- El Prior general reflexiona en la festividad de San José, patrón de la Orden de Agustinos Recoletos, sobre la crisis mundial provocada por el coronavirus.
- Pide la intercesión de San José para que el Señor «nos libre de la epidemia y nos fortalezca en el Espíritu»
- La situación es una oportunidad para «contemplar a Cristo en la cruz de los que sufren, rezar por ellos y practicar la misericordia»
- En su mensaje a toda la familia agustina recoleta pone al patrón de la Orden como muestra de «la belleza de la simplicidad y la alegría de la pobreza de espíritu»
A TODA LA FAMILIA AGUSTINA RECOLETA
Queridos hermanos y hermanas:
Al celebrar la solemnidad de san José, custodio de la Sagrada Familia y protector de la Orden, desde Maracaibo, Venezuela, invito a toda la Familia agustino recoleta a sentirnos unidos para vivir con espíritu de fe la convulsión en la que el mundo se encuentra por la pandemia del coronavirus Covid-19. Pidamos, por intercesión de san José, al Señor que nos libre de la epidemia y nos fortalezca en el Espíritu.
Crisis mundial
En estos momentos de crisis, los gobiernos de los países en riesgo han declarado el estado de alarma y han tomado drásticas medidas de aislamiento para evitar el contagio masivo. Tanto el Papa Francisco como todos los obispos han hecho propias estas decisiones y actuado en consecuencia. Eso es lo que a nosotros se nos pide: secundar lo que las autoridades y la sociedad nos recomiendan, asumiendo las restricciones y las indicaciones sanitarias.
Pero vayamos más allá. Descubramos este momento difícil como un tiempo de gracia. El virus nos recluye, la economía se tambalea y nuestras seguridades se desvanecen. Detengámonos a pensar qué nos hace perder la paz, redescubramos nuestra necesidad de humanidad y de sentido. Al paralizarse los trabajos y actividades pastorales, este tiempo de cuaresma nos proporciona una ocasión propicia para volver al corazón, serenar nuestro espíritu y salir al encuentro de Cristo.
Nos lo acaba de indicar el papa Francisco: “En esta situación de epidemia, cuando nos encontramos viviendo más o menos aislados, estamos invitados a redescubrir y profundizar el valor de la comunión que une a todos los miembros de la Iglesia. Unidos a Cristo nunca estamos solos, sino que formamos un solo Cuerpo, del cual Él es la Cabeza” (15 de marzo, 2020).
En consecuencia, el coronavirus nos ofrece la oportunidad de contemplar a Cristo en la cruz de los que sufren, rezar por ellos y practicar la misericordia. Y nos da, asimismo, la oportunidad de evangelizar, dando testimonio de nuestra esperanza. Busquemos desde la fe y el amor crear comunión y fraternidad en la comunidad. Soñemos nuevos caminos de encuentro y relación en la familia y en la sociedad..
Oración y creatividad
En esta crisis humana y social todos somos vulnerables, pero con oración creatividad y solidaridad podemos ser una bendición para aquellas personas que padecen el coronavirus en soledad. Hay muchas personas que sufren, víctimas de los egoísmos humanos; no nos olvidemos de ellas.
Donde hay caridad y amor, allí se hace presente el Señor. La preocupación y el interés por la persona concreta, tanto en la comunidad religiosa como en las familias, crea calor humano, anima y ayuda a afrontar la dificultad. Seamos creativos para ofrecer otro modo de acompañar al que sufre la enfermedad e incluso para desarrollar el apostolado. Busquemos nuevas formas de comunicarnos con los fieles a través de las redes sociales, llamadas telefónicas, mensajes de whatsapp… Invitemos a todos a estar unidos humana y espiritualmente.
Nuestra fuerza en este momento es la oración confiada al Padre de la misericordia. Les pido que cada comunidad organice oraciones y busque la forma de que toda la Familia agustino recoleta esté en oración pidiendo al Señor por la salud de los que padecen la epidemia y para que nos libre del contagio. Confiamos en la oración de nuestras hermanas contemplativas y en la de todos los hermanos y hermanas. “No nos dirijamos a Dios sólo con palabras, sino con los sentimientos que tenemos en el ánimo y con la dirección de nuestro pensamiento, junto con un amor puro y afecto sencillo” (San Agustín, s. Dni in monte, 2,3,13).
Agradecemos a la Familia agustiniana (Orden de San Agustín, Orden de Agustinos Descalzos y Orden de Agustinos Recoletos) la invitación a participar en la jornada de oración del próximo 20 de marzo. Para ello se ha preparado un sencillo guión, que se puede integrar en alguna de las celebraciones litúrgicas de la comunidad o, en el caso de los laicos, puede rezarse en familia o de forma individual.
San José, protector y soñador
San José nos recuerda la importancia del silencio para encontrarnos a nosotros mismos y dejarnos encontrar por Dios. Y, en un mundo en el que tendemos a complicarnos la vida y crearnos tantas necesidades, el santo Patriarca nos muestra la belleza de la simplicidad y la alegría de la pobreza de espíritu. En un mundo donde buscamos una explicación racional a todo, él nos enseña a descubrir la importancia de la gratuidad y la contemplación.
Al comienzo de su pontificado, hace siete años, el Papa Francisco recurría también a él: “También hoy –decía–, ante tantos cúmulos de cielo gris, hemos de ver la luz de la esperanza y dar nosotros mismos esperanza. Custodiar la creación, cada hombre y cada mujer, con una mirada de ternura y de amor; es abrir un resquicio de luz en medio de tantas nubes; es llevar el calor de la esperanza. Y, para el creyente, para nosotros los cristianos, como Abraham, como san José, la esperanza que llevamos tiene el horizonte de Dios, que se nos ha abierto en Cristo; está fundada sobre la roca que es Dios”.
Con el fin de impulsar en cada país la custodia de la naturaleza y la caridad solidaria, se instituyó en nuestra Orden la Red solidaria agustino-recoleta ARCORES. Y ahora, cuando acabamos de decidir el traslado de la comunidad de la casa San Ezequiel, junto con el Instituto de Agustinología, la editorial Augustinus y la sede operativa de ARCORES, al local de la calle Huesca 33 de Madrid, el Consejo general ha dado a esta nueva casa el nombre de “Casa de san José”. Confiamos en la protección de nuestro santo Protector para que el Señor siga moviendo corazones y transformando vidas.
San José nos enseñe a confiar siempre en el Señor, quien hasta de noche “nos instruye internamente” (s. 15). Pedimos al Santo que proteja la Orden y nos enseñe a vivir la sencillez del corazón y a soñar un futuro abierto al Espíritu para tener todos una sola alma y un solo corazón dirigidos hacia Dios.
Maracaibo, 19 de marzo de 2020.
Miguel Miró OAR
Prior general