Las Misioneras Agustinas Recoletas están cercanas a los más pobres en Atapirire, Múcura y Boca del Pao, en Venezuela. En estos lugares dan de comer a niños en su mayoría. La Superiora general de las MAR, Nieves Mari Castro, cuenta en este artículo la labor que realizan por los demás en medio de la graves crisis social que atraviesa Venezuela
Escribir sobre nuestras hermanas misioneras agustinas recoletas de la vicaría parroquial san Agustín es remontarme a mis once años de trabajo intenso misionero en aquel lugar. Escribir sobre su labor allí es renovar mi esperanza en creer en un iglesia de los pobres y para los pobres.
Tres son las valientes hermanas que han optado por seguir acompañando al pueblo, al más marginado de Venezuela, allí, llano adentro, en el Estado Anzóategui, en la sabana y en la zona tórrida del Orínoco.
Guadalupe Martínez, Teresa de Jesús Castaño y Lucelia Ramírez son tres hermanas que siguen entregando la vida y buscando bienes para que otros también la tengan.
Gracias a nuestro hermano agustino recoleto Simón Puertas, el proyecto ARCORES ha despegado en esta tierra, donde la Orden está plantada.
Nuestra hermana Lucelia nos cuenta a través de unos mensajes de Whatsapp en qué consiste la ayuda. En nuestra jurisdicción, las Misioneras Agustinas Recoletas atendemos a los pueblos de Atapirire, Múcura y Boca del Pao, que se encuentra en la ribera del río Orinoco.
El proyecto logra dar alimento (desayuno y almuerzo) a los niños de los preescolares de los tres pueblos. Las dificultades son grandes, cuenta nuestra hermana, porque el alimento no se consigue, porque la ayuda económica que se deposita para este fin a veces no se puede sacar del banco, porque hay diferentes tipos de precios según sean los billetes más viejos o más nuevos, porque el aumento de los productos es exagerado, de forma que un huevo cuesta más que un jornal. En fin, ver para creer, y lo creo porque en Navidad estuve por Venezuela, y no comimos pollo en todo el país.
En Atapirire sede de la vicaría, se alimentan a 35 preescolares, más otros niños de cinco años que no están en preescolar. Las cocineras hacen el desayuno y el almuerzo y llenan a nuestros niños sus estómagos para que sus caras sonrían un poco más. Las mamás, al no tener con que alimentar a sus hijitos, están más tranquilas y los pueden enviar porque saben que allí comen con certeza
En Múcura a una hora más al interior del llano, se alimentan 15 preescolares, y en Boca de Pao, a 45 minutos más de Múcura, se alimentan a 35 niños más, y por supuesto, a todos aquellos a quienes seguro mendigan un plato de comida. Nuestras hermanas recorren los lugares llevando el alimento y asegurando que este llegue a los niños. Al ver la realidad, dice nuestra hermana, los padres aumentaron la ayuda, gracias a Dios.
Son muchas las personas que al calor de este proyecto han crecido en generosidad, para donar leche, ayudar a cocinar, a servir, a llenar los envases con las comidas de los niños que no son preescolares…En fin, el Dios de los pobres siempre está en aquellos que se olvidan de sí.
No olvidemos, hermanos, esta triste realidad, y confrontemos nuestra vida con estas hermanas que apostándolo todo por Jesús, se entregan a los demás.
Por Nieves María Castro P. – Superiora general de las Misioneras Agustinas Recoletas