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Cinco historias de la Recolección agustiniana

Miles de historias anónimas han permitido que hoy siga viva la Recolección agustiniana, 432 años después de su fundación en España.

La historia de los Agustinos Recoletos se ha ido escribiendo gracias a las vidas anónimas de miles de personas a lo largo de 432 años. Con un corazón inquieto, plasmado en el trabajo ordinario, hombres y mujeres han dado continuidad al carisma que impulsó a los religiosos agustinos en 1588. Hoy, la Recolección agustiniana sigue viva, actualizada al estilo del siglo XXI en 22 países, fruto del testimonio de religiosos y laicos que siguen entusiasmados por la interioridad, la comunidad y la misión.

Sin descartar a nadie

Cuando José Luis Uruñuela llegó a Barquisimeto (Venezuela) hace seis años, percibió la urgencia por ayudar a las personas que más lo necesitaban. La crisis en el país ya se notaba y cada vez más gente tenía menos recursos para vivir. Todo cambió cuando conoció a Barbarita. Era una niña que sufría desnutrición. “Pensé entonces ‘¿cómo es posible que esto pueda ocurrir?’”, explica. Así comenzó un amplio programa de ayuda a los pobres, que atiende desde la Parroquia de la Consolación.

Uruñuela es español. Decidió ser agustino recoleto cuando de joven visitaba el Monasterio de San Millán de la Cogolla. “Vi a un religioso y sentí que quería ser como él”. Se formó y creció como persona y como agustino recoleto. En 1985 llegó a Venezuela, cuando la prosperidad era el horizonte más próximo del país. Ahora, José Luis y los religiosos que trabajan en Venezuela deben vivir sin agua corriente, conviviendo con continuos apagones de luz que duran varias horas, esperando largas colas de varios días para repostar gasolina o conseguir alimentos.

La situación no ha frenado su trabajo. Para él, la parroquia es “la célula desde donde todo se puede multiplicar”. Decenas de personas están comprometidas con la vida parroquial y juntos construyen una comunidad viva. Cada día celebra la eucaristía con el pueblo y asesora espiritualmente a parejas y familias, incluso de fuera de Venezuela -una de ellas está en Miami, a donde han emigrado muchos venezolanos-. Con el COVID-19 todo ha cambiado: han tenido que grabar las eucaristías, comenzar nuevas iniciativas e incluso entrar en la red social TikTok.

Los lunes y los sábados están reservados a los pobres. Esos dos días son los que dedican en la parroquia a atender a los más necesitados de Barquisimeto. El lunes llevan a cabo el programa ‘Remedio entre todos’. Reparten medicinas gratis a personas sin recursos para adquirirlas que son atendidas por un médico. Los sábados son el gran día: realizan una olla solidaria que alimenta a más de cien venezolanos. Dado que ahora se encuentran sin gas, el programa se ha sustituido por ‘las arepas de San Agustín’. ¿Por qué todo esto? “Jesús ha venido para los que tienen necesidad”.

Muchas veces no sabe qué decirles. “Solo les trato bien, los escucho y les entrego todo lo que tengo”, dice. Por estas cosas, José Luis Uruñela afirma que ser agustino recoleto “es la razón de ser de mi vida”.

Educación y misión, misión y educación

Bolívar Salomón Sosa está al frente del Colegio San Agustín de Kankintú (Panamá). Al centro educativo acuden cada día 1.200 jóvenes de Bocas del Toro. Su labor tiene una peculiaridad: sus alumnos son indígenas de la comarca Ngäbe-Buglé.

Bocas del Toro es una de las siete misiones de los Agustinos Recoletos. Fue aquí donde encontró la vocación Bolívar, panameño y antiguo alumno del Colegio San Agustín de Panamá. En una vigilia vocacional pudo ver de primera mano la cercanía y la fraternidad que tenían los frailes entre sí.

Los ocho misioneros agustinos recoletos de Bocas del Toro atienden más de 30 capillas distantes entre sí en el interior de la comarca y, como Bolívar, se dedican a la educación de los jóvenes indígenas. “Intentamos que la educación sea de acuerdo a la cultura del pueblo Ngäbe-Buglé. Trabajar en este ámbito es necesario para la Orden porque “es una experiencia que toca el corazón de la persona; está muy relacionado con el interior de la persona”.

En todo este tiempo en la misión, Bolívar Sosa ha podido conocer las historias de este pueblo que parece descartado. “Cada historia personal es Dios que nos habla; ellos se sienten escuchados”. Lo que más le sorprende es el deseo de superación de tantos alumnos que, pese a las piedras que se encuentran, están dispuestos a seguir caminando. En Bocas del Toro es agustino recoleto: “Desde cada realidad se puede vivir el carisma”.

Una hija con centenares de hermanas

Un 28 de octubre se produjo el mayor terremoto que ha experimentado la vida de Wenderlyng Reyes. Un día sintió que quería ser misionera agustina recoleta. Conocía a las MAR gracias a las Juventudes Agustino Recoletas. Así, decidió entregarse a la vida consagrada en Atapirire (Venezuela).

Ha pasado el tiempo desde entonces, pero Wenderlyng sigue “orgullosa y agradecida” por la decisión que tomó. Vive en Salamanca (España), donde se está formando y experimenta la unión de la comunidad. Esto último es lo que más le ha entusiasmado del camino que ha elegido. En septiembre, su madre enfermó de COVID-19. “Yo estaba en España, pero las religiosas que trabajan en Venezuela estaban cerca de ella”. Fue así como entendió que su familia no había perdido una hija, sino que había ganado muchas más.

Su futuro quiere que esté ligado a la misión. “Nuestros fundadores apostaron por la educación de las niñas chinas; hoy nosotras debemos encontrar esas niñas chinas, esos retos que combatir”, afirma. Con serenidad y alegría, Wenderlyng asegura que la importancia no está en el número de religiosas: “No debemos ser muchas. Que las que seamos, contagiemos alegría”. Para todo ello, la interioridad es la clave: “Sin la profundidad de la Recolección, nada de lo que hacemos tendría sentido”.

«Siempre serás JAR»

El retiro Casiciaco de 2001 cambió la vida de Ivana Serrano. Animada por una amiga, acudió al encuentro de las JAR de Argentina sin saber que encontraría una nueva familia que le acompañaría toda la vida. “Hoy no imagino mi vida sin la Orden”, comenta.

Ivana es profesora del Colegio San Ezequiel Moreno, el centro educativo de los Agustinos Recoletos en Santa Fe. Está casada y es miembro de la Fraternidad Seglar Agustino Recoleta de Argentina. En su vida ordinaria intenta vivir el carisma agustino recoleto: “Quiero trasladar a mi vida cada día la comunidad, la interioridad y el compromiso social”.

Durante estos 20 años, decenas de personas han influido en su vida. Guarda especial cariño a los religiosos Miguel Ángel Hernández, Carlos María Domínguez y a Alicia Moreta. Esta última era seglar agustina recoleta y en una ocasión le dijo una frase que le marcó: “Tú serás JAR toda la vida, pero de distinta forma”.

Su entusiasmo le llevó a República Dominicana, donde ayudó a los religiosos y jóvenes a fundar las primeras comunidades JAR en este país. Su trabajo dio frutos: hoy su trabajo ha permitido que muchas personas vivan con intensidad al estilo de los Agustinos Recoletos en su propio contexto.

Sueños de presente y futuro

Eduardo Chávez es mexicano. Estudia teología y se encuentra formándose en la casa de formación de los Agustinos Recoletos en Madrid. Hace tres años realizó la profesión simple de sus votos como religioso, un camino que comenzó hace años. “Me impresionó la coherencia evangélica que vivían los agustinos recoletos”.

Hoy mantiene aquella decisión: “Sigo convencido de que vale la vida ser agustino recoleto”. Eduardo asegura que en su vida cotidiana y en las experiencias de comunidad tiene encuentros con Cristo que le animan a seguir caminando. Como él, quiere que muchos jóvenes se sientan atraídos por este carisma, especialmente por la vivencia comunitaria. “Cuando muere un familiar la comunidad al completo te ayuda y te acompaña; eso es una familia”. En la sociedad, según percibe, hay mucha carencia de la institución de la familia y mucho miedo a la sociedad, y el proyecto de los Agustinos Recoletos es ideal en ese sentido.

Como cualquier joven, tiene sueños. El principal: actualizar el carisma a la sociedad actual y que sea una opción de vida para más personas. “Soy consciente de que tenemos que revitalizarnos y comenzar nuevos proyectos”. Personas como Eduardo escriben y escribirán la historia.

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