La Parroquia San Lucas de Panamá se unió a la sinagoga de la Congregación Kol Shearith Israel para felicitar el nuevo año 2021 en un mensaje conjunto interreligioso.
La fe es una si se trata de contagiar esperanza al mundo. Así lo entendieron los fieles de la Parroquia San Lucas, de los Agustinos Recoletos en Panamá. Con motivo del año nuevo, y en un contexto especialmente difícil marcado por la pandemia, elaboraron un videomensaje conjunto con la Congregación Kol Shearith Israel para desear un buen 2021 y enviar unas palabras de ánimo e ilusión. Cristianos y judíos unidos, porque la fe une corazones y almas en pro de los hombres.
La unión de las religiones -vecinas por sus templos en Costa del Este- se produjo a través de la música. Los fieles cristianos y judíos cantaron unidos la canción ‘Cantaré, cantarás’, versionada por numerosos artistas con letra de Anahí van Zandweghe. Con ello, han pretendido enviar un mensaje de esperanza, porque, como dice la canción, «siempre habrá un lugar para cada ser humano». La humanidad, en cualquiera de las circunstancias que se encuentre, siempre tiene acogida en los brazos de Dios, o Yahvé.
La canción fue seguida por unas palabras del párroco de San Lucas, el agustino recoleto Julián Hincapié, y el rabino de la sinagoga, Gustavo Kraselnik. Ambos coincidieron en que 2020 «ha sido un año difícil». En este año, la sociedad ha aprendido a preocuparse «por los enfermos, por los más necesitados, por el personal sanitario», en palabras del religioso. En esta línea, el rabino de la Congregación Kol Shearith Israel afirmó que «es necesario renovar la ilusión y la esperanza».
Todos juntos hicieron realidad las palabras del agustino recoleto Julián Hincapié: «Dios nos ha dado esa capacidad de compartir como hermanos sin distinción de razas o religiones». El mensaje, que se produce gracias a la estrecha relación que mantiene la parroquia agustina recoleta y la sinagoga panameña, no es el primero conjunto: el primero fue en el año 2017, cuando realizaron un vídeo de saludo por Navidad y Janucá, y en marzo de 2020, a inicios de la pandemia, produjeron un mensaje de aliento para la población. Es un gesto único e importante: juntos, sin diferencias de religiones, se puede cambiar el mundo.