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De China a Costa Rica: los caminos del Señor

La vocación como agustino recoleto llevó a Pablo Jian desde China, su país natal, hasta Costa Rica, donde realizó la profesión solemne de sus votos.

Que los caminos del Señor son inescrutables, como dice San Pablo en su carta a los Romanos, es algo que Pablo Jian tiene asumido. Nació en China pero su vocación como agustino recoleto le ha ido llevando por distintos lugares hasta Costa Rica. Aquí, en el seminario San Ezequiel Moreno de Pozos de Santa Ana (Costa Rica), realizó el pasado sábado 10 de octubre la profesión solemne de sus votos como agustino recoleto, coincidiendo con la festividad de Santo Tomás de Villanueva. Acompañado de un público reducido por cuestiones sanitarias, el joven se consagró definitivamente como religioso en una eucaristía emocionante.

El obispo agustino recoleto Mons. Ángel San Casimiro presidió la celebración, que fue retransmitida por las redes sociales. El prelado recordó en su homilía el 400º aniversario de la Provincia San Nicolás de Tolentino y su lema: ‘Siempre en misión’. En este sentido, recordó la labor misioneros de los religiosos en China. «La siembra de la semilla evangélica explica que hoy fray Pablo Jian sea el centro de la celebración, lo cual nos lleva a un recuerdo especial por los misioneros de China», dijo.

El delegado en Costa Rica, Víctor González, recibió, en la persona del Prior General, la profesión solemne del neoprofeso. Como indica el ritual, se sucedieron los diferentes gestos que componen la consagración al Señor: el interrogatorio al candidato, la postración en tierra durante el canto de las letanías, la emisión de los votos y la firma sobre el altar del documento de la profesión.

Al finalizar, Pablo Jian dirigió unas palabras con un compromiso de entrega a Jesús por la vivencia de sus votos pronunciados ante los presentes, que quedaron como testigos; mostró su agradecimiento a Dios por regalarle a Jesús amigo -«Le contaré a todo el mundo que Jesús es mi amigo y yo soy amigo de Jesús», dijo-, y a la Orden de Agustinos Recoletos que le ha regalado una gran familia. Y terminó su breve intervención con la frase: «¡Señor, sólo para ti!»

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