyentes. El islam atraviesa un periodo de grave conflicto interno y quizás las propuestas de maestros del pensamiento como Agustín de Hipona, el africano, podrían abrir cauces nuevos a la reflexión.

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