Las JAR de Venezuela celebraron la II Asamblea nacional tratando el 25º aniversario del movimiento juvenil agustino recoleto o el proyecto de vida de cada joven.
Evaluar y planificar el futuro más próximo. Esos eran los objetivos de la II Asamblea Nacional de las JAR de Venezuela, que tuvo lugar del 26 al 29 de noviembre. En esta ocasión, el lema elegido ha sido «Jóvenes creadores de comunidad, diálogo y cultura», compartiendo el lema de la Orden para 2021. Durante esos días, los miembros del movimiento juvenil agustino recoleto reflexionaron de forma virtual sobre el camino de las JAR en el país, especialmente en el contexto de pandemia.
La asamblea proporcionó un espacio para el diálogo, para la evaluación y para la programación. Todos los jóvenes fueron invitados a expresarse en la libertad para hablar y exponer su parecer sobre la trayectoria que la JAR va llevando en Venezuela. El prior provincial de la Provincia Santo Tomás de Villanueva, Miguel Ángel Hernández, intervino en la asamblea en la mañana del día 25 hablando a los jóvenes de los valores y principios de los Agustinos Recoletos. Concretamente abordó el tema de la interioridad, de la comunidad, de la amistad y del amor.
En 2020 la JAR celebra sus 25 años de existencia en Venezuela. Las JAR comenzó a materializarse en 1995, cuando varios religiosos de España, Brasil, Argentina y Venezuela se reunieron por primera vez buscando dar respuesta al reto que suponía compartir la espiritualidad agustina recoleta con los jóvenes. Este ha sido otro de los puntos tratados: el recuerdo a la historia mirando al futuro.
La Asamblea constató que el objetivo sigue siendo el mismo 25 años después. En el inicio este movimiento tenía el nombre ‘Canta y camina’ con fines muy parecidos a los que hoy en día siguen persiguiendo tantos jóvenes. Las reuniones semanales, la eucaristía y el apostolado fueron parte y siguen siéndolo del itinerario formativo que un joven con corazón inquieto asume como estilo de vida. Las JAR ya es en Venezuela un proceso marcado por horizontes, en el que la aventura, amistad, libertad y fraternidad encabezaban lo que sería para muchos una manera de seguir a Cristo al estilo de San Agustín.
«Una Asamblea es sobre todo un tiempo para soñar y relanzar el proyecto que queremos para nuestras vidas», indica María José Contreras. «Queremos una juventud que sepa profundizar, que no se conforme con lo mínimo, que tenga ganas de más, una juventud que sea generosa en la entrega y profética en su compromiso eclesial», añade.