Realizan su labor en Lábrea, Tapauá y Pauiní, beneficiando a más de 700 menores de Brasil en riesgo de que sus derechos sean violados
Multitud de circunstancias han hecho que en Brasil los derechos de los niños sean violados continuamente. En las familias más pobres y de entorno rural, uno de cada cuatro trabajadores es menor de edad. Para las niñas salir a la calle es un riesgo. Corren el peligro de ser violadas o secuestradas. Y si no, sus familias les obligan a contraer matrimonio prematuramente.
En este contexto realizan su importante labor los Centros Esperanza de Lábrea, Tapauá y Pauiní, impulsados y gestionados por la Orden de Agustinos Recoletos. El trabajo de estos centros, del que se benefician 700 menores de Brasil, es principalmente por los derechos de los niños; por cuidarles de que crezcan sin carencias y sin amenazas.
Los Centros Esperanza constituyen una red de espacios de contención y prevención de los menores que viven en pleno Amazonas brasileño, en una sociedad machista y violenta, sin acceso a una educación de calidad, sin espacios de ocio y sin oportunidades de empleo digno a futuro.
Con esta situación, los niños y niñas de Lábrea, Tapauá y Pauiní, como el resto de los niños de la extensa región amazónica brasileña, quedan expuestos a la violencia intrafamiliar y social, incluyendo las agresiones sexuales; a la explotación laboral; a la captación por las bandas y a la delincuencia.
Los Centros Esperanza llevan años evitando a los niños y niñas de Lábrea, Tapauá y Pauiní estos graves riesgos. Esto lo consiguen mediante la posibilidad de que los niños no estén en la calle mientras que no están en la escuela. En lugar de eso, pueden acudir al centro donde realizan con otros niños actividades de refuerzo escolar, talleres de actividades artísticas (artesanía, bordado, instrumentos musicales), talleres de orientación profesional (en ebanistería, metalurgia, etc.), actividades de ocio y recreo o de cultivo de la interioridad y espiritualidad.
Siguiendo los valores agustinianos, dan calor y cercanía a niños indefensos y expuestos a una cruel realidad. La sociedad que les rodea viola los derechos de los niños, algo que pretenden evitar estos centros con acciones sencillas y cotidianas que permitan al menor crecer en un contexto sano y libre.
Están abiertos todo el día. Por la mañana reciben a los niños que estudian en horario de tarde, y viceversa. Cuentan con personal especializado y con gran experiencia en la atención educativa y psicoafectiva del niño.
Los Centros Esperanza son una de tantas luces en este inmenso país, que ayudan a desvelar la grave situación que sufren millones de niños y niñas en el país al tiempo que proporcionan un horizonte de esperanza para el futuro de esos niños.
La labor de los Centros Esperanza, que actualmente canaliza en España la ONG agustino recoleta Haren Alde, se complementa con la que realiza en Brasil la familia agustino recoleta en defensa de los derechos de los niños. Son los centros PIAJ de Cametá de Tocantins o el LAR Santa Mónica de Fortaleza.