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Jóvenes misioneros que transmiten la alegría del Evangelio

Más de cien jóvenes de las JAR de Argentina realizan una misión social y evangelizadora en Victoria (Entre Ríos) con familias, niños, enfermos, ancianos y presos. «Se trata de ser instrumentos de Dios y transmitirlo», dicen.

Tocan puerta por puerta con la mejor de sus sonrisas, ganas de escuchar y dispuestos a entregar la Palabra de Dios. Visitan a las familias, hablan, ríen, toman mate y rezan juntos alguna oración. En eso consiste la sencilla misión que realizan durante esta semana más de cien jóvenes de las Juventudes Agustino Recoletas (JAR) de Argentina en Victoria (Entre Ríos). Todos ellos dedican siete días en su periodo vacacional para apoyar la labor pastoral de los sacerdotes en un extenso territorio con muchas necesidades y pocos sacerdotes. Los jóvenes llevan a cada familia que les recibe la alegría del Evangelio. Son los «misioneros valientes» de los que habla el Papa Francisco en su exhortación apostólica Christus Vivit.

Su misión es sencilla pero «reconfortante», según admiten. En la mañana, acuden a cada una de las casas de los distritos que tienen encomendados, la mayoría de familias en situación de pobreza o necesidad. Agustín Cardo, miembro de las JAR Santa Fe, explica su trabajo: «Nos presentamos, tratamos de saber más sobre ellos y escucharles, charlamos, tomamos mate y a veces terminamos rezando». Así en cada casa, con cada familia que les abre la puerta. Muchas esperan su visita e incluso tienen preparado el mate. «Nos reciben con mucho amor», cuenta Agustín. «Se trata -dice- de ser instrumentos de Dios y transmitirlo». En la tarde, realizan juegos con los niños, visitan a los enfermos del hospital, a los ancianos de las residencias o a los presos de las cárceles.

Este es el segundo año que viene a la misión de las JAR en Entre Ríos. Su primera experiencia fue «increíble» porque «uno termina siendo renovado». Este es el cuarto año que las jóvenes agustinos recoletos realizan su misión en Victoria. En 2017 pidieron ser enviados a donde hicieran falta. En la diócesis de Gualeguaychú le acogieron con los brazos abiertos. Al principio fueron 30 jóvenes, después 50 y 80, hasta alcanzar los 100 de este año. En esta ocasión, el lema de la misión JAR es «No busques qué dar, date a ti mismo».

Con los jóvenes han acudido tres religiosos. El agustino recoleto Juan Pablo Magnanelli asegura que «somos nosotros (jóvenes y religiosos) los que somos misionados». «Piensan que vienen a entregar algo, pero en realidad salimos todos fortalecidos en la fe», indica.

El centenar de jóvenes se reparten en dos grupos de 40 y 60, establecidos en dos puntos distintos de la ciudad. En cada lugar duermen como pueden, en los salones parroquiales y en la sacristía. No es inconveniente cuando lo que realmente les mueve es el amor por Dios y por los demás.

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