Una palabra amiga

Francisco también cita a San Agustín

El agustino recoleto Miguel Ángel Ciaurriz repasa en este artículo las referencias que el Papa Francisco ha incluido en la nueva exhortación apostólica Christus Vivit

Es poco probable que un documento del magisterio de los papas no cite a Nuestro Padre San Agustín. Lo hizo, por ejemplo, y con mucha frecuencia, Benedicto XVI, que se declaró gran admirador suyo.

En 2008, el hoy Papa Emérito, dedicó seis de sus audiencias generales de los miércoles a la figura al Santo de Hipona, a quien reconoció como ‘el Padre más grande de la Iglesia latina’.  “Quiero volver a las meditaciones sobre los Padres de la Iglesia, dijo Benedicto, y hablar hoy del Padre más grande de la Iglesia latina, san Agustín:  hombre de pasión y de fe, de altísima inteligencia y de incansable solicitud pastoral. Este gran santo y doctor de la Iglesia a menudo es conocido, al menos de fama, incluso por quienes ignoran el cristianismo o no tienen familiaridad con él, porque dejó una huella profundísima en la vida cultural de Occidente y de todo el mundo”.

Ciertamente Benedicto XVI se sentía atraído por la profundidad de San Agustín y reconoce que atrae, incluso a quienes no están familiarizados con la fe cristiana, pero perciben su rastro en la cultura de Occidente y del mundo.

Francisco, el papa que llegó a Roma del otro lado del mundo, como todos se han dado ya cuenta, tiene un perfil menos, no sé cómo decirlo, científico, técnico o teológico, no sé, pero, en mi opinión, más pastoral y de mayor cercanía. Tampoco él deja de citar a San Agustín.

En el último documento publicado, la Exhortación Apostólica Postsinodal sobre los jóvenes ‘Christus vivit’, que lo acabo de leer y me ha gustado mucho, muchísimo, San Agustín es citado en tres ocasiones. Bueno, no es cuestión de poner los grandes santos a competir entre ellos a ver quién aparece más. Pero, si así lo fuera, San Agustín, en este caso, iría por adelante delante de Santo Tomás y San Ireneo, que aparecen en una ocasión cada uno.

Este documento papal, aunque recoge las conclusiones del Sínodo de Obispos sobre los jóvenes, celebrado el pasado año, merece ser leído, no sólo por los que aún tienen pocas hojas caídas de su calendario, los jóvenes, sino por todos, incluso por quienes ya nos quedan pocas guardadas en la recámara. Leerlo nos ayudará a comprender y sintonizar con la muchachada de nuestros hijos y nietos de hoy.

La primera cita de San Agustín aparece en el número 17 del capítulo primero de la Exhortación en la que, casi a modo de introducción, Francisco hace un recorrido por el Antiguo y el Nuevo Testamento presentando una visión panorámica de lo que dice la Palabra de Dios sobre los jóvenes.

Escribe Francisco: “no hay que arrepentirse de gastar la juventud siendo buenos, abriendo el corazón al Señor, viviendo de otra manera. Nada de eso nos quita la juventud, sino que la fortalece y la renueva: «Tu juventud se renueva como el águila» (Sal 103,5). Por eso san Agustín se lamentaba: «¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva! ¡Tarde te amé!». Cuánta agua para beber da San Agustín en las Confesiones, que es de donde toma Francisco ambas citas.

La segunda está en el número 138, y también es un texto bien conocido por todos: «Señor, nos creaste para ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en ti».

“La palabra «inquietud» dice Francisco, resume muchas de las búsquedas de los corazones de los jóvenes… La inquietud insatisfecha, junto con el asombro por lo nuevo que se presenta en el horizonte, abre paso a la osadía que los mueve a asumirse a sí mismos, a volverse responsables de una misión. Esta sana inquietud que se despierta especialmente en la juventud sigue siendo la característica de cualquier corazón que se mantiene joven, disponible, abierto. La verdadera paz interior convive con esa insatisfacción profunda. San Agustín decía: «Señor, nos creaste para ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en ti».

Y la tercera en el 226, tomada del sermón 256 para decir: «Canta, pero camina; alivia con el canto tu trabajo, no ames la pereza: canta y camina […]. Tú, si avanzas, caminas; pero avanza en el bien, en la recta fe, en las buenas obras: canta y camina»

Miguel Ángel Ciaurriz OAR

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