La primera representación de la Guadalupana que llegó a Roma fue repuesta en la Iglesia de San Ildefonso y Santo Tomás de Villanueva en su 400º aniversario. El Cardenal Carlos Aguiar Retes presidió la eucaristía: «Con María de Guadalupe presente, nos hace presente México con Roma y con el Santo Padre».
Son decenas de miles de historias las que soportan los muros de la Iglesia de San Ildefonso y Santo Tomás de Villanueva de Roma, que durante varias décadas fue Curia general de la Orden de Agustinos Recoletos. Quizás muchas de esas historias estén relacionadas con la Virgen de Guadalupe, cuya devoción se mantiene en el pequeño templo de la via Sistina. La Guadalupana de este lugar tiene una historia singular: se dice que fue la primera representación de la conocida devoción mariana que llegó a Roma. La falta de documentación sobre este asunto obligan a hablar en condicional.
Tras varios años guardada a buen recaudo por miedo a que fuera robada, la imagen de la Virgen de Guadalupe fue repuesta al culto. Con motivo del 400º aniversario de la comunidad de Sistina -la primera de los Agustinos Recoletos en Roma-, la pintura volvió a su capilla, bendecida nuevamente y renovada con sistemas de seguridad. El cuadro, que representa a San Juan Diego mostrando el lienzo donde aparece la Virgen de Guadalupe, ocupa el centro de la capilla y a sus laterales le acompañan cuatro pequeñas pinturas que reproducen diversas escenas de la devoción mariana de México.
Enmarcada dentro del programa de actividades para festejar el cuarto centenario de la comunidad, los Agustinos Recoletos celebraron el pasado 12 de octubre una eucaristía solemne, presidida por el Cardenal Carlos Aguiar Retes, arzobispo primado de México. Al término de la celebración, fue bendecida la capilla de la Virgen de Guadalupe. Junto al Cardenal, concelebraron los obispos agustinos recoletos Mons. Héctor Javier Pizarro y Mons. Emiliano Cisneros, así como el Prior general de la Orden de los Agustinos Descalzos, Doriano Ceteroni; el Vicario general de la Orden de Agustinos Recoletos, José Ramón Pérez; el Prior de la comunidad de Sistina, Javier Monroy; y decenas de religiosos agustinos recoletos.
«Estamos aquí reunidos porque queremos dejarnos guiar como comunidad. Y, en particular, porque los Agustinos Recoletos quieren, delante de María, pedirle al Señor que sea su Espíritu quien los guíe en su caminar», afirmó el Cardenal Aguiar en su homilía. El arzobispo mexicano indicó que «en la confianza de María vemos cómo deja moldear su corazón, a imagen de Dios». Asimismo, pidió dejarse en manos del Espíritu: «Es el reto que tenemos hoy todos los que somos Iglesia de Jesucristo: ser guiados por el Espíritu».
Sobre la reposición de la representación mariana, Aguiar Retes explicó tras la eucaristía que el hecho de que la Virgen de Guadalupe esté en Roma «significa que es la misma María que usa todas las formas para hacerse presente en la Iglesia». «Con María de Guadalupe presente, nos hace presente México con Roma y con el Santo Padre», aseveró.
La bendición de la nueva capilla de la Virgen de Guadalupe se une a la celebración que tuvo lugar el pasado mes de abril y que supuso el punto de partida del centenario. En los próximos meses tendrá lugar un acto académico, otras actividades con los religiosos pertenecientes a la Escuela de Formación ‘In Imum Cordis’ y la clausura, con la presencia de los priores provinciales. Todo ello para festejar el 400 aniversario de la comunidad que en 1619 establecieron los Agustinos Recoletos en la via Sistina y que en su origen tenía como fin ser la residencia del procurador de la Orden. Después de cuatro siglos de vida, habiendo sido Curia general, la comunidad es ahora el Colegio San Ildefonso y Santo Tomás de Villanueva, donde residen los religiosos agustinos recoletos que estudian en Roma.