Te contamos

Esteban, el bebé de las Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús

El pequeño llegó a la comunidad de Los Teques (Venezuela) cuando tenía tres meses y pesaba solo 2,8 kilos. Ahora crece sano como uno más entre las religiosas, que le dan cada día su cariño. “La gente dice ‘¿cómo es posible que, siendo monjitas, también tengan que criar un niño?’. Para nosotras es vida”.

Era 17 de diciembre de 2018, apenas siete días antes de la Navidad. En Los Teques (Venezuela), las religiosas Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús atendían a las miles de personas que acuden diariamente a su casa general cuando recibieron el mejor de los regalos navideños: una vida. Se llamaba Esteban, tenía tres meses y pesaba solamente 2,8 kilos. Estaba desnutrido. Se le marcaban todos los huesos de su cuerpo en su piel de bebé. La comunidad de religiosas lo acogió y lo salvó. “Dijimos que era nuestro pequeño niño Jesús”.

Fue la hermana Luisana Cruz quien se hizo cargo de la criatura, cuya vida estaba en riesgo. “Realmente fue un volver a la vida -relata-, porque la doctora nos dijo que una semana más y este niño tal vez no seguiría viviendo”. Recuerda que, durante los primeros días, tenía que dormir sentada con Esteban recto entre sus brazos, ya que, debido a la desnutrición, tenía problemas graves de reflujo que le podían provocar la muerte solo con emitir gases.

Siete meses después, Esteban crece ahora feliz y sano. Volvió a nacer, esta vez en una comunidad de religiosas. Las Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús le han cubierto sus carencias, principalmente la alimenticia. Para ellas, criar a un bebé ha supuesto todo un desafío. “Habíamos cuidado niñas pequeñas, pero jamás un bebé de tres meses”. Poco a poco, han ido aprendiendo. Ya saben interpretar si tiene hambre o sueño cuando llora.

Aunque la carencia más importante que Esteban tenía y que las Agustinas Recoletas han suplido es el amor. “Estos niños vienen sin vida, sin aliento de vida”, dice la hermana Luisana, quien acaricia y juega con el bebé. Como Esteban, muchos niños son abandonados en Venezuela porque sus padres no pueden hacerse cargo de ellos, de su crecimiento, de su alimentación y de su educación. Allí llegan con la mirada perdida y sin ganas de vivir. “Sabemos que su mirada está vacía de amor; y en todo nuestro día le estamos dando el amor del Señor, que es muy grande”, afirma.

Además de religiosa, Luisana es madre de Esteban. “La gente dice ‘¿cómo es posible que, siendo monjitas, también tengan que criar un niño?’. Para nosotras es donación, es vida”. Aunque ella admite que sus padres son irremplazables: “Sabemos que nunca vamos a ocupar su lugar”.

El pequeño ha revolucionado a la comunidad, que continúa diariamente con sus proyectos de educación y alimentación que benefician a miles de personas, como parte del programa ‘Unidos con Venezuela’ de la Red Solidaria Internacional Agustino Recoleta ARCORES. Muchas de esas personas son niños, que acuden a la casa de Los Teques o que se encuentran en los hospitales. A través del programa ‘Hola vida’, las hermanas proporcionan alimentación a pequeños con desnutrición porque sus madres no pueden adquirir la fórmula láctea.

Luisana se emociona cuando habla sobre esto mientras mantiene al pequeño sobre sus brazos. “Es duro”, dice. “Es duro porque los niños están empezando la vida”. Afirma que es lastimoso que los ancianos sufran desnutrición, aunque han vivido una vida “fecunda”. “Pero, ¿por qué los niños, si están empezando? Ellos merecen tener un futuro; ellos merecen tener una historia más bonita”. Una historia como la de Esteban.

X