La Parroquia Nuestra Señora de la Paz, en Pamplona (Navarra), ha comenzado a retomar la normalidad después de las semanas más difíciles del coronavirus en España.
En torno a 130 personas acudieron el pasado domingo 10 de mayo a la eucaristía en la parroquia Nuestra Señora de la Paz, en Pamplona (Navarra). El número está cerca del nuevo aforo del templo, que normalmente acogería a más de 400 personas. Las restricciones se han empezado a levantar después de las semanas más difíciles de la pandemia en España, aunque las iglesias han implantado medidas de prevención para evitar nuevos contagios. Los fieles pueden volver a la parroquia, aunque deben hacerlo con mascarilla y manteniendo una distancia de más de un metro entre uno y otro.
«Se ha vuelto a la normalidad total», dice el párroco, el agustino recoleto José Luis Urriza. Se han retomado las eucaristías, aunque durante el confinamiento se siguieron celebrando autorizados por el arzobispado. La parroquia ha comenzando a recuperar parte de la vida que tenía antes del brote de coronavirus, gracias a que Navarra ha sido una de las regiones que han entrado en las primeras fases del desconfinamiento. No obstante, la nueva vida está marcada por una reducción del 30% de la capacidad de la parroquia y la precaución constante.
A las primeras eucaristías del domingo tras la cuarentena acudieron muchos feligreses -la más numerosa, 130, a la de las 12 de la mañana-. Incluso se celebraron las bodas de oro sacerdotales del agustino recoleto Jesús Liberal. «Estaban con ganas de eucaristía», opina Urriza. Es uno de los motivos: la necesidad espiritual de la gente por reencontrarse con Jesús. Aunque hay más motivos: «Nuestra parroquia es grande y aquí pueden estar seguros y tranquilos».
El templo de los Agustinos Recoletos ha puesto en marcha el protocolo de prevención contra el COVID-19, siguiendo las directrices de la Conferencia Episcopal Española. Después de cada eucaristía se limpian los bancos con alcohol. En la entrada se puede encontrar gel desinfectante para manos y el cesto para la colecta. En las eucaristías no hay coros; solo una persona realiza el canto. Los fieles tienen que mantener la distancia y deben ir con mascarilla; si bien el 90% acude con ella, no prohíben la entrada a quien no la lleva, aunque recomiendan su uso. Igual que con la salida -que debe ser ordenada y manteniendo la distancia-, los religiosos piden a los feligreses «responsabilidad». «Hemos apreciado normalidad en el comportamiento, sobre todo a la salida», dice el párroco.
Pronto se retomarán todas las misas en sus horarios habituales y se volverán a celebrar funerales. Pese a ello, José Luis Urriza afirma que la situación repercutirá negativamente en parroquia. En primer lugar, por un lógico descenso de fieles debido a las restricciones de aforo. Pero, además, afectará económicamente, por todas estas semanas en las que no ha habido colecta. No obstante, «varios feligreses han apoyado económicamente con su aportación por transferencia bancaria».
La comunidad de religiosos ha mantenido su vida normal en casa durante estas semanas, siguiendo las órdenes de permanecer en casa. Se ha intensificado la oración comunitaria. De la misma forma, han seguido acompañando a las personas que acuden habitualmente a la parroquia: se les acompañaba en el duelo a los que han perdido un familiar y se ha seguido enviando las catequesis a los niños que se preparan para la primera comunión. Incluso Urriza enviaba la homilía dominical a casi 1.000 personas por Whatsapp. Ese acompañamiento esperan mantenerlo ahora, una vez que la sociedad vaya superando el coronavirus.