Te contamos

Evangelizar con un piano

Marisa T. Bernasor, augustinian recollect sister, concluyó hace semanas sus estudios de piano en Filipinas. Ha sido la primera religiosa de esta Congregación en estudiar esta titulación. Enseñando a otras hermanas sus pocos conocimientos en música, descubrió que necesitaba profundizar y poner sus cualidades al servicio de la comunidad

Solo basta un minuto de conversación con la hermana Marisa T. Bernasor, augustinian recollect sister, para descubrir que siente una enorme pasión por la música. “Una puede entrar en el corazón de la persona a través de la música”, dice. Quizás sea el mejor resumen de su historia. Esta religiosa filipina concluyó recientemente sus estudios de piano en el conservatorio de música de la Universidad de Santo Tomás, en Manila.

Ha sido la primera religiosa de la  Congregación que cursa estos estudios. No había precedentes, aunque para ella esto no ha sido un impedimento. Y es que entiende la música como parte de su vocación. “Considerando el tipo de vida que he abrazado, estoy convencida de que uno de los objetivos de mi vida es inspirar a los que tengo a mi lado a través de la música”, afirma. Este don artístico se lo debe a sus padres, Candido y Jovita.

Antes de estudiar tenía cualidades. Enseñaba música coral a las hermanas, aspirantes y estudiantes. Fue enseñando cuando descubrió que necesitaba aprender para así poder dar más. “Entendí que tenía que estudiar para poner obtener algo que posteriormente pudiera dar a los demás”, indica.

La superiora de su comunidad, la hermana Antonietta V. Castañares, apoyó esta idea. Ambas dirigieron su propuesta a la superiora general, que que consideró oportuno que la hermana Marisa cursara la carrera de piano. Agradecida, dice: “Doy gracias al Señor por la superiora general y la superiora de la comunidad, por que me abrieron el corazón y la mente para prepararme para ser más productiva”.

El camino fue largo. Comenzó sus estudios, en los que nunca se sintió extraña. “Siendo religiosa, no se me ocurrió -asegura- sentirme extraña tocando el piano”. Fueron cuatro años de trabajo y estudio. “Con la gracia y la misericordia de Dios, pude concluir los estudios”. Hasta ese momento, solo había tocado el órgano eléctrico. Tocar el piano era absolutamente diferente. Aunque esto no fue lo más difícil. Su reto: “encontrar un equilibrio en todos los ámbitos: oración, vida comunitaria y estudios”.

La culminación fue el recital que realizó con motivo de su graduación. En su muestra interpretó la Sinfonía nº 6 en E mayor de Bach, Op. 740 de Czerny, Sonata nº 18 en E mayor de Haydn, y una pieza española de Granados. Fue su profesor quien eligió su repertorio. “Consideró mi capacidad y mi tiempo para ensayar”, explica. Tenía “un 75 por ciento de nerviosismo”, pero encontró la clave: “Todo mi ser lo entregué a Dios para que me dirigiera”.

A partir de ahora, la hermana afirma que se enfrenta a un “desafío”. “Debo devolver a Dios lo que me ha dado, a través de un servicio amoroso de la Iglesia mediante la congregación”, dice. Y es que a partir de ahora disfrutar de dos de sus pasiones juntas: la Eucaristía y la música. “El centro de la Eucaristía es la música y el canto; podré ayudar en cada celebración con mi música”, dice entusiasmada.

X