Jóvenes de Ciudad de Panamá, Kankintú y Guabito compartieron varias jornadas de retiro y formación en la zona de misión de los Agustinos Recoletos en la comarca Ngäbe Bugle. Fueron días de oración, convivencia y vida en familia. «He descubierto en estos días lo gratificante que es hablarle de Dios a otras personas que lo necesitan», dice uno de los jóvenes que viajó desde Ciudad de Panamá a Kankintú.
Para llegar a Kankintú desde Ciudad de Panamá son necesarias siete horas de trayecto en bus, cerca de dos horas y media en lancha, casi una hora caminando y media hora en coche. En total, una odisea de once horas aproximadamente, que puede ser peligrosa si las condiciones climatológicas no son favorables. Es el viaje que realizaron a comienzos de junio siete miembros de las JAR de Panamá para compartir la fe junto a los jóvenes de la zona de misión donde trabajan los Agustinos Recoletos en Bocas del Toro y la comarca Ngäbe Bugle.
Quienes estuvieron recuerdan la bonita experiencia como días de vida en comunidad, de compartir y celebrar. Pero, sobre todo, en las jornadas estuvo muy presente Cristo. Durante cuatro días, los jóvenes de Kankintú y Guabito, quienes se encuentran en proceso para constituir nuevas comunidades de jóvenes agustinos recoletos, disfrutaron de un retiro y varios talleres de identidad JAR. Para ello, viajaron hasta la región de Ngäbe Bugle cuatro miembros de las JAR así como tres coordinadores del movimiento juvenil agustino recoleto.
Fue un encuentro con el que Kankintú soñaba. Tras el largo trayecto, los responsables que desde Ciudad de Panamá llegaban a la zona de misión a impartir el retiro y dar a conocer el carisma de las JAR, fueron recibidos ansiosamente por los jóvenes de las dos comunidades. Durante las cuatro jornadas de retiro se trataron temas como el amor de Dios, la eucaristía, el sacramento de la reconciliación o el trabajo por la comunidad. Asimismo, se les impartió varios talleres de identidad JAR. Para ello, el responsable de las JAR en México, Héber Hermosillo, estuvo presente en la misión para «aterrizar la identidad agustino recoleta» y «dar inicio al itinerario de las JAR en una región con características tan peculiares como Kankintú».
Lo «gratificante» de dar a conocer a Dios
Rubiela Cuadra es responsable de las JAR en Panamá y una de las coordinadoras de la misión de los jóvenes en Kankintú. Para ella, ha sido una «actividad de crecimiento mutuo». En primer lugar, para las precomunidades de Guabito y Kankintú, pero también para las de Panamá. «Los jóvenes que viajaron desde la capital pudieron darse cuenta de que el apoyo que ellos reciben en la comunidad es importante para ayudar a otros», dice. Y es que los miembros de las JAR de Ciudad de Panamá se involucraron en la elaboración de material para el retiro y la formación. Su predisposición fue grande, y el trabajo les fue recompensado. «Fue interesante escuchar los testimonios que daban a los demás compañeros cuando llegaron de la misión», recuerda Rubiela.
Abdiel Morcillo es uno de los cuatro integrantes de las JAR de Ciudad de Panamá, que viajó hasta Kankintú para la labor evangelizadora. «He descubierto en estos días lo gratificante que es hablarle de Dios a otras personas», dice. Así hizo con los jóvenes agustinos recoletos de la región: los siete ‘forasteros’ prepararon y desarrollaron de forma individual un tema del retiro. Héber asegura que todo se desarrolló de la mejor manera. «Lo que más me llegó al corazón fue ver a los muchachos trabajando; Dios estaba trabajando en ellos y se estaban convirtiendo en multiplicadores», indica Rubiela. Los cuatro miembros de las JAR que fueron a la misión abandonaron sus vacaciones para acudir.
En el corazón de Adbiel permanece «el amor a Dios y al prójimo que tienen los jóvenes de Kankintú y Guabito». «Se me va a quedar guardado en la memoria el encuentro que he mantenido con otros ‘corazones inquietos’ que buscan a Dios de forma intensa», rememora Héber Hermosillo. Para ellos, el retiro fue especialmente importante en sus vidas. Muchos encontraron a Dios en este encuentro. Abdiel asegura que «están en el camino hacia la santidad». Para ello, los jóvenes de las regiones de misión se abandonaron en los brazos de Cristo, y por un momento se olvidaron de todas las carencias que sufren en esta zona del país. «Después de estar allí, te preguntas si realmente aprovechas todas las oportunidades que tienes en la vida, cómo es que eres tan poco agradecido con lo que Dios te regala», dice Rubiela Cuadra.
Además de lo espiritual, las jornadas de convivencia ayudaron a los jóvenes de Kankintú a descubrir una realidad: pese a los alejados que se encuentran, no están solos. Dice Abdiel Morcillo que ahora «sé que tengo muchos hermanos en otros puntos del país». Y es que, como dice Rubiela, «muchas veces, por encima de lo material, lo que más se necesita es el apoyo desde el acompañamiento, la oración, la formación y la transmisión de vivencias».
Nuevas comunidades
De esta forma, con el trabajo desinteresado de los jóvenes miembros del movimiento juvenil, las JAR continúan creciendo y consolidándose en Panamá. Es uno de los objetivos prioritarios que marcó el Capítulo general de los Agustinos Recoletos celebrado en 2016. En el Proyecto de Vida y Misión, se destacaba la necesidad de ofrecer a todo a los jóvenes de los ministerios la posibilidad de responder al llamado del seguimiento de Cristo al estilo de San Agustín.
Todos deben seguir el itinerario formativo de las JAR que marca seis etapas de crecimiento interior, siguiendo la estela de Agustín: Tagaste, Madaura, Cartago, Milán, Casiciaco e Hipona.