Pese a la situación de crisis, los Agustinos Recoletos de Venezuela continúan con el apostolado educativo, entendiendo la importancia que tiene la educación de los jóvenes que serán el futuro del país. «Una de las mayores motivaciones, desde la fe en Jesús, es la esperanza que tienen en las nuevas generaciones porque serán ellas las que deben reconstruir el país»
Decía Nelson Mandela que “la educación es el arma más poderosa que se puede usar para cambiar el mundo”. Con ese compromiso firme y constante de cambiar el mundo, los Agustinos Recoletos -con una larga trayectoria volcada en la educación- hacen de esta arma un desafío en medio la crisis económica, política, social y humanitaria de Venezuela. Tienen la convicción de que la educación es lo primordial para la sociedad, más aún cuando el país está atravesando una enorme incertidumbre.
En Caracas, capital de Venezuela, los Agustinos Recoletos cuentan con cuatro colegios en los que vienen ofreciendo una educación de calidad desde hace más de medio siglo. El colegio más antiguo es el Fray Luis de León, en San Agustín, que comenzó su labor en el curso de 1941-1942. Actualmente brinda sus servicios a más de 800 alumnos de prescolar, primaria y educación media general.
El Colegio Santo Tomás de Villanueva está funcionando desde septiembre de 1954 en Las Mercedes, y acoge a cerca de 1200 alumnos en los niveles de inicial, primaria y educación media en ciencias. El Colegio Agustiniano Cristo Rey, en Santa Mónica, fue fundado en 1957 y ofrece servicios educativos a 1600 alumnos, en los niveles de inicial, primaria y educación media general. Por último, el Colegio San Judas Tadeo, en La Pastora, abrió sus puertas en el año 1967 y está afiliado a la Asociación Venezolana de Educación Católica (AVEC). Acoge a cerca de 900 alumnos en preescolar, primaria y educación media. En total son 4.500 niños y jóvenes los que reciben educación en los colegios de Agustinos Recoletos.
Ante una situación que asola el país, desde los colegios los Recoletos encuentran grandes motivaciones para luchar por la educación. El rector del Colegio Fray Luis de León, el agustino recoleto Jeremías Peralta dice que “una de las mayores motivaciones, desde la fe en Jesús, es la esperanza que tienen en las nuevas generaciones porque serán ellas las que deben reconstruir el país”. “Creemos que solo la educación puede ayudar a restablecer el orden y educar la conciencia para el cambio de mentalidad de una nueva sociedad”, indica. El agustino recoleto Ricardo Riaño es rector del colegio Santo Tomas de Villanueva. Manifiesta que “como agustinos recoletos es un gran reto llevar adelante la educación, precisamente porque Venezuela es un país que está en crisis”.
El compromiso está arraigado en el ADN agustiniano, que se hace visible en la educación, el servicio social y la evangelización. Es un campo donde se hace visible la solidaridad “frente al sufrimiento de tantas familias golpeadas por la profunda crisis sociopolítica y económica del país”, añade Jeremías. Aunque las condiciones en las que se vive no son las mismas que hace unos años, “nuestra labor está en seguir brindando una educación de calidad, tanto a nivel humano como cristiano y específicamente agustiniano”, manifiesta Riaño. Eddy Polo, Vicario de los Agustinos Recoletos en Venezuela, afirma que “los derechos de los venezolanos se ven cercenados en justicia, hay mucha violencia y poca tolerancia, lo que se profundiza en una crisis humanitaria”.
El inicio del año escolar siempre llega lleno de novedades, pero no para bien, como consecuencia de la inestabilidad que sufre el país. “Con la devaluación de la moneda los profesores claman un sueldo más elevado; hasta tres veces ya se ha subido el sueldo mínimo, y los profesores se están yendo del país o buscan otros colegios donde se les pague mejor”, dice Polo con pena. A pesar de que los hijos de los profesores están becados, algunos abandonan la enseñanza para ir en busca de otras oportunidades. En el Colegio San Judas se dan becas a muchos alumnos de escasos recursos y se distribuyen 100 almuerzos diarios a los niños y adolescentes de extrema pobreza. En sí, el país vive en medio de la incertidumbre y “muchas cosas se han ido desmoronando, entre ellas está la educación”, lamenta Riaño.
El reto está en “lograr tener los ingresos necesarios, porque necesitamos mantener el colegio de pie. Más del 90% de los ingresos se dirige al pago de salarios de empleados y trabajadores, por lo que queda muy poco para el mantenimiento de la institución”, dice Riaño. Porque lo más urge ahora es la educación, y “no podemos abandonar al país en un área tan importante en este momento. Seguimos trabajando con la misma alegría, ilusión, entusiasmo”, manifiesta el rector del Colegio Santo Tomás. La mirada recoleta va más allá de números porque “detrás de cada niño o adolescente están muchas familias que dependen de nosotros. Y creo que nuestro compromiso cristiano implica justicia solidaria, misericordia y compromiso con las nuevas generaciones”, afirma Jeremías.
Otro de los aspectos que tiene en cuenta Eddy Polo es que se está educando a una “generación que no conoce más que el chavismo”, un sistema donde se han perdido muchos valores. Jeremías añade que “todo se hace en nombre del pueblo y se va justificando las injusticias, el hambre, la miseria, el atropello de la dignidad y libertad del hombre, y se va privando el derecho a la vida digna y la convivencia mutua”.
Por eso, asegura Polo que el propósito es “seguir formando en valores, en la reconciliación, la tolerancia y respeto. Y buscar que se viva la auténtica fraternidad entre los alumnos”. El trabajo es arduo, pero “educar lo vemos como una herramienta bastante buena que queremos aprovechar. Ciertamente que no se podrá dar en su dimensión completa, pero seguimos al cien por cien apostando por la educación”, agrega el Vicario de Venezuela. Además, “es un llamado que nos hace la iglesia venezolana como tal, a no abandonar nuestros colegios, porque la educación es la que forja el futuro de un país”.
Desde esta realidad, los frailes recoletos que trabajan en los colegios, pretender no bajar la calidad de educación, el empeño de hacer las cosas bien, las ganas, el entusiasmo. “En nuestros grupos de trabajadores nos motivamos de una u otra manera, nos reinventarnos para que nuestra gente esté contenta”, indica Riaño. Y así, seguir apostando por una educación de calidad, de servicio social y movidos desde el amor que les impulsa a dar una mirada diferente a la realidad y soñar con un futuro diferente.