En este artículo, Carlos Santana reflexiona sobre la ternura del Papa en distintos ámbitos y con diferentes personas, a partir del libro ‘El Papa de la Ternura’ (Eva Fernández, Planeta 2019)
El 7 de junio de 2013, en la homilía de la misa diaria en la Casa Santa Marta, el papa Francisco dijo una frase que bien podría ser un lema o incluso un eslogan de la fe católica: “El Señor nos ama con ternura”. Para el Papa, esta palabra de siete letras supone una de las bases de su pontificado. Es quizás la mejor encíclica de Francisco, que compone cada día con palabras, sonrisas, abrazos y miradas. Su obra no está escrita, pero es la que llega al corazón de forma más directa.
Aunque la ternura de Francisco no está redactada en un documento (sobre todo porque debería estar actualizándose diariamente), la vaticanista española de la cadena COPE, Eva Fernández, la ha recogido en ‘El Papa de la Ternura’ (Planeta, 2019). No es un libro sobre el Papa. Como dijo en la presentación en Madrid Paloma García Ovejero, exportavoz de la Santa Sede, es un libro para recetar, para leer y releer. Es un manual de vida, de cómo cambiar el mundo a través de pequeños gestos. Así es como evangeliza Francisco.
El libro reúne catorce maneras en las que el Papa transmite la ternura de Dios en distintos ámbitos: con los reclusos de las cárceles, con los abuelos, con los refugiados, con fieles de otras religiones, con los que sufren las injusticias sociales o los deleznables casos de abusos sexuales en la Iglesia. Para todos, siempre tiene una palabra de amor, de comprensión o de perdón. El libro recoge multitud de historias de personas diferentes y diversas que han ‘sufrido’ su ternura. Son momentos que no pasarán a la historia, pero que resultan fundamentales para explicar su pontificado.
Se trata, como Eva Fernández dice en el libro, “el apostolado del ejemplo”. Francisco evangeliza por atracción, predicando en cada acción. Es la actitud evangélica que todos debemos aprender de él a partir de este libro: nada hay más evangelizador que una sonrisa o una caricia, más incluso que las palabras que dirigimos a ese amigo que no cree en Dios. En ese espejo debemos mirarnos todos los cristianos y evaluarnos.
Una de las cosas que más me han sorprendido del libro ha sido descubrir que el Papa no tiene miedo a llorar. La ternura no da miedo. Tenemos que llorar desde el corazón cuando no encontramos respuestas en nuestra cabeza. Llorar como el pequeño Emmanuele, roto en el llanto ante el Papa al preguntarle si su padre, que era ateo y que había fallecido recientemente, estaría en el cielo. La respuesta de Francisco fue teología: “Dios seguramente estaba orgulloso de tu papá, porque es más fácil que siendo creyente se bautice a los hijos que siendo no creyente bautizarlos. Y seguramente esto a Dios le ha gustado mucho. ¿Dios abandona a sus hijos cuando son buenos?”.
‘El Papa de la Ternura’ nos enseña a misericordiar, a poner en práctica la cariñoterapia, sobre todo en las periferias existenciales, allí donde se necesita un gesto de verdadero amor por los demás. Y no hace falta irse a lugares de pobreza, porque todos estamos necesitados de la ternura de alguna persona que nos abrace cuando más lo necesitamos. Y también todos tenemos la misión de ponerla en práctica en nuestro entorno. Solo así llevaremos a cabo la revolución que quiere el papa Francisco para nuestro mundo: la revolución de la ternura.
Carlos Santana