La Hna. Rosa María Mora encontró a Cristo en su adolescencia y decidió seguirle. Así es el testimonio y la visión de la vocación de la Presidenta federal de las Monjas Agustinas Recoletos de clausura de México
«Dios me volvió a encontrar y me volvió a llamar». Así explica la Hna. Rosa María Mora cómo fue su vocación. Durante su adolescencia atravesó una crisis existencial. Sin embargo, Dios volvió a encender una llama en su corazón y resolvió su crisis decidiendo seguirle. Ahora es la Presidenta federal de las Monjas Agustinas Recoletas de clausura de México.
El momento en que decidió ingresar en la clausura y dedicar ahí su vida religiosa fue en un encuentro con unas primas que habían realizado una experiencia vocacional en un convento de Monjas Agustinas Recoletas. «Me las encontré, les abordé y les pregunté: ¿Qué pasó con ustedes? Yo las hacía en el Monasterio». De sus familiares, confiesa, salió «una palabra clave» que le clarificó su duda vocacional.
«Es que las monjas rezan mucho», le respondió su prima. A lo que la Hna. Rosa María contestó: «Esas quiero yo». Fue ese, en ese momento, el sí que dio a Cristo: en plena calle, hablando con sus primas.
Alegría y vida comunitaria. Esas son, para la Presidenta federal, las bases del carisma de las Monjas Agustinas Recoletas contemplativas. «Las chicas se enamoran de nuestra alegría y de nuestra vida comunitaria, que es lo que la juventud ahora necesita», afirma. Y añade: «Que vivamos de una armonía, compartiendo nuestros dones y nuestra oración». La clave la pone en el «aislamiento dentro de la juventud». Por eso se enamoran de este tipo de vida.
Sobre la Recolección, La Hna. Rosa María centra su atención en la interioridad. «Es una parte muy importante dentro de una monjas agustina recoleta, buscar a Cristo dentro de nuestro interior para poder compartirlo con los demás», explica.
¿Las monjas de clausura se aburren? «No tenemos tiempo para aburrirnos», dice. «Nuestro horario es tan bien distribuido que hay poco tiempo para el aburrimiento». Es más, pide más tiempo para trabajar y ofrecer su labor por la Iglesia y la humanidad.