Las Juventudes Agustino Recoletas llevan desde 2009 en México. Miles de jóvenes han compartido la experiencia de vivir el carisma agustino recoleto desde la juventud y la comunidad. ¿Qué significa ser de las JAR? Héber Hermosillo lo cuenta en este artículo
Cada vez es más común escuchar, cuando se habla de negocios, que las empresas más exitosas son aquellas que te venden no sólo un producto, sino ante todo una experiencia. Aquellas que con su marca te hacen partícipe de un grupo, o incluso, te garantizan una “identidad”. Esto, que rápidamente salta a la vista en el mundo del marketing y la publicidad, se puede aplicar en muchas otras áreas del devenir cotidiano; entre ellas, salvadas las debidas distancias, el de la espiritualidad; y es aquí donde, en mi personal punto de vista, se enmarcan las JAR y su trabajo. Explico brevemente por qué.
Este axioma de vender experiencias e identidades, que tan acertadamente han aprovechado muchas empresas para ver crecer sus ganancias, es sólo un síntoma de una inquietud perenne del hombre, que, no obstante, se ha visto conflictuada en la actualidad como nunca antes. Me refiero al de responder a las preguntas ¿Quién soy y hacia dónde voy?
De unas décadas a la fecha, ha sido notorio el decidido empeño de algunos grupos de poder, de desvincular al hombre de sus raíces; cosa que, a la mayoría de nosotros, como hijos de nuestro tiempo, nos ha dejado flotando en un mar de incertidumbre, en un abigarrado contexto de identidades volátiles, donde es cada día más difícil encontrar la clave que nos permita satisfacer el deseo que ya hace mucho tiempo expresaba San Agustín: qué me conozca a mí mismo y qué te conozca a ti [Señor] (Cfr. Conf X,37,62 y X,1,1).
En este sentido, las JAR son también una respuesta a esta necesidad del hombre actual, a los jóvenes de hoy. Claro está, que a diferencia de las estrategias de mercado, el objetivo del movimiento promovido por la Orden de Agustinos Recoletos no está en el lucro económico ni en el incremento de adeptos que porten un logo en sus playeras, sino en compartir una identidad, una forma de ser y de hacer las cosas. Una forma muy concreta de escuchar a Cristo y de seguirlo; esta es la forma de San Agustín y de la familia recoleta, y que a su vez no es otra que la de los primeros cristianos que en torno a la fracción del pan, de la oración y de la caridad por la comunión de bienes tenían una sola alma y un solo corazón dirigidos hacia Dios.
Esto es lo que yo encuentro en las JAR, y lo que me gustaría que muchos jóvenes más encontraran. Es complicado detallar el día a día de un joven agustino recoleto mexicano o de cualquier nacionalidad, pues las circunstancias de vida son muy distintas en la mayoría de los casos. No es igual el ritmo de vida y el contexto que envuelven a un joven de 16 años miembro de JAR La Junta, una ciudad que ronda los 10,000 habitantes y que es vía de acceso a la Sierra Tarahumara, un lugar de extraordinaria belleza natural, pero empañado por grandes grupos criminales productores y traficantes de drogas, a la vida muchas veces frenética de una joven de 24 años de JAR Santa Mónica, en una metrópoli como la Ciudad de México; sin embargo, en todos aquellos que se han dejado interpelar realmente por el carisma agustino recoleto, sobresalen características inconfundibles; cualidades que, al mismo tiempo que se entrelazan con valores o actitudes altamente promovidos desde diversas plataformas sociales, como son el trabajo en equipo, el autoconocimiento, la solidaridad y la revalorización del rol de la mujer, los hacen ir también contracorriente por su claro trasfondo cristiano y agustiniano, como son el amor por la vida comunitaria, el deseo de una profunda experiencia de interioridad, la creciente caridad evangélica y la filial devoción a María, modelo perfecto de mujer que acoge la palabra de Dios y la hace fructificar al ciento por uno.
Estos rasgos se hacen palpables todos los días, cuando los jóvenes, después de largas jornadas de estudio o trabajo, o de ambas en algunos casos, dedican dos o tres horas de su tiempo a la reunión semanal de comunidad, a un apostolado en la parroquia, o al sinfín de actividades que se organizan para conocer y vivir mejor el carisma agustino recoleto, como son retiros, jornadas de formación, campamentos, horas santas, experiencias de voluntariado, entre muchas otras. En esta tesitura, destaco dos acciones solidarias llevadas a cabo en estos últimos días, y que son respuestas consecuentes a la vivencia de la fe en Cristo y del estilo de san Agustín; me refiero a la misión de invierno efectuada por casi una veintena de jóvenes de JAR La Junta y JAR Chihuahua en dos pueblos de la zona serrana antes mencionada, donde la carencia de medios para el bienestar se evidencia más en estas fechas por el descenso drástico en las temperaturas (entre los -5°C y los 5°C); y la otra, la misión continuada de los religiosos, postulantes y miembros de las JAR del centro de México en favor de los más afectados por los terremotos del pasado mes de septiembre, desde labores de rescate y levantamiento de escombros en los días posteriores al sismo, hasta la última recolección y entrega de alimentos y ropa para la población de Totolapan, Morelos; lugar en que la Vicaría de México ha condensado sus esfuerzos a través de la red solidaria ARCORES, para un mejor acompañamiento de aquellos que perdieron mucho en este desastre natural.
He notado también el afianzamiento de muchos jóvenes en la espiritualidad agustino recoleta, en la expansión del deseo y la exigencia de la vida comunitaria a niveles cada vez más grandes. Las riquezas que encontramos en la convivencia diaria con nuestros hermanos de comunidad nos motivan a ampliar círculos. No nos vemos como grupos aislados, como “islas”, sino como parte de una gran familia. Y en ello nos ha ayudado mucho el encuentro con miembros JAR de otras regiones y de otros países. Desde la pasada JMJ y JMJAR en Polonia e Italia, donde 16 jóvenes de JAR México tuvimos la oportunidad de encontrarnos con miembros de las JAR de Argentina, Brasil, España, Venezuela y Estados Unidos, se ha ido contagiando el entusiasmo para participar en los encuentros internacionales de la JMJ y la JMJAR del 2019 en Panamá. Al día de hoy ya está completo el cupo de inscripciones de participación que concedió a la delegación mexicana el Secretariado General de Vocaciones y Juventud para la JMJAR. Ya solo falta seguir trabajando con empeño para reunir los fondos necesarios para el viaje.
De igual modo, sentimos con la Orden y sentimos con la Iglesia. Ya no es raro ver a un joven interesado en lo que sucede en la Orden. En las conversaciones se escuchan apelativos como “nuestra provincia”, “nuestra espiritualidad”. Muchos están al tanto, a través de las redes sociales, de lo que sucede en la gran familia agustino recoleta. Este sentimiento de pertenencia, es también un motivo de agradecimiento por nuestra parte. Reconocemos que la Orden y la Iglesia, están realmente interesados en los jóvenes. Signos fehacientes son, por un lado, las decisiones de los últimos capítulos, general y provinciales, de implantar las JAR en todos los ministerios de la Orden, y por otro lado, el próximo Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes convocado por el Papa Francisco, y para el que ya muchos hemos leído y reflexionado el documento preparatorio y contestado la encuesta para ser protagonistas activos del mismo.
Aunque falta aún mucho camino por recorrer, los pasos que se han dado han supuesto ya un primer gran impulso y han marcado una hoja de ruta para el pleno desarrollo de las JAR. Solo queda por pedir a la Orden, en general, y a los religiosos, en particular, que sigan apostando en los jóvenes. No desconocemos que es una tarea ardua, y a veces llena de contrariedades; sin embargo, ustedes, mejor que nadie, conocen que un corazón enamorado es capaz de grandes obras ¡Y cuánto más si el corazón es joven!
Por Héber Hermosillo – JAR México
Artículo publicado en el Anuario de Agustinos Recoletos 2017