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Las antífonas de la O: la preparación para la llegada del Mesías

Es una ancestral tradición de la Iglesia que se repite desde el 17 de diciembre hasta el día previo al nacimiento de Jesús. En la vísperas, relatan las profecías de Isaías sobre la grandeza del niño que nacerá el 25 de diciembre

Los cristianos viven con expectación los días previos al nacimiento del Señor el 25 de diciembre. Ante la inminente llegada de Cristo al mundo, la tradición cristiana estableció el rezo de las grandes antífonas, conocidas como las antífonas de la O por su comienzo, en las Vísperas de los siete días previos a la Navidad. Esta tradición se vivía antiguamente con especial relevancia en la Orden de Agustinos Recoletos.

En la Liturgia de las Horas y antes del canto del Magnificat, las antífonas de la O relatan las diferentes cualidades del Mesías y las diversas necesidades del linaje humano. Asimismo, estas antífonas relatan las profecías de Isaías sobre el nuevo Redentor del mundo.

Las antífonas de la O ensalzan la grandeza del Mesías que adelantaron los profetas en el antiguo testamento: Sabiduría, Señor nuestro, Raíz de Jesé, Llave de David, Oriente, Santo de los Santos, Rey de las naciones, Emmanuel y Pastor de Israel. Así, cada día las antífonas enaltecen una de estas grandes virtudes de Jesucristo según la profecía de Isaías. Son breves oraciones que recogen el espíritu del Adviento y la Navidad.

Leyendo la primera letra de estos títulos mesiánicos en el sentido inverso se forma el acróstico latino «ero cras», que quiere decir «vendré mañana».

El origen de esta tradición no está clara. Puede situarse en el siglo VII. En las comunidades de Agustinos Recoletos, la tradición se vivía de forma especial: el prior comenzaba el rezo el primer día y lo continuaban los días siguientes los demás superiores, quienes tras la oración tomaban pastas y dulces.

Durante esta semana, para continuar con esta tradición, la Orden de Agustinos Recoletos publicará cada día en sus perfiles de redes sociales la antífona de cada día en español e inglés. El diseño ha sido realizado en Filipinas por el agustino recoleto Jaazeal Jakosalem.

Las siete antífonas de la O

El hombre necesita de las enseñanzas del Mesías para alcanzar la vida eterna. Por eso el primer día la antífona dice: «¡Oh Sabiduría que saliste de la boca del Altísimo, que alcanzas tu fin con fuerza, y dispones todas las cosas con dulzura! Ven a enseñarnos la senda de la prudencia».

Es Cristo el único capaz de salvar a la humanidad. Dice la segunda antífona: «¡Oh Señor nuestro poderoso y guía de la casa de Israel, que te mostraste a Moisés en la zarza encendida y le diste a ley del Sinaí! Ven a rescatarnos con el poder de tu brazo».

Jesús, hijo de Dios, que vendrá para redimir al hombre, es descendiente de los grandes reyes. Ensalza la tercera antífona: «¡Oh raíz de Jesé, que está expuesta como una bandera a los ojos de las naciones, ante la cual guardarán silencio los reyes, y a la que ofrecerán los gentiles sus oraciones! Ven a rescatarnos, no tardes».

El Señor que va a nacer traerá la llave para liberar al hombre del pecado. Pide la cuarta antífona: «¡Oh llave de David, que abres y nadie cierra, que cierras y nadie abre! Ven y saca al preso de la cárcel, al desgraciado que yace en las tinieblas a la sombra de la muerte».

Iluminará al hombre en la oscuridad, será luz para el mundo. Exclama la quinta antífona: «¡Oh Oriente, esplendor de la luz eterna y sol de justicia! Ven y alumbra a los que yacen en las tinieblas y en la sombra de la muerte».

El Señor será santo sobre todos los santos. «¡Oh Santo de los Santos, espejo sin mancha de la majestad de Dios e imagen de su bondad! Ven a destruir la iniquidad y traer la justicia eterna», indica la sexta antífona.

El Mesías será el rey de todas las naciones y «su reino no tendrá fin». Dice la séptima antífona: «¡Oh Rey de las naciones, Dios y Salvador de Israel, piedra angular que unes en un solo edificio a los Judíos y a los gentiles! Ven y salva al hombre que has formado del barro de la tierra».

Dios está con nosotros y por eso se hace hombre para imponer la justicia. La octava antífona exclama: «¡Oh Emmanuel, nuestro rey y Legislador, expectación de las naciones y objeto de sus deseos! Ven a salvarnos, Señor Dios nuestro».

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