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Valencia despide a los Agustinos Recoletos

La Orden de Agustinos Recoletos ha puesto fin a su labor en la parroquia Nuestra Señora de la Esperanza de Valencia tras 40 años de compromiso con la Iglesia y la sociedad.

Hace algunos días, el agustino recoleto Luis Martínez y los religiosos que han vivido con él hasta ahora clausuraron la comunidad que atendía la comunidad de la Parroquia Nuestra Señora de la Esperanza de Valencia. En la casa ya no habrá agustinos recoletos. La Orden decidió concluir la labor en la ciudad de la costa este de España y entregar la parroquia al arzobispado. La difícil decisión cierra un camino de vivencias e historias, pero abre nuevas puertas y nuevas oportunidades.

En 1981, los Agustinos Recoletos emprendieron un nuevo desafío en esta región. Además de la parroquia de Benigánim -la primera de las fundaciones en esta zona-, la casa de formación en Torrente y la parroquia de Patraix, la Orden se encargaría de una nueva parroquia en Valencia. Adquirió la iglesia anexa al convento de las Agustinas Recoletas Contemplativas y estableció una comunidad, que atendería la labor pastoral de Patraix y del nuevo templo, que recibió el nombre de Nuestra Señora de la Esperanza. En total, los Agustinos Recoletos sumaban cuatro ministerios en la región valenciana.

Ahora, la misión ha concluido. El capítulo provincial de la Provincia Nuestra Señora de la Candelaria, celebrado en 2018, acordó que se estudiara la continuidad de la última de las cuatro presencias que la Orden llegó a tener en Valencia, como parte del proceso de reestructuración. Explica Lorenzo Pérez de Eulate, vicario provincial en España, que “no se podía hacer frente a los requerimientos”. La decisión está motivada por la edad avanzada de los religiosos, la cual dificultaba los compromisos pastorales. Los religiosos han sido reubicados en otras comunidades. De esta forma, se podrá “atender mejor otras labores”, dice el vicario provincial en el país. “Nos cuesta dejarlo, pero se admite con madurez y aceptación”, indica Teodoro Baztán, que estuvo año y media en esta comunidad.

Los valencianos han sentido la marcha de los agustinos recoletos. Las personas que participaban en la vida de la parroquia eran mayoritariamente emigrantes, tanto españoles como extranjeros. Tras la Guerra Civil de 1936, las calles del barrio de Benicalap habían sido habitadas por gente con pocos recursos que vivía en edificaciones construidas por el arzobispado de Valencia durante la posguerra, como indica el agustino recoleto Felipe Sada. Luis Martínez reconoce el cariño que han recibido de los fieles, quienes a su vez “han sentido la cercanía de los religiosos”, como apunta Teodoro Baztán

Todos ellos han despedido emocionados a los religiosos y complacidos por su labor durante estos años. Decenas de personas acompañaron a los frailes en la misa de despedida celebrada el 31 de noviembre. Como gesto de agradecimiento, el cardenal de Valencia Mons. Antonio Cañizares entregó a la Orden el pasado jueves una réplica del Santo Cáliz que se venera en la catedral valenciana.

Tras 40 años de historia, los religiosos se llevan un grato recuerdo. Luis fue uno de los que fundaron en 1965 la comunidad de Benigánim, la primera en Valencia, y ahora ha sido el prior de la última comunidad. Ahora le quedan los años vividos y la historia escrita. Especialmente recuerda los inicios en Benigánim. La parroquia había quedado destrozada en la Guerra Civil. Los religiosos reconstruyeron el templo y levantaron un nuevo retablo para la iglesia. “Son muchas las cosas positivas que se han hecho en todos estos años”, afirma.

Felipe Sada recuerda la relación que cultivaron en Torrente con los religiosos dominicos. Personalmente, Valencia le ha marcado mucho tras pasar gran parte de su vida allí. Desde República Dominicana asegura que se considera casi valenciano: “Me he sentido muy acogido y muy identificado en esta región”. Aquí se encargó de la formación inicial, atendió la labor pastoral y asesoró espiritualmente a la vida religiosa, entre otras cosas. “No entiendo España sin Valencia”. La vida de Luis Martínez tampoco se entiende sin Valencia. Después de tantos años, la gente de Benigánim le saluda cuando pasea por sus calles.

La puerta de Valencia se cerró. La de otras comunidades de España se han abierto para acoger a los religiosos que trabajaban en Valencia -Luis, Fermín, José Antonio y Enrique-. En ellas se experimentará con más intensidad el carisma agustino recoleto, complementado con las historias vividas durante estos años.

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