El Papa Francisco cita dos frases de Las Confesiones y una de los sermones de San Agustín en la exhortación apostólica dedicada a los jóvenes
La exhortación apostólica Christus Vivit que el Papa Francisco ha dedicado a los jóvenes es ya un documento de referencia para la pastoral juvenil y vocacional de la Iglesia. En el documento, Francisco recalca la importancia que tienen los jóvenes para la vida cotidiana de la Iglesia. «Ustedes son el ahora de Dios», dice.
En Christus Vivit está presente incluso San Agustín. El Papa Francisco cita hasta en tres ocasiones al obispo de Hipona, colocándole como referente para la juventud que busca a Dios en medio de las dificultades del mundo. En la exhortación aparecen tres de las frases más conocidas de San Agustín que el Santo Padre utiliza para demostrar la necesidad que tiene la juventud de Dios, la urgencia por encontrarle y la alegría de celebrar la fe mediante la canción.
Amar a Cristo desde la juventud
En el capítulo primero aparece la primera referencia a San Agustín. El Papa Francisco aconseja a los jóvenes «ser buenos» incluso siendo jóvenes. «No hay que arrepentirse de gastar la juventud siendo buenos, abriendo el corazón al Señor, viviendo de otra manera», dice. Asegura que amar a Cristo no quita la juventud sino que la fortalece y la renueva. Es aquí donde pone como ejemplo a San Agustín, quien en Las Confesiones se lamenta de su juventud alejada de Dios: «¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva! ¡Tarde te amé!».
Por eso, el Papa Francisco recomienda a los jóvenes no ser como el joven rico: tuvo la oportunidad de seguir a Cristo pero decidió continuar viviendo apegado a sus bienes. El Santo Padre pide a los jóvenes arriesgarse para así no lamentar como San Agustín el tiempo perdido sin Dios.
En el Evangelio de Marcos aparece una persona que, cuando Jesús le recuerda los mandamientos, dice: «Los he cumplido desde mi juventud» (10,20). Ya lo decía el Salmo: «Tú eres mi esperanza Señor, mi confianza está en ti desde joven […] me instruiste desde joven y anuncié hasta hoy tus maravillas» (71,5.17). No hay que arrepentirse de gastar la juventud siendo buenos, abriendo el corazón al Señor, viviendo de otra manera. Nada de eso nos quita la juventud, sino que la fortalece y la renueva: «Tu juventud se renueva como el águila» (Sal 103,5). Por eso san Agustín se lamentaba: «¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva! ¡Tarde te amé!». Pero aquel hombre rico, que había sido fiel a Dios en su juventud, dejó que los años le quitaran los sueños, y prefirió seguir apegado a sus bienes (cf. Mc 10,22). – Christus Vivit, 17
Jóvenes con corazón inquieto
En Christus Vivit, Francisco pide jóvenes soñadores. El punto 183 dice: «El amor de Dios y nuestra relación con Cristo vivo no nos privan de soñar, no nos exigen que achiquemos nuestros horizontes». Como San Agustín, dice que un corazón inquieto «resume muchas de las búsquedas de los corazones de los jóvenes». Es la inquietud la que convierte el corazón «joven, disponible, abierto». Por eso cita a San Agustín. En Las Confesiones expresa la inquietud de su corazón en una de sus frases más conocidas: «Señor, nos creaste para ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en ti».
«La verdadera paz interior convive con esa insatisfacción profunda», dice el Papa. Los jóvenes no pueden perder nunca la esperanza de Cristo, la urgencia por encontrarle y por tener un encuentro real con Cristo que vivifica y renueva.
El amor de Dios y nuestra relación con Cristo vivo no nos privan de soñar, no nos exigen que achiquemos nuestros horizontes. Al contrario, ese amor nos promueve, nos estimula, nos lanza hacia una vida mejor y más bella. La palabra “inquietud” resume muchas de las búsquedas de los corazones de los jóvenes. Como decía san Pablo VI, «precisamente en las insatisfacciones que los atormentan […] hay un elemento de luz». La inquietud insatisfecha, junto con el asombro por lo nuevo que se presenta en el horizonte, abre paso a la osadía que los mueve a asumirse a sí mismos, a volverse responsables de una misión. Esta sana inquietud que se despierta especialmente en la juventud sigue siendo la característica de cualquier corazón que se mantiene joven, disponible, abierto. La verdadera paz interior convive con esa insatisfacción profunda. San Agustín decía: «Señor, nos creaste para ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en ti». – Christus Vivit, 138
Canta y camina
La tercera referencia a San Agustín está en el punto 226. El Papa Francisco recuerda aquí las expresiones artísticas como camino para encontrar a Dios. Es la pintura, el teatro o la música, como dice el documento final del Sínodo de los Jóvenes. Concretamente, el documento se centra en la música, capaz de crear «un verdadero ambiente en el que los jóvenes están constantemente inmersos, así como una cultura y un lenguaje capaces de suscitar emociones y de plasmar la identidad».
El Papa afirma en Christus Vivit que «el canto puede ser un gran estímulo para el caminar de los jóvenes» y cita a San Agustín, que dice en su Sermón 256: «Canta, pero camina; alivia con el canto tu trabajo, no ames la pereza: canta y camina […]. Tú, si avanzas, caminas; pero avanza en el bien, en la recta fe, en las buenas obras: canta y camina».
No podemos olvidar las expresiones artísticas, como el teatro, la pintura, etc. «Del todo peculiar es la importancia de la música, que representa un verdadero ambiente en el que los jóvenes están constantemente inmersos, así como una cultura y un lenguaje capaces de suscitar emociones y de plasmar la identidad. El lenguaje musical representa también un recurso pastoral, que interpela en particular la liturgia y su renovación». El canto puede ser un gran estímulo para el caminar de los jóvenes. Decía san Agustín: «Canta, pero camina; alivia con el canto tu trabajo, no ames la pereza: canta y camina […]. Tú, si avanzas, caminas; pero avanza en el bien, en la recta fe, en las buenas obras: canta y camina». – Christus Vivit, 226