El obispo agustino recoleto David Arias falleció el pasado 9 de mayo a los 89 años en New Jersey (Estados Unidos). Fue reconocido por muchas personas como buen obispo y buen religioso, preocupado principalmente de la comunidad hispana. En este artículo le recuerda el agustino recoleto Eliseo González
Biografía | Una vida al servicio de la Iglesia
La primera vez que conocí al Obispo David Arias fue en noviembre 1997, en el monasterio de Tagaste, Suffern, Nueva York. Yo era seminarista en aquel tiempo. Él vino a comer con la comunidad de Agustinos Recoletos para celebrar el día de acción de gracias (‘Thanksgiving Day’, en inglés). Durante los próximos seis años Mons. Arias no faltaría a la cita ese día de fiesta en Tagaste.
Recuerdo también cuando, junto con otros frailes recoletos, estuvimos presentes en la bendición del Centro Guadalupe, en Union City, Nueva Jersey. Mons. Arias fue en gran parte el responsable de que la Diócesis de Newark abriera ese centro de formación para la comunidad Hispana. Desde su paso por el Movimiento de Cursillos de Cristiandad en Nueva York Arias siempre se preocupó de que los laicos estuvieran bien formados.
El 31 de mayo de 2003 tuve la dicha de ser ordenado sacerdote por la imposición de sus manos en la iglesia María Estrella del Mar, Oxnard, California. También estuvo presente al día siguiente, el 1 de junio, para mi primera Misa. Arias siempre estaba dispuesto para las ordenaciones de los diáconos y sacerdotes agustino-recoletos.
En el año 2009 fui destinado a West Orange, Nueva Jersey, donde estaba la casa provincial de la Provincia de San Agustín, con la misión de trabajar en la causa del venerable Obispo Alfonso Gallegos. Durante ese tiempo llegue a ver a Mons. Arias unas cuantas veces por año, siempre en reuniones de comunidad agustino-recoletas.
En marzo 2010, estando yo en Nueva Jersey, fui a visitar a Mons. David para pedirle un favor: necesitaba que me prestara una mitra suya para ponérsela al venerable Obispo Gallegos después de su exhumación, el 24 de marzo de 2010. Cuando llegué a la residencia de Mons. Arias me impresionó lo simple y organizado que estaba todo. Me recibió con mucho cariño. Fue muy atento. Me enseñó la casa y la iglesia. Parecía una residencia dentro de otra residencia. Tenía su propia capilla, cocina, comedor y dormitorio, todo aparte de la rectoría de los padres diocesanos. Me llevó a su habitación y colocó tres mitras sobre su cama y me dijo: “Coge la que quieras”. Me llevé la más bonita para colocársela al venerable Obispo Gallegos.
En el verano del 2013 fui destinado a Santa Ana, California, a la iglesia de Nuestra Señora del Pilar. Durante ese tiempo, Mons. Arias se hospedó en esta comunidad en dos ocasiones. Desde allí Mons. Arias aprovechaba para visitar a su hermano, el P. José Antonio Arias, y sus sobrinos, en Los Ángeles.
En junio del 2016 se hospedó en la iglesia del Pilar con ocasión de una reunión de obispos de USA en la zona del sur de California, cerca de Santa Ana. Por cierto, que de la Diócesis de Orange me invitaron a confesar a los obispos. Fui a confesarles y vi a Mons. Arias allí, conviviendo con sus hermanos obispos, muy contento. Se acercó y me saludó con mucho afecto.
La última vez que vi a Mons. David Arias fue en noviembre 2016 cuando viajó a la catedral de Sacramento, California, para participar en la misa de acción de gracias de Mons. Alfonso Gallegos con motivo de su proclamación como venerable. El viaje lo realizó en autobús con un grupo de peregrinos de la iglesia del Pilar, Santa Ana, y duró siete horas. En aquella ceremonia al Obispo Arias le tocó destapar la foto de Mons. Gallegos que estaba prendida en el coro de la catedral. Pregunté después a los parroquianos qué tal le había resultado un viaje tan largo al obispo Arias. Me dijeron que estuvo muy contento, ‘calladito’, rezando y compartiendo con los fieles.
En estas dos ocasiones en las que se hospedó en Santa Ana, en la iglesia del Pilar, hablamos a solas sobre algunos temas: de su ministerio, de su amor por la historia y de sus libros sobre la contribución de los hispanos a la sociedad de USA, de su autobiografía que estaba escribiendo y del porqué él pensaba que San Juan Pablo II lo eligió obispo, lo que fue una gran sorpresa para él. Su teoría era que en su curriculum vitae aparecía que en sus estudios en Roma había realizado la tesis final sobre la espiritualidad de San Juan de la Cruz. Sonriendo, me dijo que por eso creía que había sido nombrado obispo por San Juan Pablo II, porque el Papa también tenía interés en San Juan de la Cruz.
Para mí, Mons. David Arias fue un hombre sencillo, cariñoso y atento. Al saber de su muerte ofrecí la Santa Eucaristía por su eterno descanso y no pude más que sentir nuevamente cariño y unión espiritual con él, ya que él me había ordenado sacerdote y nuevamente nos unía Jesucristo, el Sumo y Eterno Sacerdote.
El Cardenal Joseph W. Tobin, C.Ss.R., Arzobispo de Newark, después de saber de la muerte de Mons. Arias dijo: “Hoy día, esta Iglesia local de Newark está de luto por un pastor notable y confiable que guió a los fieles sabiamente, bien y con gran cuidado pastoral”. Mons. David Arias, agustino recoleto, fue un gran líder que ha dejado una huella profunda en la iglesia de USA, particularmente en el cuidado pastoral a la comunidad Hispana, que sigue creciendo. ¡Que descanse en Paz!
Eliseo González OAR