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La festividad de todos los santos agustinos recoletos pone fin al Año de la Santidad

Desde marzo la Orden de Agustinos Recoletos ha celebrado unos meses que tenían como objetivo reavivar el sentimiento de santidad fijándose en los hermanos que previamente han seguido ese camino y respondieron de manera heroica a la llamada que hace Dios

«El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado», dice la carta de San Pablo a los Romanos. Es el Espíritu quien nos une a Cristo, y en él nos hace hijos del Padre y miembros de la Iglesia. Todos los cristianos están llamados a la santidad, a vivir plenamente la caridad, según la propia vocación y el don recibido del mismo Espíritu, que obra la comunión de la Iglesia en la diversidad de vocaciones, carismas y ministerios. Cada uno, sea cual sea su situación, está llamado al encuentro con Cristo y a vivir con gratitud y alegría su vocación y su misión.

Con este pretexto se planteó en el Capítulo General del pasado año la posibilidad de dedicar unos meses a la santidad, vista esta como objetivo diario del cristiano y como impulso para el proceso de cambio que vive la Orden. Se trata de reproducir con valor, decía el Protocolo del Año de la Santidad, la santidad audaz y creativa de nuestros hermanos en respuesta a los signos de los tiempos actuales.

El primer domingo de cuaresma en marzo abrió un proceso de reflexión y recuerdo de la llamada a la santidad que hace Dios. El objetivo de este año dedicado era el de reavivar en todos -religiosos agustinos recoletos, laicos y jóvenes- las ansias de santidad, de vivir en la vida cotidiana las virtudes que Cristo le ha dado a cada uno y evangelizar con el ejemplo de una vida santificante. «Ser cristiano es ser coherente, con nuestras palabras y nuestros actos», decía el Prior General de los Agustinos Recoletos, Miguel Miró, en el mensaje para la clausura.

El lema elegido para recordar esta vocación y la respuesta a la santidad ha sido «llamados a la santidad». La frase pretendía precisamente ese recuerdo de la llamada que hace Dios a la santidad.

Ese proceso culminó este lunes con la festividad de Todos los Santos de la Orden y la clausura del Año de la Santidad. El ejemplo de los santos agustinos recoletos son el espejo para reavivar esas ansias de santidad. En todos los lugares en los que están presentes los Agustinos Recoletos se celebró durante estos días el triduo de preparación y la clausura del Año de la Santidad. El Prior General había pedido para esta celebración que «cada religioso, cada comunidad, cada país y cada provincia tomen iniciativas que nos ayuden, a nosotros y a los fieles cristianos, a vivir con gratitud y alegría la vocación a la santidad. La santidad es un don que nos da el Señor cuando nos toma para sí y nos reviste de sí mismo y nos hace como Él».

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Vida cotidiana, oración, formación, pastoral…

El Año de la Santidad ha sido planteado desde diferentes puntos. En primer lugar, la santidad en la vida cotidiana. La vida fraterna de cada comunidad es una escuela para el que desea ser de verdad santo, según quedó indicado en el Protocolo al inicio de este Año.

En la vida cotidiana, la santidad no es solo con los demás. También en el trabajo, cultivando una fidelidad dinámica a la propia misión, adaptando sus formas, cuando es necesario, a las nuevas situaciones y a las diversas necesidades, en plena docilidad a la inspiración divina y al discernimiento eclesial

La santidad nace siempre del encuentro personal y comunitario con Jesús, y este encuentro se fragua en la oración; sin oración no podemos ser santos. Es otro de los puntos en los que este Año de la Santidad ha buscado la reflexión.

Los otros dos puntos donde se ha buscado la santidad este año ha sido en la formación y la pastoral. En la formación, la Sección de espiritualidad y liturgia del Secretariado general de Espiritualidad y Formación orientó los documentos de Formación Permanente de este año hacia la santidad orientada desde distintos puntos de vista: la santidad en el Antiguo Testamento, en San Agustín o en la liturgia entre otros asuntos.

Las festividades centrales de este Año de la Santidad han sido:

Domingo 5 de marzo, Primer Domingo de Cuaresma: Apertura del año de la Santidad en todas las

comunidades y ministerios de la Orden .

Lunes 20 de marzo, San José, Protector de la Orden.

Domingo 7 de mayo, IV Domingo de Pascua: Jornada mundial de oración por las Vocaciones .

Lunes 22 de mayo, Santa Rita de Casia.

Domingo 4 de junio, Solemnidad de Pentecostés.

Domingo 11 de junio, Solemnidad de la Santísima Trinidad.

Jueves 17 de agosto, Santa Clara de la Cruz de Montefalco.

Sábado 19 de agosto, San Ezequiel Moreno: 25 años de su canonización.

Domingo 27 de agosto, Santa Mónica.

Lunes 28 de agosto, San Agustín.

Lunes 4 de septiembre, Nuestra Señora, Madre de la Consolación.

Domingo 10 de septiembre, San Nicolás de Tolentino.

Jueves 28 de septiembre, Beatos mártires del Japón: 150 años de su beatificación.

Martes 10 de octubre, Santo Tomás de Villanueva.

Viernes 20 de octubre, Santa Magdalena de Nagasaki: 30 años de su canonización.

Domingo 12 de noviembre, Todos los Santos de la Orden: Clausura del año de la santidad.

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